Luis Alberto Arango
26 Agosto 2022

Luis Alberto Arango

Tributaria para el corazón o para la razón

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La fórmula de la reforma tributaria para buscar justicia en el país puede ser la menos indicada para lograrla.


El presidente Gustavo Petro dijo en su reciente discurso ante el Congreso Empresarial Colombiano - Andi que una delegación coreana le había regalado un libro durante su posesión y que se le había refundido. En este, dijo Petro, se explica que el camino del éxito de Corea del Sur, previo a su proceso de industrialización, se debía primero a la gran reforma agraria que habían hecho. Es urgente que en Palacio puedan encontrar el libro, para que el presidente y su gobierno lean atenta y cuidadosamente que la reforma agraria era tan solo el abrebocas de los primeros capítulos. Fueron la educación y el apoyo decidido a la industrialización los que lograron el éxito de ese país. Pasaron de ser considerados inviables y en extrema pobreza, en la década de los cincuenta, a ser la décimo segunda economía del mundo y un país donante de la Ocde.

“…mientras más empresas hay en una región, menor es el índice de pobreza monetaria y viceversa”.

Para aterrizar la importancia de la industria al caso colombiano, una noticia reciente del diario La República presenta un análisis del centro de pensamiento Libertank sobre la importancia de las empresas en el país. Ellos analizan el índice de pobreza monetaria de las regiones en Colombia y evidencian que es inversamente proporcional al número de empresas que hay en cada una de ellas. Es decir que mientras más empresas tiene una región, menor es el índice de pobreza monetaria y viceversa. Pueden leer el informe de La República en este enlace.

La relación entre el número de empresas en una región y la pobreza monetaria demuestra que la pobreza no se combate únicamente repartiendo la riqueza. Hay que impulsar el crecimiento empresarial, con responsabilidad, para lograr mayor riqueza y una redistribución justa para combatir la pobreza.

“Hasta ahora el mensaje que está enviando el gobierno es: hacer empresa o negocios en Colombia significará pagar mayores impuestos”.

En estas tres semanas de gobierno, a mi modo de ver, el presidente Gustavo Petro y sus ministros no han logrado conectarse ni convencer a los empresarios. Al sector empresarial no se le pueden enviar mensajes que no estén relacionados con propuestas concretas. Y no estamos hablando de conectarse con los grandes empresarios del país. En el año 2020 un poco más de 534.000 empresas declararon y pagaron billones en impuestos además de generar millones de empleos. Hay que conectarse con todos los que están detrás de las decisiones empresariales de esas más de 534.000 empresas de todos los tamaños y en todos los sectores de la economía colombiana. (*)

Hasta ahora el mensaje que está enviando el gobierno es: hacer empresa o negocios en Colombia significará pagar mayores impuestos. No un poco más sino bastante más. Será tal el nivel de impuestos que lo más probable es que se desincentive hacer empresa. Las nuevas cargas tributarias también afectarán el periodo de retorno de una inversión. En mis cálculos, si el retorno esperado de una inversión es de seis años, este periodo podría aumentar hasta en un 60 por ciento, aproximadamente, pasando a casi diez años debido al marco de impuestos propuesto por la nueva reforma tributaria.(**)

“La fórmula propuesta por la reforma tributaria, desde ya comienza a tener consecuencias negativas para la economía colombiana”.

El proyecto de reforma del gobierno Petro apaciguará el corazón de sus inspiradores y redactores, quienes en búsqueda de justicia social decidieron que el mecanismo más expedito para lograrla era, entre otras cosas, aumentar los impuestos al sector productivo del país para financiar los programas sociales de este gobierno. Pero una cosa es lo que quiere el corazón y otra el surcar las realidades y expectativas económicas y emocionales de los agentes de la economía.

La fórmula propuesta por la reforma tributaria, desde ya comienza a tener consecuencias negativas para la economía colombiana. El nuevo gobierno quiere revivir el impuesto al patrimonio, modificar sustancialmente las reglas de la ganancia ocasional y gravar los dividendos con tasas hasta del 39 por ciento, después de que las utilidades que las originan hayan pagado un impuesto del 35 por ciento a nivel corporativo, además de aplicarles a los dividendos una retención del 20 por ciento. Estos son fuertes cambios tributarios que afectan a las empresas, a los empleados y a las personas naturales que hacen empresa, sin importar si es grande o pequeña. Lo propuesto por el equipo de gobierno va, además, en contravía de lo que el presidente Petro prometió en campaña sobre su intención de promover la industrialización del país y de disminuir la tasa de impuestos corporativos.

