Si el esfuerzo principal de un emprendimiento o un negocio no es en crear un buen producto o servicio, serán estériles los esfuerzos en financiación, publicidad, distribución y ventas: el negocio probablemente fracasará.
La semana pasada escribí sobre la importancia de conocer las cifras y números de un negocio. El hecho de que un gerente o un emprendedor los conozca y entienda a fondo puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso empresarial.
Hoy quiero referirme a otro aspecto sustantivo que, aunque parezca obvio, no lo es para algunos emprendimientos e incluso para negocios consolidados. Muchos de ellos se concentran en un buen servicio al cliente, en fortalecer su red de distribución y su área de comunicaciones, en mejorar su imagen, en buscar recursos financieros para crecer, etcétera, pero olvidan concentrarse en una actividad primordial y que debería ser una obsesión: tener el mejor producto o servicio posible.
Hace pocos años escuché, en el Bogotá Fashion Week, una conferencia de un famoso diseñador colombiano, que vive en el exterior y que su marca de lujo se vende en tiendas exclusivas a nivel mundial. Explicó que intentó producir parte de su colección en Colombia, precisamente para apoyar la mano de obra y el producto colombiano. No le fue bien, tuvo que desistir porque la calidad del producto hecho en Colombia no estaba a la altura de las expectativas del mercado internacional y no podía competir con la calidad del mismo producto hecho en Europa.
Es posible que haya tenido mala suerte y los proveedores que lo trataron de apoyar no tenían la experiencia, el conocimiento, ni la maquinaria adecuada. De hecho, esto último fue una de las áreas que encontró más retrasadas y la presentó como una de las razones del fracaso al intentar hacer sus productos en el país. Su producto hoy es hecho 100 por ciento en la Toscana italiana.
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“No le fue bien, tuvo que desistir porque la calidad del producto hecho en Colombia no estaba a la altura de las expectativas del mercado internacional…”.
Lo siguiente que mencionó fue que Colombia tiene poco acceso a buenas materias primas, en particular herrajes y materiales diferenciales y de alta calidad para poder hacer productos de especificaciones suficientes para competir a la par de los mejores del mundo.
También mencionó que encontró muy bajo nivel de conocimiento en técnicas de producción con calidad. No precisó si lo que sucedió con los proveedores colombianos con los que trabajó, es que nunca tuvieron acceso previo a oportunidades para formarse o que no tuvieron ninguna motivación para hacerlo.
Esa charla me dejó pensando sobre las barreras de acceso que tenemos en Colombia para hacer productos de alta calidad. Seguramente hay sectores muy desarrollados y destacados, que apoyados con buenos recursos financieros han logrado productos y servicios de alta calidad, sin embargo, a nivel de pequeña y mediana empresa creo que nos falta mucho camino por recorrer.
Sin hablar de las excepciones, he sido testigo de productos y servicios de emprendedores y negocios consolidados que no se obsesionan por tener un buen producto. He visto productos mal terminados, uso de técnicas anticuadas para lograr buenos acabados que terminan haciéndose mal, falta de atención al detalle, uso de materiales de mala calidad y de maquinaria aviejada, falta de innovación y hasta errores de ortografía en textos de etiquetas del producto final.
Obsesionarse por tener un buen producto o servicio debe ser la consigna principal para cualquier nuevo negocio o empresa en marcha. Para ello propongo un decálogo no exhaustivo de pasos para tratar de lograrlo:
- No conformarse con creer que se tiene un buen producto o servicio.
- Mejorar mediante pequeños pasos incrementales y no pretender grandes cambios de un día para otro.
- Visitar ferias nacionales e internacionales para aprender de los productos o servicios de la competencia, los avances en maquinaria y equipos, en materias primas, accesorios y en nuevas técnicas de producción.
- No aceptar que pequeños detalles salgan mal. Estos deben salir bien.
- Invertir en nueva maquinaria y renovarla cada vez que sea posible.
- Capacitarse y aprender constantemente de nuevas técnicas, materiales y procesos productivos.
- Investigar y desarrollar periódicamente con miras a lograr mejoras en el producto o servicio. Esto incluye oír a los consumidores, a los clientes y a todo aquel dispuesto a evaluar y a criticar el producto y el servicio.
- Producir con sentido de estética y calidad. Un producto o servicio no solo debe ser bueno sino lucir bueno y de alta calidad.
- Si se quiere un producto de buena calidad se deben utilizar materias primas de buena calidad. Es imposible pedirle peras al olmo.
- Y cuando crea que logró tener y ofrecer un producto o servicio de buena calidad debe volver a leer el punto uno de este decálogo.
El diseñador colombiano al que hice referencia, a la edad de catorce años hizo un curso de accesorios, modas y arte en la escuela de arte Central Saint Martins en Londres, fue pasante de la diseñadora Francesca Miranda, viajó a diferentes lugares en el mundo para conocer de moda. Trabajó con Salvatore Ferragamo. Fue consultor internacional para proyectos de marcas de todo el mundo hasta que le ofrecieron la dirección creativa de zapatos de la firma Roberto Cavalli y trabajó allí durante dos años hasta que fundó su propia empresa.
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“…he sido testigo de productos y servicios de emprendedores y negocios consolidados que no se obsesionan por tener un buen producto”.
Recorrió toda Italia en búsqueda de los mejores proveedores y técnicos para que le ayudaran a desarrollar la horma del zapato que iba a ser la base de su marca de lujo Aquazzura. Una marca que se caracteriza por su diseño, calidad y comodidad. Un par de sus zapatos pueden costar entre 450 y 2000 euros. El diseñador es Edgardo Osorio. (*)
Seguramente el destino lo puso en el lugar correcto y lo conectó con las personas adecuadas, una combinación que le abrió la mente y sembró la llama de la obsesión por lograr el mejor producto posible.
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“Recorrió toda Italia en búsqueda de los mejores proveedores y técnicos para que le ayudaran a desarrollar la horma del zapato que iba a ser la base de su marca de lujo Aquazzura”.
Ser incansable en la búsqueda de lograr un buen producto o un buen servicio, puede ser una obsesión que los emprendedores y empresarios deberían cultivar hasta volverlo un hábito que identifique a todas las empresas en Colombia.
(*) Las referencias sobre la biografía de Edgardo Osorio fueron tomadas de la entrevista que le dio en 2021 a la revista Forbes Colombia. La puede leer en este enlace:
https://forbes.co/2021/12/13/editors-picks/edgardo-osorio-el-colombiano-detras-de-los-zapatos-de-lujo-que-estan-arrasando-en-el-mundo/
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