Mauricio Cabrera
17 Marzo 2022

Mauricio Cabrera

Resultados y cábalas electorales

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Es arriesgado pretender hacer análisis sobre la composición del nuevo Congreso cuando hay un manto de dudas tan grande sobre las cifras presentadas por la Registraduría con base en el preconteo. Las denuncias hechas por el Pacto Histórico y por otros como los senadores Iván Marulanda o Antonio Sanguino de la Alianza Verde, son muy bien fundamentadas y con toda seguridad van a cambiar el número de senadores de varias bancadas. Muy grave para la credibilidad de la autoridad electoral.

Sin embargo, los totales de las cifras cuestionadas y, también las de las votaciones de las consultas presidenciales, sí permiten identificar unas tendencias significativas.

Victoria de la abstención

Más allá de la euforia de los que se creen ganadores o la tusa de los que sí perdieron, hay que decir que la gran vencedora de estas elecciones fue la abstención que sigue creciendo y, por lo tanto, la perdedora fue la democracia. No solo por las mencionadas denuncias de fraude electoral y por las comprobadas prácticas de compra de votos, sino porque decrece el número de ciudadanos que van a las urnas.

En efecto, mientras que en las elecciones al Senado en 2018 votó el 49 por ciento de los potenciales sufragantes, en esta ocasión solo lo hizo el 46,5 por ciento, lo cual significa que la abstención directa subió al 53,5 por ciento y que hubo 930.000 nuevos abstencionistas. Ese aumento es aún más significativo porque se esperaba que las consultas para candidatos presidenciales atrajeran más votantes.

La situación es todavía peor si se considera lo que he llamado la Abstención Indirecta que fueron 2,6 millones de ciudadanos (el 14,4 por ciento de los votantes), de los cuales 1,8 millones perdieron su voto porque no supieron cómo marcar el tarjetón electoral (votos nulos y/o marcados), y otros 820.00 que no encontraron dentro de las ocho listas cerradas y los 934 candidatos al Senado a ninguno que lo representara (votos en blanco). Así, la abstención total llega al 60 por ciento de la población.

Otro aspecto preocupante es la cantidad de votantes que “perdieron” su voto, porque la lista que eligieron no pasó el umbral y no obtuvo ninguna curul. Este año fuero 1,1 millones de personas, es decir el 6,1 por ciento de los votantes.

Los nuevos senadores han sido elegidos solo por el 37 por ciento de los posibles votantes

En conclusión, los nuevos senadores han sido elegidos solo por el 37 por ciento de los posibles votantes, lo cual significa que casi las dos terceras partes de la población no está representada en el Congreso.

Tan baja representatividad es consecuencia de la fragmentación de los partidos políticos, de la circunscripción nacional y del voto preferente que han convertido las elecciones en una competencia personalista, cuya manifestación gráfica es un tarjetón electoral muy complejo y difícil de marcar. La solución es clara, pero hasta ahora ha sido imposible de aprobar: acabar con el nefasto voto preferente y obligar a todos los partidos a presentar listas cerradas pero que no sean conformadas por el bolígrafo del caudillo sino mediante mecanismos que garanticen la democracia interna y la participación de sus militantes.

Votación para consultas y Congreso

Un segundo resultado importante de estas elecciones es la relación entre los votos por los candidatos presidenciales de las tres consultas y los de los partidos políticos que los respaldaban. En total solo el 60 por ciento de los que votaron por los partidos para el Senado también lo hicieron por lo candidatos, mientras que 6,3 millones de personas no lo hicieron

En cada una de las consultas, el único caso en que fueron parecidas las dos votaciones fue en la Coalición de la Esperanza frente a las listas de la Alianza Verde y el Nuevo Liberalismo, mientras que las otras dos las diferencias fueron enormes: en el Pacto Histórico por exceso y en el Equipo Colombia por defecto.

En la consulta del Pacto hubo casi 3,3 millones más de votos por los candidatos que por sus listas al Senado, pero esta cifra puede cambiar mucho si se comprueba el fraude denunciado y le aparecen más votos a las listas del Pacto. Por su parte, los candidatos del Equipo por Colombia solo lograron la mitad de los votos que obtuvieron las listas al Senado de los partidos Conservador, Centro Democrático, de la U, Mira y Cambio Radical.

Es ilustrativo analizar cómo se distribuye esta diferencia de 3,8 millones entre los distintos candidatos y sus respectivos partidos. El más disciplinado es, sin duda, el Centro Democrático, que ante la insinuación de su caudillo, parece que hubiera movilizado su menguada votación a apoyar a Federico Gutiérrez quien, por su lado, recogió unos pocos votos de otros partidos.

En el otro extremo, las bien organizadas maquinarias del Partido Conservador y de La U fueron muy efectivas para obtener curules, sobre todo el primero, pero no lograron que sus barones electorales movieran a sus votos cautivos para que apoyaran a sus candidatos avalados. Así, David Barguil solo obtuvo el 28 por ciento de los votos conservadores y Enrique Peñalosa el 15 por ciento de los de La U. En el medio, Álex Char y Aydée Lizarazo, consiguieron casi la mitad de los votos de sus partidos.

Una última anotación para señalar que la recolección de firmas es un mecanismo totalmente inútil y engañoso, como lo demuestra que de las 2,5 millones que consiguió Char con una enorme inversión de dinero, tan solo se convirtieron en votos efectivos unos 700.000.


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