Venezuela 2022
20 Septiembre 2022

Juan Fernando Cristo

Venezuela 2022

La mayoría de los colombianos nos quedamos con la imagen de la Venezuela de 2015 cuando se cerraron las fronteras y se produjo un grave deterioro de las relaciones bilaterales. La ruptura definitiva se presentó con la llegada de Iván Duque a la Presidencia y su invento del famoso concierto en febrero de 2019, cuando con gran emoción y orgullo anunció a Colombia y al mundo entero que “Maduro tiene las horas contadas”. Nunca se recuperó el novato mandatario del fiasco de ese día. Al mismo tiempo se profundizaba la crisis económica y social del país vecino y se aceleraba la salida de venezolanos.

Regresé a Caracas hace una semana y el país está mejorando, más allá de la situación política que merece discusión más amplia. La economía, que se achicó cinco veces al pasar de 320.000 millones de dólares a 60.000, está en recuperación como consecuencia de las nuevas medidas. Adoptaron liberación de precios y libertad cambiaria. Como nos explicó un experto, no gobiernista, “aquí no se cambió el gobierno, pero sí hubo cambios en el gobierno en lo económico”. La producción petrolera está en aumento, al igual que el consumo interno y el crédito bancario. La inflación se reduce, aunque aún no lo suficiente, las relaciones de gremios y empresarios con la administración mejoran y se siente agotamiento de la población con las peleas políticas, con desgaste evidente de todos los partidos.

Algunos sectores de la oposición tienen una representación minoritaria en la Asamblea Legislativa y mantienen conversaciones con el gobierno con el propósito de avanzar en la recuperación plena de la democracia, mientras subsisten las expectativas por los resultados de los diálogos en México, que Estados Unidos sigue de cerca. La guerra en Ucrania provocó un cambio en la mirada norteamericana sobre Venezuela y su gran potencial petrolero. En el propio empresariado existe la esperanza en un alivio al duro paquete de sanciones. Uno de los diputados de la oposición moderada, sensato y lúcido, nos señalaba que la crisis y la migración hacia Colombia habían producido un cambio cultural en los jóvenes venezolanos, que son ahora más emprendedores y generadores de riqueza y empleo. Ya no esperan tanto del Estado como en el pasado.

Cada día hay más participación del sector privado en la economía. Las encuestas creíbles señalan un crecimiento del índice de confianza de la ciudadanía y una imagen positiva de los empresarios. En la última semana se anunció la venta de acciones de la telefónica estatal. La ciudad de Caracas hoy luce en proceso de recuperación. La inversión aumenta y empiezan a regresar empresarios que habían salido hace años. El ambiente de negocios es de optimismo, aunque no cabe duda de que recuperar la economía a niveles de 2012 tomará tiempo y el aparato productivo apenas despega. El anuncio del restablecimiento de relaciones con Colombia y la reapertura de la frontera ha generado optimismo en los empresarios, con las lógicas preocupaciones de algunos sectores que temen ser invadidos por los productos colombianos.

En ese nuevo escenario son importantes lo avances que se hacen entre los dos gobiernos de reapertura de vuelos comerciales y del tránsito de carga por los puentes de Cúcuta, San Antonio y Ureña. Muy positivo también el interés venezolano en regresar a la CAN. Ahora lo importante es construir un diálogo franco y abierto en términos de cooperación, integración fronteriza, migración, seguridad, turismo, comercio e inversión. No se trata solo de abrir la frontera para el comercio, sino de sentar las bases de una nueva era en las relaciones que adquiera la solidez suficiente que nos permita trascender las coyunturas políticas internas en ambas naciones. Que vuelva a ser, como antes, una relación entre las sociedades y los pueblos y no exclusivamente de gobiernos. Tenemos entonces, colombianos y venezolanos, una gran oportunidad de generar impacto positivo en la vida de nuestra gente, especialmente de los habitantes de frontera que han padecido las consecuencias de las nulas relaciones entre Bogotá y Caracas. El ambiente es el mejor y la decisión de los dos gobiernos de asumir ese reto con seriedad y franqueza, permite vislumbrar con optimismo el futuro de las relaciones. Así como los últimos siete años fueron un pierde-pierde para ambas naciones, los próximos serán un gana-gana si acertamos.

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