Colombia olvidó las lecciones de esperanza y reconciliación que nos dejó el papa Francisco

El papa Francisco durante su visita en Colombia.

Crédito: Colprensa

21 Abril 2025 09:04 am

Colombia olvidó las lecciones de esperanza y reconciliación que nos dejó el papa Francisco

El 6 de septiembre del 2017, el pontífice aterrizó en Bogotá. Era una época convulsa, en la que se empezaban a implementar los acuerdos de paz entre el Gobierno y las Farc, que siempre apoyó. Nos invitó a perdonarnos, pero el viento se llevó esas palabras.

Por: José Mojica

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Un sentimiento colectivo de fe y esperanza se apoderó de los colombianos entre el 6 y el 10 de septiembre de 2017. Colombia parecía otro país, al punto de que durante esos días la cifra de homicidios se redujo en un 60 por ciento, según reportó la Policía. El papa Francisco aterrizó en suelo colombiano y este país católico se volcó en las calles, de manera eufórica, en Bogotá —donde no se registró ni una sola muerte violenta durante los dos primeros días de la visita apostólica—, Villavicencio, Medellín y Cartagena. Fue recibido por el entonces presidente Juan Manuel Santos en el aeropuerto militar de Catam y por una entusiasta comitiva diplomática y folclórica.  

Eran tiempos convulsos. Los diálogos de paz entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc estaban en su primera etapa de implementación, tras la victoria de los promotores del ‘no’ en un plebiscito en el que la siguiente era la única pregunta: ¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera? Y quienes votaron en desacuerdo —tras una ardua campaña del Centro Democrático— ganaron con una escasa mayoría del 50,23 por ciento de los votos (6.424.385) contra el 49,76 por ciento (6.363.989) aquel 2 de octubre de 2016. Ese día quedó más que manifiesta la polarización del país frente a una iniciativa que el pontífice apoyó desde sus inicios. 

Que la sangre vertida por miles de inocentes durante tantas décadas de conflicto armado sostenga todos los esfuerzos para una definitiva reconciliación”, dijo en uno de sus tantos pronunciamientos desde la Santa Sede, que reforzó con los discursos que él mismo escribió y que terminó de ajustar durante el vuelo entre Roma y Bogotá, en una visita apostólica que fue bautizada así: ‘Demos el primer paso’. 

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Crédito: Colprensa

El segundo paso —insistió Francisco— nos correspondía a los colombianos, haciendo énfasis en la necesidad de implementar los acuerdos de La Habana para lograr ponerle fin a tantos años de conflicto armado, de sangre, de duelo colectivo y horror. 

El escritor bogotano Ricardo Silva Romero recuerda el rechazo del expresidente Álvaro Uribe y de los principales alfiles del Centro Democrático, porque, según alegaban, el papa venía a respaldar un proceso de paz que fue desaprobado por más de la mitad de los colombianos, pese al porcentaje tan escaso que les dio la victoria. Y por esa razón no asistieron a las actividades de la jornada. “El Centro Democrático se mantuvo haciendo pataleta en presencia del papa. No les daba vergüenza”, dice y reflexiona sobre esa polarización que se recrudeció tras los acuerdos con la guerrilla. 

“Era muy evidente esa zanja, una división insalvable en un país que ya no tramita sus problemas entre ‘nos’, sino de cara al mundo. No resuelven sus distancias entre partidos e ideologías, buscando alianzas y acuerdos: simplemente deciden que esas diferencias son insalvables. Esa zanja nos trajo hasta acá”, expresó Silva. Y recuerda cómo durante la campaña presidencial del 27 de mayo de 2018 ese grupo político anunció a viva voz que, de ganar las elecciones, echaría para atrás los acuerdos de paz. Iván Duque fue el ganador. Y a los tropiezos prometidos se sumó la pandemia por el covid-19 que agudizó aún más la crisis de violencia en el país, sobre todo en los territorios más alejados que abandonaron los guerrilleros y que, meses más tarde y hasta la fecha, ocuparían distintas organizaciones criminales.  

Se le incumplió la promesa al papa. El segundo paso, que uno entendería como la reconciliación y la democracia, que era poner en marcha esos acuerdos, hacerlos efectivos, retomar el territorio y la presencia del Estado en las regiones, eso sí que nada se cumplió. Y este último gobierno claudicó”, sigue el escritor.  

