Alejandro Villanueva
28 Abril 2022

Alejandro Villanueva

Vencimos y pronto será hermoso

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Seré sincero, empezar a escribir esta columna fue algo complejo. Se cumple un año de lo que muchos llamaron “el estallido social” La necesidad de escribir sobre esto era inminente, mucho que contar, y mucho que pensar. Va más allá de recordar en modo aniversario sentimientos nostálgicos hacía una esperanza de unión apoyada en las banderas del cambio político-cultural anhelado por unos ríos de gente de los que no se veía ni el final ni el inicio.

Recae en reflexionar sobre los sucesos protagonizados por la sociedad en general, curas, madres, padres, jóvenes, profesores, empresarios, taxistas, camioneros, entre otros. Que pusieron a los medios a mentir, los políticos a prometer, y al Gobierno a tapar.  

Actualmente, entiendo que la victoria no se encontraba en bajarnos un petardo y cambiarlo por otra gente aún más inepta. Se hallaba en que una gran parte de la sociedad colombiana se diera cuenta de que no necesitaba ver a Venezuela para apreciar a un dictador, a un loco perpetrado en el poder que está dispuesto a dar órdenes a través de Twitter mientras avala paramilitares urbanos antes de perder el control de lo que él cree que es su finca. Por tanto, para mí, le ganamos al gobierno, le ganamos al statu quo.

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Decir que Colombia llevaba dormida y despertó por una reforma tributaria es desconocer las luchas, derrotas y logros anteriores del movimiento estudiantil, social y popular. Sin embargo, los principales actores de tales hechos fueron sindicalistas, campesinos, dirigentes, estudiantes y militantes, aparte, en Colombia de eso que García Márquez llamaba “prestigio moral” viene el estrato como apellido. 

El prestigio moral es proporcional al impacto mediático sobre sus acciones y la justificación o condena de su muerte. Antonio Caballero plantea en sus escritos que tal mentalidad se ha venido justificando a través del tiempo, a la vez que el fortalecimiento popular de la oligarquía, generando muertes necesarias y vidas valiosas. Mentalidad que hoy en día tiene a personas justificando las doctrinas de Álvaro Uribe. Para evidenciar esto no hace falta más allá de unas simples preguntas:

¿Si las 6.042 víctimas hubieran sido estudiantes de las universidades de los Andes, la Sabana, Javeriana, Rosario, lo justifican como un mal necesario?

Si el plan pistola ejecutado en la UIS hubiera sido llevado a cabo en el Colegio de Estudios Superiores de Administración (Cesa), ¿Jaime Camacho Pico estaría libre?

Una reforma tributaria bajo el contexto de la pandemia fue el Florero “Social” de Llorente, en Colombia pasaron, pasan y pasarán todo tipo de arbitrariedades más allá de la recaudación del fisco. Pero fue a través de los impuestos que la gente que en sus sueños se creía Sarmiento Angulo se dio cuenta de que no lo era, esas víctimas del populismo burgués.

No existía arribismo que les permitiera pagar esa reforma tributaria y mucho menos fincas imaginarias que les brindara la renta para hacerlo, ahí y solo ahí, mandados a la suerte por el mismo Gobierno que les prometió menos impuestos, entendieron que Dilan Cruz no era un guerrillero baretero que vendía estupefacientes para el foro de Sao Paulo con comisión a Gustavo Bolívar. Era un joven tal como su hijo, ese mismo que se iba a ver afectado si esa reforma se aplicara. Comprendieron que Dilan estaba marchando por el bienestar de ellos, de su hijo, hija, vecina, y cualquier persona que habitara Colombia.

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Mediante Carrasquilla los que se las daban de gomelos entendieron que el chiste de “si gana Petro me voy para Miami” era eso, un chiste. La realidad les dio en la jeta y se dieron cuenta de que al igual que todos eran víctimas de este Gobierno. Que su vecino no era Alejandro Santo Domingo, era una víctima del contrato de prestación de servicios, su mejor amigo que andaba en Audi no era un poderoso terrateniente, era un moroso en Datacrédito, que ese compañero que se la pasaba oliendo tussi en un Jaguar no era generador de trabajo, era el hijo del que se robó el intercambiador de Fátima, y que ellos gozaban de ciertas comodidades por el esfuerzo de sus papás que obtuvieron su título a través de la universidad pública.

