Rodrigo Lara
1 Diciembre 2022

Rodrigo Lara

¿Somos el Tibet de la inversión china en Latam?

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El reciente debate suscitado por la solicitud del presidente Petro de soterrar la línea del metro en el sector de la Avenida Caracas, más que una revisión de un contrato con una empresa común y corriente, constituye en su esencia un acto de negociación entre el gobierno de Colombia y el de la República Popular de China.

Sin entrar en la discusión sobre la conveniencia de soterrar o no un metro en una zona tan densamente poblada como la Avenida Caracas -aun cuando siempre será preferible un metro subterráneo- y sin trenzarnos en la discusión sobre la viabilidad de la solicitud del presidente, el diálogo que se abre entre ambos gobiernos sobre la posibilidad de modificar el contrato, es una invitación interesante para reflexionar sobre el estado de la inversión china en Colombia y en América Latina.

Entre 2003 y 2014 América Latina vivió un boom económico producto de la extraordinaria demanda de materias primas de la economía china y de lo cual Colombia se benefició en gran medida gracias al alza de los precios de los commodities. La devoradora demanda china le permitió a América Latina crecer a pesar de la crisis financiera de 2008-2009, mientras que en ese lapso Europa y Estados Unidos entraban en recesión. El efecto de ese superciclo de materias primas hizo que la región redujera sus vergonzosos índices de desigualdad y ensanchara a la clase media.

Sin embargo, en comparación con nuestros vecinos, Colombia extrañamente ha estado al margen de la formidable llegada de recursos de inversión de capital chino destinados esencialmente a financiar infraestructura y energía.

En efecto, el crecimiento exportador de la China le permitió acumular impresionantes excedentes de ingresos corrientes que luego se convirtieron en reservas extranjeras que a su vez terminaron financiando obras y deuda de gobiernos de todo el mundo. Entre 1999 y 2014, la acumulación de ingresos corrientes por un monto de 2,6 trillones de dólares le permitió a esa nación a constituir reservas internacionales por un valor en 2022 de un poco más de 3 trillones de dólares.

Esa fabulosa concentración de riqueza ha servido para irrigar los mercados financieros globales y para financiar impresionantes desarrollos de infraestructura a lo largo del planeta. Un porcentaje muy grande de esos recursos se usaron, por ejemplo, para comprar bonos del tesoro de los Estados Unidos por un monto que llegó en 2016 a 1,2 trillones de dólares.

En cuanto a Latam, según datos del China Latin America Finance Database del Diálogo Interamericano, en los últimos 16 años el Banco de Desarrollo de la China (CDB) les ha prestado a los gobiernos de Latam cerca de 135 billones de dólares. Por su parte, los cinco grandes bancos comerciales de propiedad, en su mayoría, del estado chino, les han prestado a las naciones de esta región cerca de 62 billones de dólares, de los cuales hasta 2021 apenas 2 billones llegaron a Colombia, concretamente para financiar la vía Pasto-Rumichaca y la de Pamplona-Cúcuta.

En los últimos 20 años, China se convirtió en un competidor regional de los Estados Unidos en materia de inversión extranjera directa. En el momento de mayor auge de la inversión china en la región, en 2016, sus flujos de capital ascendieron a cerca de 183 billones de dólares, una suma no muy lejana de los 299 billones provenientes de los Estados Unidos.

El metro de Bogotá es la primera gran inversión china en Colombia, la cual asciende en teoría a los 4,7 billones de dólares. Esa inversión la trajo el expresidente Duque de su viaje a la China en 2019. Un paquete que incluye financiación de alguno de los grandes bancos de ese país, garantizada por el Banco de Desarrollo (CDB) y fortalecida por las tasas de cambio competitivas que ofrece el banco central de China a sus exportadores. Una oferta imbatible.

Hoy China está transitando de un modelo económico de exportación a uno más enfocado en su demanda interna. Los países como Brasil, Chile y Perú que tienen como primer socio comercial a la China, supieron aprovechar mejor que nosotros el acceso a los mercados de esa gigantesca nación.

Hoy le corresponde a Colombia navegar esa relación en un momento distinto, que nos obliga a buscar un mayor acceso a ese mercado sin perder de vista las crecientes tensiones comerciales y políticas que sacuden las relaciones entre China y Estados Unidos, nuestro primer socio comercial.

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