Jaime Honorio González
2 Julio 2022

Jaime Honorio González

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Fernán daba vueltas en la habitación. La noche (qué misteriosa es la noche) estaba más oscura que de costumbre, no había sido un día normal (pero yo voy a hacerlo intenso), más bien enredado en medio de una semana agitada, se sentía cansado y entonces quiso distraerse un poco, se dejó caer en el sillón, tomó su teléfono y empezó a revisar el tuiter, despacio.

La fotografía (cuando tus fotos me siento a ver) le saltó en la cara. Él, que se precia de haberlo visto todo, abrió los ojos, la revisó, la detalló. Vio a los dos enemigos que ahora se autocalifican como contradictores, cosas del lenguaje. Vio un cristo, un diploma y un mosaico colgados en la pared. Vio lo que todos vimos desde la una y media de la tarde del miércoles pasado cuando la imagen de Gustavo Petro y Álvaro Uribe, frente a frente y separados apenas por una mesa, comenzó a circular y a apoderarse de las redes, a provocar caras de sorpresa, de indignación, de alivio, de rabia, de risa, de lágrimas, de todo.

A Fernán lo sorprendió.

Me dijo que le había dado la pensadera mientras recordaba su febril actividad en las redes sociales durante la recién terminada campaña presidencial, donde dejó clara su posición frente al futuro del país, como casi todos. Este hombre es famoso por no tener pelos en la lengua.

La foto llevaba toda la tarde sorprendiendo a propios y extraños, yo creo que incluso a sus protagonistas, y por supuesto más a sus activistas, a sus obedientes seguidores, ahora además encandelillados con la luz propia del retrato, la del líder de un extremo frente al líder del otro, posando como viejos amigos, calmando las aguas en las que ya muchos se han ahogado, pero calmándolas, al fin y al cabo. Porque aún hay muchos en este país que no saben nadar.

No me parece tan anecdótico. Hasta unos segundos antes de que se conociera el nombre del nuevo presidente, este país iba a estallar, los amigos no se aguantaban, las familias se estaban atacando, los vecinos se odiaban, las bodegas no daban más, bueno, nunca han dado mucho.

Rodolfo dijo todas las barbaridades que le dijeron que dijera. Petro no se quedó atrás, aunque me parece que a él se le ocurren solito. Llegamos a un punto tal que los ultras de Fico fueron más rodolfistas que el exalcalde empresario. Había que verlos ponderando al candidato. Y hoy, no lo bajan de… En fin.

“Veo esa foto de Uribe y Petro y entonces decido escribir el tuiter:

-Si las cosas siguen así, Petro me va a reconciliar con Juanes”.

Eran las 9.36 p.m. del miércoles.

Hace más de una década que la exitosa pareja se separó de forma abrupta y hasta el jueves pasado no había señales claras de que esa situación fuese a cambiar.

“Me acuerdo que tuvimos una charla muy dramática en La Boulangerie, una panadería de Key Biscayne, me dijo que estaba muy deprimido, que se iba a retirar, que no quería seguir más. Yo le respondí que no podía, que en ese momento musical y de compromisos y de giras, era imposible hacerlo. Que sería el fin”.

Fernán Martínez se fue de descanso a San Andrés y allá, unos días después de esa conversación, un colega lo encontró para contarle que Juanes lo había despedido… ¡por tuiter!

“Parece que alguien le había dicho a la agencia EFE que él se iba a dedicar a la música cristiana, de la mano de Juan Luis Guerra (...) Él creyó que yo le había sacado esa noticia para evitar que se retirara o algo así. Y disparó ese tuiter”.

Despedido sin explicación alguna, Fernán voló a Bogotá y casi de inmediato terminó recluido en una clínica, por más de un mes, aquejado de un dolorosísimo problema vesicular.

Once años de una relación diaria, íntima, viajando, negociando, discutiendo, comiendo, durmiendo, soñando, peleando, riendo, todos los días de once años con sus respectivas noches. “Y me despidió por tuiter. Por eso, cuando quiso ir a la clínica a visitarme, le dije que ni se apareciera por allá”.

Exactamente doce horas después del trino del mánager, el músico respondió por la misma vía:

-“Siempre agradecido Fer. Aquí estoy”.

Apenas cinco palabras que ese día marcaron una tendencia y que tienen a muchos haciendo conjeturas. El trino de Fernán lleva más de mil respuestas; y el de Juanes, casi 600.

-¿Esperabas que Juanes te respondiera?

-Sí, claro.

-¿En serio?

-Sí, lo que pasa es que él me tiene bloqueado.

-Un momento, ¿Juanes te tiene bloqueado en tuiter?

-Sí, hace rato. Por eso no lo taguié (etiqueté), escribí su nombre, pero no su arroba.

Le sentí un poquito de esa risa que se escucha irónica y cuando lo iba a interpelar, me soltó una frase que lo explicó todo.

-¿Sabes? Yo lo metí en tuiter.

En junio de 2009, Juanes y su mánager se encontraban en Londres, en la mitad de la grabación de uno de sus exitosos álbumes. “Le dije, oye mira esto, tienes que meterte. Le expliqué de qué se trataba, abrimos la cuenta y ya”. Juanes tiene hoy más de 11 millones y medio de seguidores. Fernán es feliz con sus 321.000.

Viven a dos cuadras en La Florida y desde que se separaron no se hablan, excepto por un par de encuentros casuales: “Estoy sentado en Novecento, un restaurante de Key Biscayne, él llega y me abraza de sorpresa, estamos peleados, me dice: Tenemos que hablar, esto no puede seguir así. Yo le respondí: Hermano, todo es tan fácil como hablar”.

Pero nunca hablaron.

La última vez que se vieron fue antes de pandemia, en esa misma panadería donde sostuvieron aquella dramática conversación que precipitó el fin de la relación: “Yo venía con Alzate (un cantante de música popular) y él con Paloma, su hija, además amiga del colegio de mi hija. Y yo venía cargado de tigre. Pero no me encontré a Juanes, el que me había despedido por tuiter. Me encontré a Juanes, el papá, entonces lo traté normal”.

Antes de que se terminara el día, otra vez en la noche, Fernán se respondió su propio mensaje con un nuevo trino para que lo leyera el músico. Conoce de memoria a quien fuera su pupilo:

-“Hoy, lo revolucionario es reconciliar, cauterizar heridas”.

Puede que nada pase más allá de estos emotivos mensajes y que el llamado Factor Petro se quede apenas en bonitas reuniones. O puede que sirva de ejemplo para mostrar que las relaciones intensas son posibles, aún con todos sus problemas. “Las cosas se acomodan”, sentenció Fernán. Ya veremos.

Juanes, que en agosto cumplirá cincuenta, anda de gira por Europa. A Fernán, en cambio, le gusta estar en su casa de pueblo cerca de Bogotá. En realidad, mánager y músico son muy distintos, en la forma de ver la vida, en la manera de llevarla, en los gustos personales, hasta en el caminado: “Él camina lento y yo camino acelerado”, concluyó el mánager.

Tal vez por eso fue la pareja ideal. Porque entre los dos tenían la velocidad promedio, la velocidad ideal.

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