Entendieron que el llamado para luchar por un mejor sistema de salud, condiciones laborales y contra la corrupción era también un llamado para ellos. Y que los que estaban dando la vida anteriormente por ellos no eran vagos que generaban odios, eran personas que gracias a la desigualdad entendieron antes lo que acababan de entender

¡Les debió doler ese arrepentimiento! Eso causó la gran epifanía arribista que de la misma boca que gritaron “Duque es el que es, duélale a quién le duela” gritaron “A parar para avanzar, viva el paro nacional”.

Marchas

La sociedad se unió, a pesar de que todos los días estaban llenos de miedo a no regresar, de convertirnos en lo que para el Gobierno era una cifra más y para el político un instrumento de campaña más. Mientras sonaban canciones de protesta que llenaban el alma destruida de un pueblo abusado por sus mismos funcionarios cantando “¡A brindar por el aguante!” y bailando “El Baile de los que sobran” buscando colectivamente explicaciones nunca dadas ¿Por qué? ¿por qué? ¿Por qué nos asesinan? Si somos la esperanza de América Latina?”. Ese miedo se combatió, y con preguntas existenciales sobre el papel de la juventud, iglesia, academia, medios, y el individual ante el país. Se crearon debates que me atrevo a decir, que nunca habían sido planteados en Colombia y menos de una forma tan disruptiva hacia los contextos sociales. ¡Sin líder, pero con rabia, nos organizamos! 

Porque resulta que como los medios no contaban cómo la Policía asesinaba indiscriminadamente a protestantes, y viéndose obligados a protegerse mediáticamente a través de en vivos en las frías noches con olor a plomo, nacieron en la misma marcha medios de comunicación, que a pesar de esa falta de academia Ivy League, mostraron la realidad tal cual tanto para la sociedad colombiana como para el mundo entero.

Cómo la Policía era la encargada de perseguir y asesinar a los marchantes, La Primera Línea conformada por muchachos y muchachas a las que nunca se les dio una oportunidad para participar activamente de la sociedad, que solo deseaban pertenecer a algo, se pusieron unas capuchas y con escudos de latón defendieron a las mismas personas que anteriormente las había excluido, ahí dando la vida para que los que los llamaron “ñeros hptas” pudieran marchar por un mejor país junto a ellos. 

Cómo la Policía tiraba a matar, estudiantes de medicina y enfermería de todas las partes del país, se pusieron la bata, capacitaron en primeros auxilios a los marchantes, y juntos montaron brigadas médicas móviles para que nadie se muriera. 

Ya que no se respetaba el debido proceso, las torturas en un CAI y los desaparecidos se volvieron el día a día. Los estudiantes de derecho se pusieron el chaleco y participaron en comités de derechos humanos. Iban al CAI representando a los manifestantes, pendientes de que se les capturara o liberara en ley.

Yo hablo de lo que vi, unión y esperanza. No en ningún político, sino en mi propia gente, la vida del otro era sagrada, estando juntos ahí para protegernos. Nadie nos protege más allá de nosotros mismos, se crearon vínculos extremadamente fuertes. Una organización más allá de colores políticos, lista para mostrarle a cualquier persona que se monte ahí: Usted es funcionario público y el funcionario público es para que le funcione al público. 

Marchas

Simona, mi amiga, vencimos y pronto será hermoso, cuando toda la sociedad entienda lo que se vio en el paro. No hay nadie que vaya a salvarnos más allá de la misma gente. El poder recae en nosotros y en nosotras, participar en democracia es mucho más que ir a votar. Es estar pendiente, es seguir su voto, es hacer veeduría y participar activamente en la sociedad política, entender que todo lo que hacemos es político.

A pesar de que a muchos políticos no les convenga, seguiremos en las calles, por todos y todas las víctimas de este desgobierno, “mi voz la que va gritando mi sueño el que sigue entero y sepan que solo muero si ustedes van aflojando porque el que murió peleando vive en cada compañero”. 

Por nuestros muertos ni un minuto de silencio, toda una vida entera de lucha.

Paro nacional

 

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