Paola Herrera
6 Junio 2022

Paola Herrera

Sin poder preguntar

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“No pregunten estupideces”, “ustedes parecen petristas”. Así, con esas acusaciones a los periodistas, terminó el pasado viernes 3 de junio la entrevista que el programa Señal de la Mañana, de Señal Colombia, le hacía al candidato a la presidencia de Colombia, Rodolfo Hernández.

Las respuestas del ingeniero a preguntas válidas como por qué quiere fusionar el Ministerio de Cultura con el de Ambiente y otras sobre sus propuestas, fueron cada vez más subidas de tono. Incluso llegó a insinuar que los comunicadores, que solo estaban haciendo su trabajo de preguntar, preferían “defender a unos zánganos que a 22 millones de colombianos que están aguantando hambre”.

Por supuesto, asumir el rol de atacado ayuda a fortalecer la idea de que los periodistas, al hacer esa clase de cuestionamientos, irrespetan al candidato y, lo que es peor, desinforman y tergiversan lo que él dice. Esta columna surge entonces a raíz del comentario que posteriormente hizo Juan Carlos Ramírez, uno de los participantes de la mencionada y accidentada entrevista, quien aseguró “me preocupa que no le podamos preguntar”.

Sí, a mí también me preocupa mucho ese factor en ambos candidatos, me preocupa que hasta ahora ninguno de los dos, ni Petro, ni Hernández, hayan compartido firmemente su postura frente al respeto por la libertad de prensa en Colombia. Y lo digo porque en un país democrático, como se supone que es Colombia, se debe garantizar el libre ejercicio de los periodistas a investigar, a dar opiniones, informar y difundir noticias con el rigor que eso requiere.

Gustavo Petro no se queda atrás. En el pasado, cuando fue alcalde de Bogotá, su relación con la prensa no fue la mejor, muchas veces él y sus asesores obstaculizaron la labor de los medios y se les cerró la puerta en la cara a quienes objetaron su gestión. Ahora, como candidato, ha tenido varias salidas en falso, por ejemplo, ha estigmatizado a colegas calificándolos como nazis y no ha salido a rechazar categóricamente a quienes aseguran que en un eventual gobierno suyo, RCN se acabará. Qué miedo que se hable de cerrar medios.

Señores candidatos, la libertad de prensa es lo único que garantiza que el ejercicio del periodismo cumpla con su objetivo, que entre otras cosas, es hacer control al poder, es vigilar y es alertar. Bien lo dijo Javier Osuna, profesor del Departamento de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de la Sabana: “El periodismo es una de las herramientas más importantes para que la ciudadanía verifique la transparencia del trabajo de los gobiernos en una democracia”.

Tan importante es que no puede convertirse en el blanco de quien ocupará durante los próximos cuatro años la Casa de Nariño. Si no se respeta a la prensa, no se respetará tampoco al ciudadano, que tiene el derecho a conocer lo que hay detrás de cada decisión de sus gobernantes, de cada peso gastado, de cada acción tomada. El colombiano debe saber la verdad, o por lo menos lo que más se acerque a ella, para tomar decisiones libres y a conciencia.

Y justamente mi llamado a los candidatos y este clamor para que hablen de este tema crucial, es para que cualquiera que sea el presidente de este país durante 2022-2026, no cometa los mismos errores que comete el actual gobierno con los medios de comunicación. La libertad de prensa durante la administración Duque no fue precisamente protegida y, por el contrario, siempre pusieron palos en la rueda al trabajo periodístico en Colombia.

Lo digo con conocimiento de causa. A mí como periodista varias veces me pasó que me negaron información, que me descalificaron desde Palacio por hacer preguntas, que me encasillaron por sacar a la luz pública lo que el gobierno pretendía mantener oculto.

El gobierno Duque es un ejemplo de cómo no se debe tratar a la prensa y de la falta de transparencia con la información. En estos cuatro años los periodistas hemos padecido las decisiones del ejecutivo de mantener todo bajo reserva, de la supuesta confidencialidad, de alargar los términos para responder derechos de petición y de hacer todo tipo de maniobras para seguir escondiendo sus jugadas.

Aun así hemos logrado ponerlos al descubierto, porque hasta nos ha tocado llegar a instancias judiciales para que nos entreguen información que es pública y que todos los ciudadanos tenemos derecho a conocer. Si eso no es atentar contra la libertad de prensa, entonces no sé qué lo es.

Recuerdo cuando el propio jefe de comunicaciones de presidencia hizo varios trinos en los que cuestionó una investigación en la que revelé cómo durante los primeros meses de pandemia, la mayoría de los subsidios a la nómina se quedaron en manos de los grandes cacaos del país y no llegaron a las pequeñas y medianas empresas, que en ese momento eran las más necesitadas.

Pero no he sido la única víctima de ese y otros funcionarios que no rectifican con datos la información publicada sino que atacan, desacreditan y desprestigian a los periodistas que los ponemos en evidencia. Otro caso, por ejemplo, es el de mi colega de Noticias Uno, Juliana Ramírez, quien fue desmentida y atacada por el gobierno cuando dio a conocer que el Archivo Nacional preparaba, con recursos públicos, la impresión de un libro sobre la primera dama, María Juliana Ruiz.

Ella también reveló hace pocos días que la Superintendencia de Notariado convocó a todos los notarios y registradores de instrumentos públicos a un mega evento en Bogotá, cuando faltaban dos días para elecciones, pese a que esas personas eran las encargadas de hacer el escrutinio en sus regiones.

La respuesta del presidente Duque, quien se jacta de decir que respeta a la prensa, fue desvirtuar con un tono burlón una información que era completamente cierta, (incluso la negó en medio del evento que finalmente sí se realizó) y, tras del hecho, afirmar cosas que en la nota de Ramírez nunca se dijeron. Vea pues, mentir para que parezca que es el periodista el que miente, ¡vaya estrategia!.

Podría quedarme escribiendo muchos otros ejemplos que hay sobre cómo nos ha ido a los medios durante este cuatrienio que ya casi termina. Como no hay espacio les contaré solo uno más: el pasado 29 de mayo después de la jornada electoral, se vio al ministro del Interior, Daniel Palacios, llegar al hotel donde el candidato Federico Gutiérrez esperaba los resultados.

Su arribo al lugar fue grabado por una cámara de Noticias Uno y cuando el periodista le escribió al WhatsApp para preguntarle sobre su presencia allí, el señor Palacios, que se ha dedicado todo el tiempo a juzgar y controvertir a los medios que lo cuestionan, respondió así: “Incluyan en su gran análisis periodístico cuántas habitaciones tiene el hotel... Aunque me imagino que eso no les interesa pues no tendría chisme, perdón, noticia”.

Bueno, ese es el talante de los funcionarios que hoy nos gobiernan, que creen que revelar la verdad es contar chismes y que cuando es el Día del Periodista o de la Libertad de Prensa se rebuscan frases y palabras bonitas para darnos contentillo.

Espero, de verdad, que no nos toque repetir esa misma historia con el siguiente presidente, que no sea solo la Flip la que en Colombia trabaje por defender esa causa y que no pasemos otros cuatro años sin poder preguntar. Por favor, respeten nuestro trabajo y dejen de estigmatizarnos.

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