Considera también que, cuando Gustavo Petro llegó a la Casa de Nariño el 7 de agosto de 2022, dichos acuerdos ya estaban tambaleando. “Y el enfoque de la ‘paz total’ terminó de enrarecerlo todo. Más que pactos, lo que hemos entendido de la ‘paz total’ es que son diálogos como para convivir con la violencia. No hay un marco legal. No se está negociando desde el Estado sino desde el Gobierno. Las bandas y las guerrillas no tienen a qué someterse, solo a acuerdos parciales para matarse menos, o treguas momentáneas”, añade y hace énfasis en el incremento de la violencia en el país por causa de dichos grupos criminales: “las cifras son brutales”.

Según la Misión de Verificación de Naciones Unidas en Colombia, desde la firma del acuerdo de paz con las Farc, en noviembre de 2016, hasta el 26 de diciembre de 2024, se registraron 441 asesinados de firmantes. Los años más graves fueron 2018 (65), 2019 (80) y 2020 (55).  

A esos datos aterradores hay que añadir los crímenes contra líderes sociales. Según Indepaz, en 2024 fueron asesinados 173 colombianos que les dedicaron su vida a iniciativas en pro de sus comunidades y territorios mientras que, en 2023, la cifra ascendió a 188; en 2022 fueron 187 las víctimas y, en 2021,165. 

Esos datos se juntan a la oleada de muerte generada por los enfrentamientos entre las disidencias de las Farc, el ELN y bandas criminales como el Clan del Golfo en gran parte del país, sobre todo en regiones como el Catatumbo, Chocó y Cauca, que han dejado decenas de muertos y miles de desplazados. 

En 2024, según un informe presentado el reciente 24 de febrero, el representante encargado de la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los DD.HH. en Colombia, Juan Carlos Monge, anunció que en durante 2024 se registraron 72 masacres, lo que, sin dejar de ser altamente preocupante, supone una disminución del 27 por ciento con respecto a 2023.

‘Nos invitó a perdonarnos’

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El papa Francisco fue recibido por el entonces presidente Juan Manuel Santos. Crédito: Colprensa

Recordemos ese mensaje del papa Francisco en Villavicencio, entre las víctimas del conflicto armado, que no solo fue un gran discurso: fue un texto de psicoanálisis sobre la importancia del perdón, sobre la urgencia del perdón”, opina el vaticanista colombiano Néstor Pongutá Puerto, uno de los pocos reporteros colombianos que cubrieron el viaje apostólico del papa argentino a Colombia desde el privilegio del avión papal. 

El periodista, que ha cubierto 22 viajes con Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, recuerda que en sus discursos siempre insistía en que la paz sin reconciliación es un fracaso. “Anunciaba que no bastaba solo con la firma de la paz, sino que había que entrar en diálogo y buscar lo que se llama la cultura del encuentro. Tratar de buscar lo que une y dejar a un lado lo que divide. Si hay conflicto, hay que dialogar; y si se incrementa el conflicto, hay que incrementar el diálogo”. 

César Moreno, entonces editor internacional de Caracol Radio y quien también acompañó al papa en todo su recorrido en Colombia, saliendo desde Roma, se refiere a la contundente invitación que le dejó al país: “Nos pidió que diéramos el segundo paso, pero parece que Colombia lo entendió al revés y no dimos ningún paso para adelante, sino que dimos, creo, unos 20 para atrás. Es muy triste ver eso y lo más triste de todo es ver que no hay una muestra clara de que avancemos, sino todo lo contrario”, dijo Moreno, actual editor internacional de Blu Radio

“Entonces, de todas las palabras que el papa nos dio en sus discursos —que soñemos alto, que volemos, que no le tengamos miedo a los retos, que nos reconciliemos, cueste lo que cueste— ninguna caló finalmente”, añadió. 

Daniel Tobón, otro de los periodistas colombianos que conformó la delegación de prensa oficial del Vaticano, destaca la sensación de tranquilidad, paz y sosiego que se vivió durante esos cuatro días en todo el territorio nacional. “Se reflejaba en las calles. Le habló a todo tipo de personas: a jóvenes, a sacerdotes, a gente del común, a los más pobres. Recordó que Jesucristo nos ama a todos y nos perdona, insistiendo en ese capítulo que ha sido tan contundente durante su pontificado: que Dios es misericordia”.

