Johana Fuentes
14 Marzo 2022

Johana Fuentes

Se salieron con la suya

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No bastaron las advertencias, las denuncias sobre sus relaciones non sanctas,  las investigaciones que pesan sobre varios o el poner en evidencia su forma de hacer política. El domingo, los dueños de las maquinarias, herederos de la parapolítica y personajes cuestionados se quedaron con una curul en el Congreso.

Aunque algunos disminuyeron su poderío, los clanes políticos que dominan el país afianzaron su presencia en el legislativo. El caso más notorio es el de la maquinaria conservadora, un partido al que muchos daban por muerto antes de las elecciones, pero que está más vivo que nunca. Esta vez —con ayuda de la mermelada del gobierno de Duque— lograron 16 curules en el Senado, convirtiéndose en la mayor fuerza política junto con el Pacto Histórico que obtuvo el mismo número de escaños.

Al Conservador se le quemó Laureano Acuña (El Gato volador), pero para suplir esa pérdida tuvo candidatos con altísimas votaciones como la de Nadia Blel, hija del parapolítico Vicente Blel, cacique político que, además, amplió su poder en la Cámara de Representantes pasando de tener una curul con Yamil Arana a dos con Juliana Aray, hasta ayer desconocida, pero que obtuvo 69.000 votos.

Otra votación que jalonó la lista conservadora fue la de Óscar Barreto, a quien hace un año la Corte Suprema de Justicia le imputó cargos por peculado por apropiación e interés indebido en la celebración de contratos cuando fue gobernador del Tolima. Se destaca también la llegada de Marcos Daniel Pineda, exalcalde de Montería, de la casa política que lidera su madre en Córdoba, la exsenadora Nora García.

Se equivocaron quienes creían que la ñoñomanía estaba muerta porque sus cabezas —Musa Besaile y Ñoño Elías— están privados de la libertad: en Colombia está demostrado que desde la cárcel se ponen votos y se eligen congresistas. Pese a que al hermano del ‘Ñoño’ no le alcanzaron los votos —ni las parrandas vallenatas que hizo— para llegar al Senado, el hermano de Musa, John Moisés Besaile, sí logró una curul de la mano del Partido de La U con 132 mil votos. La Casa Besaile también ganó en la Cámara con Saray Robayo, prima del exrepresentante a la Cámara Erasmo Zuleta.

Otro que estuvo muy cómodo coordinando campaña y votos desde la cárcel es el exsenador Eduardo Pulgar, condenado por cohecho y tráfico de influencias. Su cuñada, Claudia María Pérez, obtuvo una curul en el Senado con los liberales.

El clan Char perdió a César Lorduy, una de sus figuras más importantes y que pretendía dar el salto de Cámara a Senado, sin embargo, mantuvo a Arturo Char, hermano de Álex Char, investigado por la Corte Suprema de Justicia por el entramado corrupto de compra de votos que denunció Aida Merlano. También logró la reelección de Ana María Castañeda, esposa del exsenador Mario Fernández Alcocer, investigado por tener nexos con el paramilitarismo.

No se puede dejar atrás a Modesto Aguilera —que repite en la Cámara de Representantes—, denunciado por acto sexual violento en contra de la joven de 18 años,  Guisella Mejía. Se le acusa, además, de haber amenazado a la familia para que guardara silencio, aunque quienes se quedaron calladitos fueron sus padrinos políticos y la dirigencia de Cambio Radical.

En La Guajira, el representante a la Cámara Alfredo Deluque,  cuestionado por tener al ICBF regional Guajira como su fortín político, logró pasar al Senado con su casa ‘Nueva Fuerza Guajira’ comandada por él y su padre, el exgobernador Hernando Deluque, condenado por celebración de contratos sin cumplimiento de requisitos legales y peculado por apropiación. En la Cámara no se quedaron con las manos vacías, llegó Juan Loreto, hijo de la representante a la Cámara María Cristina ‘Tina’ Soto, hoy investigada por compra de votos en las elecciones de 2018.

Otro que se salió con la suya es Jorge Tovar, el hijo del exparamilitar Jorge 40, que se quedó con una de las curules de paz, luego de que 17 aspirantes renunciaran a su candidatura por no tener garantías y haber denunciado intimidaciones y amenazas que les impidieron hacer campaña. Si esto sucedió en campaña, ¿qué representación pueden tener las víctimas de Jorge 40 en el Congreso?

Lamentablemente las curules afro tampoco quedaron en buenas manos, una se fue para Ana Monsalve, hermana del alcalde de Malambo, Rummenigge Monsalve, investigado por la Procuraduría por presuntamente solicitar votos a los funcionaros de la alcaldía a favor de la candidata. La otra fue para el activista de derecha Miguel Polo Polo, cuya elección es cuestionada porque las comunidades afro aseguran que el Consejo Comunitario que le dio el aval es de papel y porque no ha hecho trabajo en las comunidades negras. Polo Polo fue respaldado por la senadora María Fernanda Cabal. No hay que olvidar que estas dos curules dan la posibilidad de conformar dos nuevos partidos políticos, ya que los consejos quedan con personería jurídica.

En Santander, el clan Aguilar, en cabeza del exgobernador condenado por parapolítica, Hugo Aguilar, apoyó a José Alfredo Marín, elegido senador  con 61.000 votos. Marín había trabajado en las campañas a la gobernación de Richard y Mauricio Aguilar. Hubo denuncias que, desde la Gobernación de Santander, hoy en manos de Mauricio, se enviaba publicidad referente a la campaña de Marín.

No podemos olvidar al senador liberal Mario Castaño, investigado por la Corte Suprema de Justicia por, supuestamente, liderar una red de corrupción para quedarse con contratos públicos en varios departamentos. Una semana antes de las elecciones capturaron a varios integrantes de su equipo y él fue vinculado formalmente a la investigación, aún así, sacó la sexta votación más alta de este partido en el Senado.

Aunque es innegable la llegada de nuevas voces al Congreso, el común denominador siguen siendo las maquinarias, los barones electorales que, aún desde una cárcel, son capaces de continuar con sus movidas políticas con tal de no perder el poder que ostentan. Gran responsabilidad tienen los partidos que entregan avales teniendo conocimiento de esto, guardando cómodo silencio ante los cuestionamientos y lavándose las manos, al fin y al cabo lo que buscan es salirse con la suya aumentando el número de curules, no importa a qué precio. El sueño de tener un Congreso renovado y depurado aún es lejano.

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