Sebastián Nohra
7 Agosto 2022

Sebastián Nohra

Una bomba al Ministerio de Trabajo

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Una de las carteras más mediáticas es la de trabajo pero, en términos reales, el margen de maniobra que tiene es de cortas alas. Puede ofrecer algún norte y ser un eje político de diálogo entre sectores, pero a la hora de la verdad, las variables que mueven la aguja del sistema laboral y del clima de negocios se reforman en el Congreso. El Código Sustantivo del Trabajo, la confianza y el sistema tributario son las reglas de juego que le permiten o no a un país tener una baja tasa de desempleo.

Ahora es un ministerio con mucho eco y muy buscado por los medios. Ladra mucho pero muerde poco. Gustavo Petro eligió para comandarlo a Gloria Inés Ramírez, saliente senadora del Polo Democrático, licenciada en física y matemáticas, con una importante trayectoria sindical y simpatizante del pensamiento comunista. Según hemos visto en distintas declaraciones suyas a lo largo de su carrera, es una mujer vehemente y que jamás ocultó su respaldo al proyecto chavista y a la centenaria teoría de la lucha de clases como motor de la historia y principal tensión de los problemas que surgen de la relación patrono-obrero.

Su designación es, quizá, la más provocadora e interesante para analizar del gabinete de Gustavo Petro. Es una caricatura sugerir que con ella vendrá la construcción de un proyecto socialista. Para eso se necesita que casi todo el gobierno, el Congreso y el clima de opinión se sientan cómodos con la estatización de la economía. No es que estemos curados de eso, pero es un proceso largo y que hoy es muy lejano.

Pero también sería necio decir que su elección le será indiferente a las voces poderosas del sector privado y que al representar una ideología “perseguida” y que fue prohibida en partes de nuestra vida republicana es un mero acto de simbolismo y reivindicación histórica. No. A un ministro se lo trae con su trayectoria e ideas, que es lo que importa. El simbolismo está muy bien para el 7 de agosto. Ya después a trabajar, dejar la carreta y hablar de números.

La ministra Ramírez ha pertenecido a movimientos (CUT, Polo, Fecode) que han trabajado intensamente por promover una reforma laboral (con más controles y rigidez), reducir la jornada laboral sin tener en cuenta aumento de la productividad, por más primas y costos de contratación y por castigar apps de comida y transporte. Toda una carta de presentación antiempresa y en línea con su formación ideológica.

Acá llegó, y digámoslo de una vez y bien alto, alguien que cree que el empresario per se es un explotador y que todo el sistema jurídico-político debe diseñarse para atarle las manos a ese ser que extrae del trabajador una tasa de ganancia ilegítima producto del robo. Esto no es opinión. Es lo que el comunismo y la formación intelectual de Martínez sostienen. Y, esa es la señal que Petro le envía al sector productivo para intentar reducir unas históricas e inaceptables tasas de desempleo e informalidad. Su búsqueda irá a consolidar el estado de cosas: más rigidez, costos laborales, centralismo y discrecionalidad para el Estado. Menos respeto por los contratos entre particulares y menos libertad empresarial.

Estas líneas van en la dirección contraria de las recomendaciones de los organismos más prestigiosos en la materia. La ministra parece pensar que solo aumentando consumo y gasto de hogares se generará un flujo de ingresos que le permitirá crecer y nacer a miles de Pymes. Serán ella y el Estado, y no los empresarios, los más capacitados para interpretar las necesidades, costos, salarios y horas de trabajo que la economía necesita.

No llega una mano invisible a la cartera de trabajo sino una mano muy visible. Invasiva, todopoderosa y desconfiada de la actividad empresarial. Petro ratifica el desprecio que ese ministerio ha tenido por los técnicos y expertos, y el amor que le tiene a los políticos y sindicalistas.

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