La desconexión entre lo que se dice y se hace no habría pasado de ser una anécdota si todavía siguieran en campaña política, pero gobernando el resultado es desalentador para la recuperación que llevaba la economía colombiana. Seguramente los autores de la reforma nunca anticiparon los efectos negativos y tempranos de su propuesta, que desde ya se comienzan a evidenciar. Hay empresas descapitalizándose mediante el reparto de utilidades extraordinarias para que no sean gravadas nuevamente en cabeza de los socios personas naturales a partir del próximo año; otras han suspendido las inversiones en maquinaria y equipo, salvo que sea absolutamente necesario e indispensable hacerlas; también están las que han cancelado planes de expansión en el país, mientras que grupos empresariales más pudientes no descartan desarrollar nuevos proyectos fuera de las fronteras colombianas.

Así las cosas, la añorada justicia que procuraba buscar la reforma tributaria va a ser más esquiva que antes. Los intentos del gobierno, en particular del ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, al decir que van a hacer revisiones aquí y allá al texto de reforma, se opacan por mensajes como los de la ministra del Trabajo, Gloria Inés Ramírez, lanzando frases que estigmatizan a los empresarios o por el mismo Petro que en sus soliloquios para sustentar algún argumento en sus discursos, vuelve a hablar de lugares comunes sobre la justicia social que busca su reforma, sin explicar cómo es que realmente la va a conseguir.

Pide el ministro Ocampo que le den ideas que reemplacen los impuestos propuestos. Pienso que la solicitud es en parte equivocada, pues reafirma el cortoplacismo de la visión del gobierno. La solicitud correcta es más bien pedir que entre todos propongamos cómo propulsar el crecimiento responsable del país para crear riqueza y luego sí repartirla en búsqueda de la justicia que proclaman y a la que otros le agregarían la palabra equidad.

Paralelo a las ideas, no sobran las comparaciones que también inspiran al progresismo de izquierda o al presidente Petro cuando se refieren a países para imitar, como lo son, por ejemplo, Corea del Sur o Suecia. Mientras que la tasa corporativa en Colombia sigue siendo una de las más altas del mundo con 35 por ciento, Corea del Sur tiene tasas progresivas del 10, 20, 22 y 25 por ciento y además incentivos tributarios por incrementar mano de obra e inversiones en maquinaria y equipamiento. Por su parte, Suecia tiene una tarifa plana del 20,6 por ciento.

Ni Corea del Sur ni Suecia tienen impuesto al patrimonio. Suecia lo abolió en 2007 cuando entendió que ese es un impuesto distorsionante de la actividad económica y que hizo que grandes capitales se fueran del país. En Colombia, el proyecto de reforma propone revivirlo de manera permanente y con reglas de cálculo más agresivas de lo habitual, creando un mayor ambiente de animadversión a quien tenga empresa y capital en Colombia.

Corea y Suecia tienen tasas progresivas del impuesto a las personas, pero la combinación entre la tasa sociedad-socio de dichos países es inferior a la que terminaría pagando Colombia con la nueva reforma y que llegaría a ser casi del 70 por ciento.

Con respecto a las herencias, la propuesta del gobierno Petro busca gravarlas con tasas marginales que van del 0 hasta el 39 por ciento. En Corea del Sur tienen tasas marginales que van desde el 10 hasta el 50 por ciento y en Suecia el impuesto a las herencias es del cero por ciento. Es decir que en Suecia no hay impuesto a las herencias.

Las empresas son las que generan empleo y riqueza para todos: para sus clientes, empleados, familias y socios. Claro que hay fortalecer los programas sociales del gobierno y claro que la estructura tributaria debe ser progresiva. Pero no se trata de comerse la vaca sino de ordeñarla y permitirle tener crías para que el hato siga siendo sustento para todos. Lo sustancial es que las tasas de impuestos o los rubros que se proponen gravar no terminen siendo una carga de tal tamaño que deje de ser atractivo generar empresa en Colombia y por lo tanto empleo y riqueza para el país. Una cosa es lo que quiere el corazón y otra la realidad a la que se enfrenta la razón.

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(*) El número exacto de empresas corresponde a 534.981 casos del informe de agregados de las declaraciones de renta y complementarios de las personas jurídicas para el año gravable 2020 elaborado por Subdirección de Estudios Económicos - Dirección de Gestión Estratégica y de Analítica de la Dian y que se encuentra disponible al público en la sección de estadísticas del sitio web de la Dian.

(**) Cálculo simplificado desde el punto de vista del socio persona natural que hace una inversión mediante una empresa. Divido el monto de una inversión entre la utilidad neta corporativa después de aplicar la tasa corporativa del 35 por ciento para determinar en cuantos años de utilidad neta se recupera la inversión versus lo que propone la reforma tributaria, para ello divido el monto de esa misma inversión entre el resultado de la utilidad neta final después de aplicar la tasa corporativa del 35 por ciento y luego aplico, a la utilidad neta, la tasa marginal más alta del 39 por ciento a nivel del socio como persona natural. No considera las fórmulas de UVT para el cálculo de la base gravable para aplicar el 39 por ciento, ni considera valores terminales de la inversión ni considera el valor del dinero a través del tiempo.

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