Jorge Enrique Abello
25 Abril 2022 05:04 pm

Jorge Enrique Abello

¿Perdón Social?

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Hablar no es lo mismo que escribir. “Las palabras van al aire / las lágrimas al mar”, cantaba el poeta. Cuando se escribe se compromete, aunque se cambie de idea con el tiempo, si no se refrenda la letra, la palabra sigue comprometida. Imagine usted lo que sucede cuando se escribe una de las más hermosas, complejas, manidas, repetidas, poderosas y misteriosas palabras de nuestro idioma: perdón, que proviene de la palabra latina “graecus” en griego “graycos”, que significa perdonar como otros disculpan. Viene del prefijo per: dar y donare: regalar, lo que significa que quien hace el acto de perdonar da una dádiva generosamente a quien le debe, perdona la deuda. “Sámej, lamet, jet” raíz que subsiste en muchas lenguas y que proviene de la antigua Babilonia en la cual se hablaba la lengua acadia, nos habla del perdón, no como un sustantivo, sino como una acción; la de sanar física y psicológicamente y se llevaba a cabo usando pociones y ritos mágicos. Más tarde el hebreo acuñaría el perdón, dándole sentido divino en dos de sus fiestas más importantes: el Purim y el Ki-pur, ya que más que el hombre perdone, perdona Dios, por lo cual se debe estar preparado para el juicio final y así quedar inscrito en todo lo que puede conllevar el perdón de Dios. Para los católicos el perdón tiene que ver con renacer. Cristo al entregarse a su pasión y morir cruelmente en manos de quienes querían su deshonra, renace para pronunciar las primeras palabras de una vida nueva frente a sus discípulos, que estupefactos por su aparición, reconocieron su voz al decir: “La paz esté con vosotros”. La paz es consecuencia del perdón que ya ha ejercido Jesús Cristo sobre la humanidad y por tanto es el primer regalo que le concede después de su muerte y resurrección. De esta manera el acto de perdonar nos hace hombres nuevos y permite el cambio de investidura a quien se perdona. Para el budismo, el perdón es la forma como le damos sentido real a lo que consideramos permanente, transformándolo en inpermanente que es la única esencia fenomenológica de las cosas y de los seres humanos en la realidad presente del samsara (el camino dual) es decir este mundo. Cuando se perdona, se suelta, se deja de ser parte de la herida que otro ha infligido, se libera de la acción karmática de un tercero sobre nuestro destino, ya no hay más poder para el enemigo por que se ha cortado el lazo que unía dos puntos irreconciliables, entonces desaparece el enemigo y con él la afrenta, ya no hay tierra posible donde crezca el odio, la envidia, la venganza y el rencor. Se sueltan las emociones bajas para elevarse y dejar de sufrir. Porque esta es la premisa: dejar de sufrir.

Aun sabiendo todo esto, cuando escribo la palabra perdón, entiendo que es lo que más trabajo me cuesta en la vida, porque aunque me produzca sufrimiento me es difícil perdonar. Pero cuando reflexiono siento que lo que me es difícil es ser otro, que no es más que morir al que fui y renacer en el que seré, ya que al final del día ese que renace es un hombre libre de verdad. Me es difícil soltar la presa de mi rencor, incluso aunque no sea capaz de hacerle daño, la mantengo esclava de mi deseo para que perviva a través de la rabia, sin darme cuenta de que el esclavo soy yo.

Pero qué nos sucede como país cuando nuestros gobernantes gestionan un acuerdo de paz como el de Santos, una amnistía como la de Belisario, un perdón y olvido como el de Uribe o en un perdón social como el de Petro. Suceden muchas cosas en las tablas de Excel, avanzamos de alguna manera en las estadísticas sobre la violencia social que durante años ha azotado como un monzón interminable a Colombia, crecemos económicamente, quizás un porcentaje de colombianos hayan salido de la pobreza absoluta y otros entraron a la clase media generando, sí, nuevas oportunidades. La restitución ha caminado lenta, pero ha ido pasando, sin embargo, por más que queramos presentar informes de gestión positivos, por más que el Excel contradiga lo que voy a plantear, nosotros como sociedad no hemos sido capaces de perdonar, tanto es así que cuando alguien lo hace públicamente es un hecho extraordinario que se convierte en noticia o tiene un efecto viral en las redes sociales. Y hemos sido incapaces de perdonar porque no sabemos cómo hacerlo frente a nuestra macondiana realidad. El ELN mata un par de niños y saca un comunicado excusándose y basta, se puede seguir matando. Los niños en La Guajira siguen recibiendo alimentos putrefactos de los contratistas del Estado, y así en todo el país, es tan grave el tema que cuando les da por hacer análisis bacteriológicos de dichos alimentos encuentran hasta eses en ellos. El erario público se lo roban todos los días, ponen presos a quienes lo hacen y desde la cárcel se lo siguen robando, cada semana matan a un par de líderes sociales y vuelve uno a escuchar que los hechos sucedieron en regiones abandonadas por el gobierno. Desde que tengo memoria Arauca, Vichada, el Bajo Cauca, La Guajira y Chocó que tiene un puerto además tiene importantísimo sobre el Pacífico, están en manos del crimen organizado. ¿Por qué? Después de más de medio siglo de abandono en nuestra historia presente el Estado sabiendo que esas regiones son capitales para desarrollo armónico del país por su enorme riqueza y que son los principales focos de violencia en el territorio no hace ¡NADA! Crecemos al 4, al 5 y al 6 por ciento, pero la inequidad y su hijo bobo que es la corrupción tienen la misma medida que siempre en nuestro país, en crescendo. Y así con tanta paz y perdón y olvido, y lo que usted quiera, hoy en día en Colombia siguen muriendo niños de hambre ¡Imperdonable! Que alguien me diga, cómo uno es capaz de perdonar así, sin cambio, sin renacimiento, sin transformación. No podemos perdonar porque no nos hemos transformado como sociedad ya que el perdón ha sido parte de una agenda política y no de un acuerdo social. Nuestro país sufre el hecho de que sus problemas a través del tiempo son los mismos y no les hemos dado solución: justicia, inequidad, violencia y corrupción.

Ya que nos ilustramos un poco sobre los significados de la palabra perdón, tomemos algo en cuenta y es que, en todos ellos, la constante debe convertirse en regla y ella depende para que el perdón suceda de la palabra: CAMBIO… Cambio para ser otro a través del dar y no del recibir. Mientras seamos incapaces como sociedad de cambiar lo que somos como país y así la historia, el perdón no va ser posible.  Regalarlo como se propuso la semana pasada son solo palabras que van al aire.   

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