Velia Vidal
29 Julio 2022

Velia Vidal

Prometeo de la Libertad

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Los rieles por los que corría el tren se convirtieron en pedestal de un hombre afro, esbelto, semidesnudo, de músculos marcados que empuña en su mano derecha elevada el machete usado para cortar los racimos de bananos o de guineos; una composición metálica que se erige entre los árboles que rodean ese espacio que osadamente llaman plaza. Se trata del Prometeo de la Libertad, obra del maestro Rodrigo Arenas Betancourt instalada en 1978 en el municipio de Ciénaga, donada por el artista para conmemorar los cincuenta años de la masacre de las bananeras. La escultura está en el sitio donde se dio la orden de disparar a los pacíficos huelguistas empleados de la United Fruit Company. No se trata de una representación de estos trabajadores, de lo que sí podríamos decir que se trata es del reconocimiento de las luchas libertarias del pueblo afro en toda América Latina. 

Al nombrar esta obra que, según dicen algunos, originalmente iba a ser instalada en una isla del Caribe, Arenas Betancourt reconoce lo que ya muchos han dicho: así como Prometeo, el primer filántropo, entregó a la humanidad por puro amor el fuego, la sabiduría, las artes y la escritura, los descendientes de los esclavizados le entregaron a América Latina la idea de libertad. No en vano, la primera nación independizada fue Haití. 

Igual que el griego, cuyo altruismo fue castigado por treinta mil años, el pueblo afro sigue sufriendo castigo continuo por sus aspiraciones a una vida digna, por su rebeldía o simplemente por ser afro. 

El auténtico amor a la humanidad de Prometeo es lo que da origen y nombre a la filantropía, una práctica que hoy se presenta de distintas maneras, especialmente en las comunidades marginalizadas. 

Esta semana se realizó en Quibdó una reunión para reactivar la mesa de cooperación internacional. Más de cuarenta organizaciones de esta naturaleza hacen presencia en el Chocó. La mayoría tienen un mandato claro que algunas cumplen a cabalidad, mientras otras están en nuestros territorios engrosando lo que ya en todas partes la gente llama “el desfile de los chalecos azules”, con el que asocia el también afamado chiste de que nos tienen como a carros viejos: de taller en taller.

La estructura burocrática de algunas de estas organizaciones crea brechas en las condiciones laborales, proyectos cortoplacistas y con frecuencia relaciones verticales y asistencialistas marcadas por una lógica caritativa en la que las comunidades y las personas de la región no son sujetos de derechos, sino beneficiarios en una cadena que los ubica en un lugar de inferioridad. Regularmente los cooperantes son protegidos, no pueden vivir en cualquier barrio, cuentan con recursos logísticos de alto costo para desarrollar sus labores y si las cosas se ponen duras aquí, como cuando hay paros armados, son sacados rápidamente. Una situación que plantea preguntas sobre el valor que se les asigna a unas vidas sobre otras.

Insisto en que estas prácticas no se dan en todas las organizaciones, en que además hay muchas que se están cuestionando todo el tiempo; es fácil, además, reconocer que están cargadas de buenas intenciones, pero ya sabemos que las buenas intenciones no son suficientes ni eliminan el racismo o el clasismo que pueden acompañar estos ejercicios.

A seis años de la conmemoración del centenario de la masacre de las bananeras y de los cincuenta del Prometeo de la Libertad sería un buen momento para voltear la mirada a esta obra y su entorno, darle la relevancia y el cuidado que merece, como una forma de resignificar también su valor. 

Ad portas de un nuevo gobierno, de una posible reanudación de los diálogos con el ELN y de posibles negociaciones con el Clan del Golfo y otros grupos armados que hacen presencia en el Chocó, aparece la oportunidad de que los organismos de cooperación internacional, reunidos de nuevo en una mesa de trabajo liderada por la Gobernación revisen sus lógicas, su lenguaje y sus motivaciones, que vayan mucho más allá de cifras e informes y se acerquen al fuego que calienta las almas, para que sus acciones sean sabias, obras de arte, poesía que inspire esta tierra tan necesitada de amor.

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