María Jimena Duzán
19 Marzo 2022

María Jimena Duzán

Uribe, el pirómano

"Uribe, que hace cuatro años puso a Iván Duque, que maneja desde su finca los hilos del poder en la Fiscalía, en la Procuraduría y que bendijo el nombre de Alexander Vega para que fuera elegido como registrador, ahora, que resultó derrotado, incita a sus huestes a que desconfíen de las instituciones que él mismo controla y a que pongan en duda la gestión de un registrador que es de su entraña".

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Lo que nos faltaba: un Uribe derrotado, sin alas y con el ego vuelto añicos, ha salido a pedirle a sus huestes que desconozcan los resultados electorales del 13 de marzo en los que el petrismo se convirtió en el gran ganador. ¨Estas elecciones dejan toda la desconfianza¨ , ha dicho Uribe desde su trono a punto de hundirse en las arenas movedizas de la derrota. "Los E14 llenos de tachones, enmendaduras, firmas que no coinciden.  Además de las inconsistencias, la abrumadora votación del petrismo en zonas de narcotráfico. No se puede aceptar este resultado".

"Lo que menos necesitamos es crear una desconfianza sobre la legitimidad de los resultados electorales, así nos haya tocado un registrador tan cargado y un Consejo Nacional Electoral tan cuestionado. Las democracias se defienden en las urnas".

De no creer. Uribe que hace cuatro años puso a Iván Duque, que maneja desde su finca los hilos del poder en la Fiscalía, en la Procuraduría y que bendijo el nombre de Alexander Vega para que fuera elegido como registrador, ahora, que resultó derrotado, incita a sus huestes a que desconfíen de las instituciones que él mismo controla y a que pongan en duda la gestión de un registrador que es de su entraña. El colmo del absurdo. Es como si el titiritero culpara a los títeres de su fracaso. Y claro, todo porque en el oráculo del poder, a Uribe, le vaticinaron que el que debía haber ganado las elecciones era su partido y no el de Gustavo Petro. Como eso no sucedió, pese a los ríos de mermelada que corrieron, mandó al carajo la democracia y sus instituciones y anda en plan de macho alfa, con ganas de emberracar a medio país, para ver si calma su propia ira.

Negar la votación que obtuvo el petrismo en las pasadas elecciones no solo es mezquino, es también un acto propio de un déspota, de quien cree que la democracia colombiana es un traje hecho a su medida, para que él y el uribismo lo vistan por siempre. Esa percepción de que la democracia es buena cuando el uribismo triunfa en las urnas y mala y espuria cuando gana la izquierda de Petro, demuestra  que Uribe es un expresidente que no cree en la democracia y que en cambio se siente cómodo en las autocracias que son la base de los populismos. Pero además, el miedo a perder el poder, es también el miedo a perder sus privilegios, entre los cuales está el de la impunidad.

"El palo no está para cucharas. Con un registrador como Alexander Vega, al que le importa un bledo darle garantías a la oposición, todo puede suceder".

Uribe es aún más ruin al decir que los que votaron por Petro son narcos. Con esa patraña  irrespeta a todos los colombianos que votaron por el candidato del Pacto Histórico. En Colombia todos los colombianos tienen el derecho de votar por el partido y el candidato que quieran. Para Uribe, los colombianos de bien solo son los que votan por él. Los demás, son la escoria.

El expresidente, con esta salida en falso tan peligrosa, no solo confirma que sigue siendo el mismo déspota de siempre. También demuestra que es un muy mal perdedor y que está dispuesto a incendiar al país con tal de quedarse en el poder.  

Uribe también pretende cuestionar con mentiras el resultado electoral, para ver si logra deslegitimar los reclamos que han hecho los sectores alternativos como el del Pacto Histórico, el Nuevo Liberalismo, algunos verdes y Fuerza Ciudadana. En el caso del Pacto Histórico, sus reclamos tienen que ver con el mal diseño de las actas de escrutinio elaboradas por la Registraduría. Desde que se conoció el diseño del acta, tanto la Moe como el Pacto Histórico alertaron a la Registraduría sobre el hecho de que el logo de ese partido quedaba muy abajo y que esa mala ubicación se iba a prestar para que a la hora de la transmisión de datos se corriera el riesgo de omitir esos votos. Debido a que había ese inconveniente, el  Pacto Histórico decidió contratar a una firma para que le hiciera una valoración de las mesas luego de las elecciones del domingo pasado. El lunes por la mañana, en su muestra, se prendió una primera alarma al descubrirse que había 29.000 mesas sin votos del Pacto. Una segunda alarma se prendió cuando se hizo la comparación con el Partido Conservador y Liberal, similares en votación y se encontró que había 4.000 mesas sin votos para cada uno de esos partidos. Con esas inconsistencias,  el Pacto Histórico hizo el reclamo y las autoridades electorales respondieron rápidamente lo que permitió que en muy poco tiempo se recuperaran cerca de 600 votos.

No me atrevería todavía a hablar de fraude electoral, así las cosas no pinten bien en la Registraduría ni en el Consejo Nacional Electoral. Prefiero ser cauta, como Álvaro Echeverry, el experto en derecho electoral que está asesorando al Pacto Histórico en este reclamo. Él me aclaró varias cosas. Una de ellas es que el fraude electoral se produce cuando se descubren unas inconsistencias, se hace el reclamo y las autoridades electorales no hacen nada. Según Echeverry,  en esta oportunidad se hizo el reclamo, de inmediato se movieron las cosas y se recuperaron los votos.

El palo no está para cucharas. Con un registrador como Alexander Vega, al que le importa un bledo darle garantías a la oposición, todo puede suceder. Hace unos meses, cuando la oposición fue a pedirle garantías, el, en lugar de tranquilizarla le respondió con una piedra. "El que no sienta garantías, no debería presentarse", les dijo de manera displicente, como si fueran un estorbo. 

Lo que menos necesitamos es crear una desconfianza sobre la legitimidad de los resultados electorales, así nos haya tocado un registrador tan cargado y un Consejo Nacional Electoral tan cuestionado. Las democracias se defienden en las urnas.  

La oposición y, en especial el petrismo, debería seguir atento, con las antenas puestas pero sin deslegitimar los resultados electorales. Y el uribismo debería calmarse, aprender a aceptar la derrota, de la misma forma como muchos que votamos por el sí, aceptamos la derrota del No en el plebiscito. 

A la democracia hay que respetarla, siempre, sobre todo, cuando se pierde. Tratar de desconocer los resultados y convertir la alternancia en el poder en un salto al vacío, es lo que hacen los castrochavistas…como Uribe.

Uribe piensa que es Petro. Pero el verdadero peligro de volvernos un país castrochavista viene de Uribe, del uribismo y de sus títeres que se aferran al poder. 

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