Johana Fuentes
2 Agosto 2022

Johana Fuentes

No es adoctrinar

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«Sufrí mucho cuando esa gente llegó. Me cogieron, me amarraron, me violaron, me metieron una media en la boca. Yo los agarraba a puños, entonces sacaron un cuchillo y me chuzaron la espalda. Ahí me quedó la seña pa’ toda la vida. Como a los cuatro o cinco días mataron a mi marido, porque él los enfrentó. Le mocharon la nuca. Yo estaba en mi casa, lavando la ropita. Tenía los niños pequeñitos. Me dijeron que era una guerrillera. Me llevaron fuera de la casa y creí que me iban a matar» Es el testimonio de Sandra, una campesina de Yarumal, Antioquia, víctima de los paramilitares. Su historia está consignada en el Informe Final de la Comisión de la Verdad.


Este y los otros relatos que se encuentran en dicho informe merecen ser divulgados, no solo para conocer qué pasó en Colombia durante más de 50 años de conflicto, sino para no repetir esa dolorosa historia y poder avanzar hacia la reconciliación. Sin embargo –fiel a su actuar de ponerle palos en la rueda a la paz–, el Centro Democrático puso el grito en el cielo cuando Alejandro Gaviria anunció que se haría una socialización en los colegios y escuelas del país. 


Rápidamente la palabra adoctrinamiento se hizo tendencia. El expresidente Uribe calificó la iniciativa como: “Un desafío para crear más odios con mentiras y verdades a medias”. Desde la cuenta de Twitter del partido también hubo pronunciamiento: “El próximo ministro de educación quiere promover una agenda educativa que atenta contra la libertad, adoctrina y modifica el pensamiento de las nuevas generaciones”.  


Siguiendo esa línea, el líder cristiano John Milton Rodríguez dijo: “Informe con carga ideológica marxista que humilla a las Fuerzas Militares y a la Policía, privilegia el terrorismo como fuerza política y deja una representación de víctimas por fuera. Es un instrumento dañino de adoctrinamiento para nuestra niñez”.


En su afán de descalificar a la Comisión de la Verdad, no se enteraron de que en el informe –que contiene 14.000 entrevistas– hay testimonios de militares y policías víctimas del conflicto. Además, una de las conclusiones es que los mayores responsables de los asesinatos en el país son los paramilitares y las Farc. 


Tal vez, la verdad que no les gusta es la que muestra cómo la fuerza pública también tuvo responsabilidad en las atrocidades cometidas durante el conflicto, como los falsos positivos. Un capítulo de horror en la historia de Colombia que no se puede justificar, tal y como pretendió hacerlo la senadora Paloma Valencia al decir que “una narrativa mucho más constructiva (y verdadera) es: Los para y guerrilla fueron y son monstruosos. El Estado cometió errores y atrocidades, pero era legítimo y fundamentalmente estuvo en la defensa de los ciudadanos”. 


Senadora, la legitimación de los crímenes de Estado no puede ser una narrativa del conflicto, es a todas luces, una afirmación cruel y que pisotea a las víctimas. 


Contar la verdad no es adoctrinar. No es con ocultamientos o tratando de tapar el sol con un dedo como se garantiza que ese tipo de actos no se repitan más. Las nuevas generaciones deben conocer la historia tal cual sucedió, por más dolorosa que sea. 

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