Monseñor Pedro Mercado, vicario judicial del Tribunal Eclesiástico de Bogotá, hace énfasis en la disminución de homicidios durante dicha visita papal. “Eso, en un país tan violento como el nuestro, es un milagro”, dijo este sacerdote formado en la diplomacia de la curia romana y quien durante varios años manejó las relaciones entre la Iglesia colombiana y el Estado. 

Pero lo que más destaca es que —nos dejó claro— podemos ser un país diferente. “Nos planteó grandes retos en la construcción de la paz. Creo que es oportuno releer sus mensajes, porque en Villavicencio, en particular, nos dijo que el camino de la paz es el camino de las víctimas”.

Mercado concluye en que, más allá del impacto político y social que dejó su visita, invitó a Colombia a implementar un ambicioso trabajo espiritual, que sigue siendo un desafío tremendo. “Tenemos que dejar de odiarnos, de vernos como adversarios para que podamos vernos con una mirada de reconciliación, como hermanos”. 

Siempre pendiente de Colombia 

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Fotografía tomada durante la visita del papa a Colombia. Crédito: Colprensa

Francisco, el tercer pontífice que ha visitado nuestro país —Pablo VI vino en 1968 y, Juan Pablo II, en 1986—, siempre ha demostrado un interés, un afecto y una preocupación especial por nuestro país, especialmente en los temas que tienen que ver con la violencia.  
En el Ángelus dominical del pasado 26 de enero, expresó su preocupación por la crisis humanitaria en el Catatumbo (Norte de Santander). “Sigo con preocupación la situación de Colombia, en particular en la región del Catatumbo, donde los enfrentamientos entre grupos armados han causado muchas víctimas y más de 30.000 desplazados. A ellos les expreso mi cercanía y rezo”, dijo el papa.

El 5 de abril del año pasado, tras una audiencia privada, el sacerdote Eduar Alexis Mena Palacios le expresó su preocupación por el recrudecimiento de la violencia en Colombia y, puntualmente, en su departamento: el Chocó. Y envió el siguiente mensaje:

El pueblo colombiano lo llevo en mi corazón. Como hace más de 70 años, este pueblo es usado para sembrar droga y usado por las guerrillas, viene sufriendo la guerra despiadada que deja tantas víctimas", dijo el pontífice.

Meses atrás, el 7 de enero, pidió "la liberación sin condiciones de todas las personas secuestradas" en Colombia, en medio de los frustrados diálogos de paz con el ELN.

"Los invito a unirnos a mi plegaria para la liberación sin condiciones de todas las personas actualmente secuestradas en Colombia", dijo el pontífice, al término del rezo dominical del Ángelus en la plaza de San Pedro.

El vaticanista colombiano Néstor Pongutá Puerto recuerda que en plenos diálogos entre el Gobierno y las Farc, cuando era corresponsal de W Radio, en julio de 2016, acompañaba al papa en su visita a Polonia. De la emisora le pusieron la misión de conseguir un mensaje que le diera un impulso a una de las tantas crisis de los acuerdos de La Habana. Hizo la solicitud oficial, pero le dijeron que era complicado. Era un viaje de apenas dos horas. Apenas se enteró, lo hizo pasar a la parte delantera del avión, y le preguntó: ¿Qué necesita Colombia para vivir en paz? Y esta fue la respuesta: “Cualquier país, en este caso, Colombia, necesita tres referencias: memoria de la historia recibida, coraje para enfrentar el presente y esperanza para el futuro”.

Mucho tiempo después —recuerda el reportero colombiano— tuvo una conversación con Humberto de la Calle, entonces jefe negociador del Gobierno. Le confesó que estaban en un momento muy difícil de los acuerdos y que la mesa estaba a punto de disolverse. “Después de ese mensaje del papa Francisco, se volvieron a sentar”, le dijo. 

*Periodista colombiano especializado en asuntos religiosos. Cubrió para El Tiempo la visita de Francisco a Colombia, saliendo desde Roma. 
 

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