Velia Vidal
12 Agosto 2022

Velia Vidal

Venden cultura barata

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Un motor cuarenta para un bote pequeño, seis viajeros y el motorista avanzábamos con la corriente del San Juan, río abajo está Andagoya primero y después Boca de Suruco, donde solo se me ocurrió repasar la canción de Rubén Castro Torrijos que de niña cantaba entre la risa y la rabia:

En la Boca de Suruco 
venden mujeres baratas
a veinticinco por medio
y María Loreto de ñapa.
Quiero beber aguardiente
quiero fumar cigarrillo…

Pensé en el afortunado paso del tiempo que, sumado a las luchas de las mujeres, hace que ciertas ideas y prácticas sean inaceptables en el presente. Pero a medida que el bote seguía bajando y que nuestra misión avanzaba pensé también en que en esa zona del San Juan pareciera que el tiempo no corre hacia adelante, que retrocede. 

Río abajo las comunidades no cuentan con energía eléctrica permanente, la mayoría no tiene señal de celular, las unidades sanitarias de muchas viviendas son incompletas. En la mañana del segundo día me bañé con agua lluvia recogida en un tanque que está al aire libre en el patio del restaurante escolar; así que lo de acueducto y alcantarillado no vale la pena siquiera mencionarlo.  

En la comunidad donde pasé la noche hay señal de un operador que pocos usuarios tienen en el Chocó y una antena presta el servicio de internet, al que se puede acceder con la compra de pines. Pero a esa antena la quemó un rayo la noche anterior, en medio de uno de esos aguaceros que saben caer aquí. 

Por supuesto, admiré la belleza de un río que amo y al que mucho le debo, celebré y agradecí la hospitalidad de las personas, pero ya no estamos para ver solo la belleza donde lo que hay es ausencia de calidad de vida y racismo estructural. 

De regreso conocí el salto de Bebedó, una cascada impresionante en medio de la selva. Desde Andagoya vuelve la señal al celular y uno tiene la sensación de estar regresando al presente. 

Una de mis urgencias para regresar a Quibdó era la formulación del proyecto que veníamos trabajando para presentar a la convocatoria de Cocrea, que cerraba ayer. Y al volver mi mirada a los asuntos de mi trabajo cultural supe de los efectos nefastos que la nueva reforma tributaria traería al sector cultural, sector al que pertenezco y del que dependen la totalidad de mis ingresos, puesto que soy escritora, gestora cultural, fundadora y directora de Motete, una organización educativa y cultural sin ánimo de lucro desde que la que hacemos la Fiesta de la Lectura y la Escritura del Chocó y venimos gestando la librería Cocorobé. 

Leer cada una de las modificaciones en materia de incentivos tributarios a los derechos de autor, la edición y publicación de libros, a los proyectos culturales, al cine, a las librerías y las organizaciones culturales sin ánimo de lucro fue como emprender un nuevo viaje río abajo, retrocediendo en el tiempo, hasta una boca donde ya no venden mujeres sino cultura barata. Porque el principal mensaje con todo esto es la contradicción entre el discurso y la norma, en cuanto al valor que tiene la cultura para algunos gobernantes, no solo de esta nueva presidencia, porque como bien lo explicó Gonzalo Castellanos en entrevista con El Tiempo, esta es una historia que se repite con cada reforma tributaria. 

En el Chocó apenas estamos empezando a comprender el sistema de incentivos tributarios para la cultura y necesitamos desarrollar capacidades y habilidades para acceder a un sistema que exige, no solo formalización, sino estructura administrativa, financiera, contable, capacidades gerenciales y que además no se ha ocupado de llegar a las regiones, como lo menciona David Melo en la misma entrevista. Lo paradójico es que no ha podido llegar aquí el sistema cuando ya pretenden desmontarlo. 

Por fortuna, muchas personas e instituciones están alzando su voz para que el gobierno entre en razón, así que esperamos que el efecto sea positivo, como corresponde si actúan en justicia. Nada de lo que ha construido este sector, durante años de un gobierno tras otro, ha sido regalado. Como no lo es cada centavo de Concertación o Estímulo Cultural o por incentivo tributario que reciben los proyectos de artistas y organizaciones de base, quienes nos esforzamos en hacer nuestro trabajo cada vez mejor y ya no estamos para ver favores donde lo que hay es negación de derechos. 

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