Johana Fuentes
12 Julio 2022

Johana Fuentes

Ya es hora

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Con los puños arriba, así decidieron protestar las jugadoras de la Selección Colombia durante los actos protocolarios de su partido debut en la Copa América Femenina. El motivo fue el desacuerdo con los premios que entrega la Federación y la cancelación del torneo femenino en este semestre. Paradójicamente el país sede de la copa no tiene liga. 


No es un secreto que para la dirigencia del fútbol colombiano las mujeres poco o nada importan. Se han jactado de hacer una apuesta por este campeonato, cuando en realidad lo que reina es el machismo que pone como excusa la falta de recursos para maltratar y pasar por encima del trabajo serio de las futbolistas.


La justificación para la falta de gestión –esta vez– es que la mayoría de los equipos se bajaron del bus, o al menos eso fue lo que dijo el presidente de la Dimayor, Fernando Jaramillo. Lo que no aclara es que quienes decidieron no jugar se quejaron por la improvisación en la organización. Es un irrespeto que pretendan armar un torneo de dos meses solo por cumplir y salir del paso.


La pelea por unas condiciones dignas no es nueva, jugadoras como Yoreli Rincón –tal vez la colombiana con más reconocimiento internacional en este momento–, Natalia Gaitán, Isabella Echeverry y Vanessa Córdoba, han alzado su voz y le han cantado la tabla a una dirigencia que las menosprecia. Lamentablemente, en un país en donde quien reclama sus derechos es señalado, estigmatizado y hasta asesinado, las consecuencias no se hicieron esperar. Inexplicablemente ninguna de estas jugadoras fue convocada a la selección, pese a su buen desempeño.


Aunque nadie admite los vetos, estos son una realidad: “Estoy segura de que no soy llamada por razones extrafutbolísticas. Si tú le preguntas a alguien se dice que el veto no existe, que es algo futbolístico (…) quise mejorar muchas cosas de la Selección Femenina y quedé manchada”, dijo Yoreli Rincón en una declaración el pasado 8 de junio. 


Otro episodio que demostraría los vetos a las jugadoras que se atreven a hacer un reclamo o cuestionamiento ocurrió en 2019 cuando se conocieron unos audios en los que se escucha a Álvaro González, presidente de la División Aficionada del Fútbol Colombiano, hablar sobre unas declaraciones de Daniela Montoya a propósito de los premios otorgados: “¿Y que consiguió?, engatillar a la dirigencia deportiva contra ella. Entonces si llegan y le dicen a Felipe Taborda: ‘Usted no la puede arrimar a ese grupo, si la llega a arrimar, hasta luego usted. ¿Usted qué hace?, dígame usted qué hace, si quiere estar aquí. ¿Quién pierde? pierde la jugadora, porque el técnico va a cuidar su puesto”.


El temor que existe hoy es que se tomen represalias similares en contra de las jugadoras que protestaron en el partido ante Paraguay y que siguen reclamando lo justo. Ya Fernando Jaramillo dijo que no compartía la protesta, ni la forma ni el momento en el que se hizo. ¿Cuál es la forma y el momento de protestar ante una dirigencia nefasta que siempre ha dejado a las mujeres en un segundo plano? Hay que rodearlas y no dejarlas solas en esa lucha. Ya es hora de frenar los atropellos, la desigualdad y la misoginia en el fútbol femenino.

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