Velia Vidal
20 Mayo 2022

Velia Vidal

Una carrera de fondo

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Por esos temas migratorios, que a veces están plagados de absurdos, a finales del año pasado no pude ingresar a Alemania desde Inglaterra, ni por un día, para recoger mis maletas y regresar a Colombia. Así que se quedaron en Berlín los libros que había comprado, las revistas que había recogido por ahí en museos, en la feria del libro de Madrid, las postales, los regalos y casi toda mi ropa, la que traje a un viaje de tres meses y la que compré para lidiar con el frío de octubre y noviembre. De regreso en Berlín, hace dos semanas, me encontré con mis maletas y la ropa que ahora ya no me queda, algunos regalos cuyos destinatarios cambiaron de importancia en mi vida, libros que ahora no entiendo por qué compré y objetos que fueron a parar directamente a la basura. Me detuve en una de las revistas y encontré una entrevista a Esther Mamadou, una abogada y activista africana especializada en derechos humanos y antirracismo que ha trabajado en distintas partes del mundo. Las palabras precisas para el momento preciso a veces están guardadas donde menos lo esperamos. Y ahí, en mi maleta empolvada, estaban las palabras de Esther para alentarme en mi búsqueda de esperanza. “La lucha contra el racismo es una carrera de fondo y no voy a ver el final, aunque tenga tres vidas. Lo que hago es para las personas que vendrán después, para que vivan en un sistema mejor que en el que yo he estado”.

Como respuesta a mi columna de la semana pasada, uno de los lectores escribió, luego de un valioso reconocimiento a mis letras: “No nos podemos quedar en la contemplación intelectual, es necesario comprometer nuestro intelecto, de la teoría a la praxis”. Mientras leía sonreí con alegría porque tengo la fortuna de haber empezado con la praxis.

Escribo. Y lo hago con la consciencia del poder de las palabras, en una actitud amorosa y con frecuencia pedagógica, porque creo que muchas prácticas racistas son producto del desconocimiento. Lo que no las hace menos racistas, pero da la posibilidad de que sean mitigadas en la medida que se haga consciencia sobre ellas.

Leo y estudio. Hurgo en las palabras de otros que han escrito en este y en otros tiempos, sobre la materialización del racismo y las muchas formas de resistencia, sus efectos en las emociones y la vida cotidiana. Me gusta leer a quienes saben poner en palabras simples el entramado tan complejo del racismo, la exclusión, las relaciones de poder y las interseccionalidades.

Lidero una organización, la Corporación Educativa y Cultural Motete, que trabaja en el Chocó todos los días desde hace casi seis años, en la garantía del derecho a la cultura y, en especial, el derecho a la lectura. Con programas y contenidos propios que tienen como eje transversal el enfoque diferencial, es decir, que reconocemos las mayorías afros e indígenas en nuestro departamento, y nos ocupamos de que nuestras iniciativas sean coherentes con ello, que aporten al autorreconocimiento y fortalecimiento de la autoestima de niños, niñas y adolescentes, y al desarrollo de su pensamiento crítico y su autonomía. En este momento hacen parte de nuestros programas más de 1.600 familias, gracias a aliados que creen en lo que hacemos y lo financian, como la Fundación SURA y Tinker Foundation. Tenemos tres bibliotecas y tres puntos de lectura que siguen esperando aliados para tener las condiciones que soñamos, pero que no dejan de prestar servicio a las familias que están en los programas. Lideramos la Fiesta de la Lectura y la Escritura del Chocó (Flecho); tejemos nuestras acciones con las de otras organizaciones de base como la Comisión de Género de Cocomacia, los Guardianes del Atrato o el Foro Interétnico Solidaridad Chocó.

Soy consciente de lo monotemáticos que podemos parecer algunos, por insistir en temas que semana tras semana parecen anunciarnos que empeoran en vez de mejorar: en esta que concluimos, por ejemplo, la tendencia que posicionaron para decirle “bruta” a Francia Márquez, en la mayoría de los casos venía acompañada de la palabra “negra”, como si en algo tuvieran que ver su origen étnico con sus desaciertos como política.

Monotemáticos, insistentes; pero en una carrera de fondo los atletas no se detienen porque su ejercicio sea repetir zancadas una y otra vez. Por fortuna en esta carrera las zancadas se corren de formas tan diversas como la escritura, las conversaciones o la praxis.

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