Valeria Santos
16 Marzo 2022

Valeria Santos

Un poquito de esperanza

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Nos quieren poner a votar otra vez entre el miedo y la rabia. La reflexión, ponderación, racionalidad y pragmatismo desaparecen cuando el país tiene que escoger de nuevo entre dos extremos. Si bien el exceso de esperanza –esperar confiado– nos viene alejando cada vez más de una presidencia de centro, quiero pensar que Sergio Fajardo aún puede evitar el gran cataclismo.

Las elecciones del 13 de marzo fueron una derrota para el centro. Pero no todo está perdido. Y aunque me pueda estar alejando caprichosamente de la lógica y escribiendo descaradamente con el deseo, la esperanza es lo último que se pierde.

Puede haber esperanza, aunque no en exceso, en las personas que votaron las legislativas y no en las “primarias”. De las aproximadamente 18 millones de personas que votaron las elecciones al Congreso, solo 12 millones votaron por los candidatos de las consultas. Estos 6 millones de votos no parecen estar definidos en ninguna de las candidaturas de derecha o izquierda, que juiciosamente lograron que sus seguidores pidieran el tarjetón de las consultas, y podrían ser conquistados por el centro. O deberían, ya que hoy están a la deriva más votos de los que ganaron cualquiera de las consultas.

Pero también hay esperanza porque ni la victoria de Federico Gutiérrez ni la de Gustavo Petro fueron aplastantes.

La coalición del Equipo por Colombia sumó en total 3.639.984 votos, casi 2.500.000 votos menos que la consulta de la derecha de 2018, donde Iván Duque ganó con 4 millones de un total de casi 6 millones de votos. Además, Federico Gutiérrez, Fico, ganó con 2.160.329 votos, apenas 600.000 más de los 1.538.882 con los que la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez perdió en 2018 contra el presidente Duque, y casi 700.000 votos menos de los 2.853.000 con los que Gustavo Petro ganó en la coalición de la izquierda en 2018. Es decir, la victoria de Fico fue más bien mediocre.

Pero, ¿dónde están esos 2.500.000 votos que no participaron esta vez en la consulta de la derecha y sí lo hicieron en la de 2018? La respuesta, aunque no puede ser definitiva, sí podría inferir que, si el Centro Democrático votó juicioso por la consulta del Equipo por Colombia, estos votos pueden representar a ciudadanos desilusionados del gobierno de Iván Duque que buscan otra opción. Una alternativa que, para un votante que fue de derecha, difícilmente pueda ser la de Gustavo Petro.

Habría que analizar también cómo le afecta a Fico convertirse en el candidato del expresidente Álvaro Uribe Vélez. Hoy el uribismo no es una fuerza mayoritaria. La debacle electoral del Centro Democrático en las legislativas fue contundente. Perder 21 curules en el Congreso, con la mermelada del Gobierno y el favoritismo descarado de la administración de Duque, es una derrota monumental.

La derecha en Colombia ya no es monolítica y puede llegar dividida a las presidenciales. Según la mayoría de encuestas, Rodolfo Hernández se perfila como el candidato con la segunda mayor favorabilidad y esa fragmentación de la derecha podría entregarle a Sergio Fajardo un cupo en la segunda vuelta.

Por otro lado, la victoria de Petro en la consulta del Pacto Histórico, aunque fue contundente y le aseguró un cupo en la final, no fue lo suficientemente amplia para garantizarle la victoria en la primera vuelta. Aunque el líder de la izquierda ganó con aproximadamente 4.500.000 votos de casi 5.500.000 del total de la consulta del Pacto Histórico, para ganar en primera vuelta necesita asegurar casi 11.000.000 de votos.

Es difícil que Gustavo Petro no haya alcanzado su techo y pueda duplicar la votación por el Pacto Histórico en dos meses. Según las encuestas, el techo de Petro está en el 30 por ciento del electorado, mientras en el centro se identifica la mayoría del país. Aun si el Partido Liberal entra al Pacto Histórico como consecuencia de la venta al mejor postor del expresidente César Gaviria, ganar en primera vuelta es casi imposible.

Y si Gustavo Petro no gana en primera vuelta, existe una alta probabilidad de que pierda la Presidencia. El miedo al “castrochavismo” es una categoría externa, casi esquizofrénica, que aún logra cohesionar a una gran parte del país. Si bien Colombia ha cambiado, el antipetrismo seguiría triunfando en la final, prueba de ello es que a pesar de que el Pacto Histórico ganó 16 curules en el Senado y 25 en la Cámara de Representantes –por primera vez en la historia la bancada más grande del Congreso es de izquierda–, los partidos tradicionales siguen teniendo el control de la mayoría del Legislativo.

Por lo anterior, la estrategia del centro debe ser conquistar votantes indecisos. El gran error de la Coalición de la Esperanza fue crear una identidad antagónica. La mano inquisidora que juzga y divide en el nombre de los buenos no es atractiva, ni puede llamarse una opción real de centro.

Si Sergio Fajardo quiere ganar tiene que unir, construir puentes y trascender con un mensaje esperanzador, pero racional y pragmático sobre el futuro de nuestro país. Entender los problemas para poder encontrar soluciones implica necesariamente despojarnos de la vieja costumbre de buscar culpables para poder proclamarnos salvadores. Se equivocó la coalición de centro cuando nos quiso dividir entre buenos y malos. No más maniqueísmo, moralismos, ni cinismo.

El centro también puede acercarse a los votantes de Francia Márquez. Son 783.160 colombianas y colombianos que votaron por Francia, pero no necesariamente por Petro. Son votantes de opinión que creen que las grandes transformaciones deben partir desde el feminismo y que han visto cómo Gustavo Petro ha desechado todo el proyecto político feminista de Soy Porque Somos.

La estrategia de todos los frentes será anular las posibilidades de Sergio Fajardo. El reto es demostrar que el centro sigue vivo. Y aunque escribo desde mis emociones, les recomiendo no votar emocionalmente. Tanto la izquierda como la derecha nos necesitan viscerales y paranoicos. Únicamente les servimos pasionales e irreflexivos.

Más vale que la Coalición Centro Esperanza se enfoque en propuestas que resuelvan las verdaderas demandas sociales. Empleo, educación, hambre, violencia, medioambiente son las palabras que deberían protagonizar el debate electoral. Sergio Fajardo se debe alejar de la retórica del miedo y la rabia. El centro se construye uniéndonos y mirando hacia adelante, así sea solo con un poquito de esperanza.

 

 

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