Daniel Schwartz
17 Mayo 2022

Daniel Schwartz

Un chiste malo

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Entiendo a Daniel Quintero. Yo también he hecho chistes malos que se me vuelven un problema. Nunca he perdido un trabajo por eso, pero decir algo inapropiado en un momento inapropiado (quizá el mejor escenario para la comedia), y que eso me cueste todo tipo de críticas y calificativos, es también un rasgo de mi personalidad.

Colombia es un país que ríe a carcajadas y que al mismo tiempo no sabe de qué se ríe. Nuestra comedia es la del chiste, el chascarrillo, el humor de doble sentido; muchas veces no entendemos por qué nos reímos, pero nos reímos a carcajadas por lo que sea. Al mismo tiempo, despreciamos el humor, difícilmente identificamos un chiste malo y nos cuesta entender que un chiste es solamente un chiste. O nos reímos de forma exagerada de cualquier idiotez, o esa idiotez es justificación suficiente para destituir a un alcalde y crear escándalos donde no los hay. Porque si hubiera sido otro alcalde quien hace el chiste que hizo Quintero, si con la bromita esa persona hubiera revelado su afinidad con el candidato opuesto, también se habría formado el gran escándalo, también se habría interpretado como una provocación reprochable.

Lo que quiero explicar es que la destitución de Daniel Quintero como alcalde de Medellín no tiene razón de ser si se le mira desde la perspectiva del humor. La Procuraduría, esa inútil institución que cuesta billones mantener y cuyas labores pueden ser fácilmente reemplazadas por otras entidades, actuó de forma exagerada y con claros motivos políticos. Como muchos ya han señalado, parece que los sesgos políticos –y los favores– de la procuradora Cabello son el aliciente para destituir a una figura pública que, con pretendido ingenio, reveló su apoyo a la candidatura de Gustavo Petro. Y aunque Andrés Fabián Hurtado también fue suspendido como alcalde de Ibagué por apoyar a Fico Gutiérrez, el candidato del Gobierno, llama la atención que la vehemencia de los órganos de control no fue igual con Iván Duque, quien ya en varias ocasiones ha manifestado su apoyo a Fico. Más grave aún es que no haya habido siquiera un llamado de atención a las declaraciones públicas del general Eduardo Zapateiro, que, como funcionario de las Fuerzas Militares, le declaró la guerra al candidato que posiblemente ganará la Presidencia.

Pienso que la ley que prohíbe la participación en política de funcionarios públicos debe ser revisada. No solo porque permite manoseos abusivos motivados por sesgos políticos, sino también porque no está mal que un funcionario diga, a título personal, cuál es el candidato que le gusta. Siempre y cuando no esté moviendo recursos e influencias para que gane el candidato de su preferencia, que haga el chiste o el comentario que se le venga en gana. Porque otra cosa que no hemos entendido es que un chiste es solo un chiste. El video de Quintero diciendo que el cambio es en primera, estoy seguro, no convenció a ningún antipetrista de votar por Petro y tampoco es evidencia de que la Alcaldía de Medellín está haciendo uso de sus facultades para movilizar a la ciudadanía en favor de Petro. Por favor.

Aunque la decisión de la procuradora es exagerada y tiene claros tintes políticos disfrazados de legalidad, Quintero incumplió la ley con una actuación muy ingenua. Que, si Duque hizo lo mismo y a él no lo destituyeron, nada de eso importa. Lo que importa es que Quintero incumplió una norma y debe enfrentar las consecuencias. Lo mismo pasa cuando uno hace un mal chiste: paga las consecuencias. Y Quintero incurrió en ambas fallas, malo el chiste y por fuera de la ley.

Por eso, decir que hubo un golpe de estado es tan exagerado como la destitución misma. Tampoco es un “golpe de estado suave” como el del procurador Alejandro Ordóñez cuando Petro era alcalde de Bogotá. Que haya intereses políticos y dobles raseros no significa que estemos viviendo un golpe de estado.

Todo el episodio es tan absurdo que da risa y parece un chiste. La mala broma de Quintero hizo que lo destituyeran, y eso le dio arrestos para pararse en el balcón a dar mensajes proselitistas, pero sin el charm de Petro o Evita Perón. Muchos dijeron que vivimos en una dictadura, denunciaron un golpe de estado, y todo por un chiste francamente flojo. Esa es la verdadera comedia. Y digo comedia por no decir tragedia, porque pienso que es mejor reír que llorar.

Colombia no sabe hacer chistes y quizá por eso es un país que no comprende su tragedia. El mal chiste de Quintero provocó las dos reacciones más desatinadas a un chiste malo: el escándalo y los aplausos. O Quintero merece la destitución o es muy ingenioso. Ambas están mal. Ni debe ser destituido ni debe ser felicitado, pues su chiste fue tan malo como lo ha sido su alcaldía.

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