Helena Urán Bidegain
8 Diciembre 2022

Helena Urán Bidegain

Quiénes amenazan la democracia

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Esta semana ha estado cargada de acontecimientos políticos de gran impacto para la democracia:

La noticia sobre la condena de la señora Kirchner, por corrupción, estuvo seguida de la intención del expresidente Castillo, de Perú, de disolver el Congreso, al mismo tiempo que en Alemania apresaban a 25 miembros de un movimiento llamado Reichsbürger, es decir, “ciudadanos del Reich”, con orientación de extrema derecha y cuyo eje central es el desconocimiento del actual orden estatal. Según la Fiscalía alemana, uno de sus objetivos más importantes era atacar al Bundestag alemán, o sea el Parlamento, para finalmente hacerse con el poder.

A estos tres sucesos los une la fragilidad del Estado de derecho y la convivencia. Por esto es que tendríamos que haber dejado de hablar hace tiempo de derecha o izquierda y, hacerlo en cambio, de posturas democráticas o antidemocráticas.

En Alemania, la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, es decir la inteligencia estatal, venía siguiendo desde 2016 esta organización compuesta por alrededor de 21.000 personas, entre los que se cuentan hombres con formación militar especial y conocimiento profesional del uso de armamento, un personaje de la nobleza, una jueza y exdiputada del partido Alternativa para Alemania (Afd), todos con posturas de extrema derecha. Esta escena contó con la adhesión de personas con teorías conspirativas propias de los "antivacunas" y/o antisemitas. En 2021 se contaron más de mil actos delictivos de parte de sus miembros y ahora buscaban, con un ataque armado contra los órganos constitucionales, instalar una nueva forma de Estado.

El desprecio a la democracia también se percibe con frecuencia en Colombia y recientemente, a raíz de los sucesos en América Latina, en comentarios de personas como la senadora Cabal quien, en sintonía con su constante instrumentalización de las Fuerzas Armadas, plantea que “los ejércitos son por naturaleza anticomunistas”, desconociendo que en un Estado de derecho la institución castrense debe ser no partidista; y el del señor Uribe Turbay que parece una incitación (aunque poco realista) a que el Congreso destituya al actual jefe de Estado, sin que haya lugar para ello ni el mandatario haya incurrido en delito alguno (algo que, en cambio, no podría decirse de anteriores gobernantes colombianos a quien él sí dio su apoyo) pero simplemente porque a él y a los suyos no les sirve para sus propósitos.

Por eso debemos estar muy alerta a los comentarios, movimientos y personas de la vida política y pública del país que no están interesados en la democracia, pero que hacen uso de sus instrumentos para trastocarla e incluso acabar con ella, desconocen las necesidades y el voto popular, tienen posturas fundamentalistas, pretenden mantener viva la guerra fría para generar odio y polarización social, instrumentalizan al Ejército para sus fines, etcétera.

Son estas actitudes las que pasan por encima de las instituciones para imponerse y arrebatar el poder.

Aunque en Alemania la amenaza a la democracia no acaba aquí, afortunadamente los directivos de la fuerza pública creen y defienden el Estado de derecho; fueron estos los que gracias al trabajo de la Fiscalía e inteligencia, en conjunto y de manera ejemplar, han desmantelado esta organización con una enorme operación antiterrorista sin precedentes en la historia alemana.

Ojalá en Colombia contemos con la misma suerte ante una situación similar.  Me refiero a que la sociedad en general entienda cómo se gestan los movimientos y quiénes son los actores que realmente amenazan el orden democrático, que además se pueda sentir protegida por su fuerza pública y no atacada por ella, como algunos quisieran que siguiera sucediendo, pero además que personas dentro de las instituciones del Estado cuenten con una sólida educación política y valores democráticos definidos a los que no estén dispuestos a renunciar, pues son estos los que nos permiten una convivencia más justa y pacífica.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas