
Eduardo Aldana: en rescate del olvido
Alfonso Reyes Alvarado, ex rector de la Universidad de Ibagué y discípulo de Eduardo Aldana, hace para Cambio la semblanza de este reconocido académico quien acaba de morir en la capital del Tolima y fue rector de la Universidad de Los Andes, director de Colciencias y miembro de la Primera Misión de Sabios al lado de del escritor Gabriel García Márquez y del científico Rodolfo Llinás.

Cuando cumplió cinco años, su abuela doña María, desesperada porque aquel muchachito, siempre que encontraba algo escrito le pedía que se lo leyera, decidió enseñarle a leer. A partir de ese momento, y durante los siguientes 85 años, Eduardo Aldana no paró de leer cuanto escrito le llamara la atención. Su afán por aprender lo convirtió en un “estudiante permanente”, como se definía a sí mismo.
Esa pasión lo llevó de la pequeña escuela pública de Purificación al Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en Bogotá, en donde terminó como interno el bachillerato. Gracias a un folleto que cayó en sus manos, decidió estudiar ingeniería civil en los Andes, una universidad recientemente creada por su coterráneo Mario Laserna.
Como la universidad no tenía muchos profesores ni los recursos suficientes, los estudiantes cursaban tres años en Colombia y dos en los Estados Unidos. A él le correspondió ir a la Universidad de Illinois. A pesar de que su inglés era básico, su desempeño fue tan notorio que no solo terminó su carrera, sino que le ofrecieron la posibilidad de terminar una maestría. Algunos años después regresaría a cursar un doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (el MIT), en la época en que pocas personas en Colombia sustentaban realmente el título de doctor. En la década de los sesenta, cuando era decano, gestionó un préstamo de la Fundación Ford y el Banco Mundial para que la Facultad de Ingeniería ofreciera todos los años de la carrera. Como esta facultad era la más importante de la Universidad, su expansión impulsó el exitoso desarrollo de los Andes.
Pero Eduardo no solo quería aprender para satisfacer un impulso personal; quería compartir su aprendizaje con otros; por eso se vinculó a Los Andes como docente. En 1998 lo distinguieron como profesor emérito y en 2010 el Ministerio de Educación le otorgó la Medalla Simón Bolívar, Gran Maestro, Vida y Obra por sus más de 50 años como profesor. Mientras fue director de departamento, decano, vicerrector y rector de la Universidad de los Andes (1973 – 1975), nunca dejó de dictar sus clases. Por su don de gentes y gran capacidad de escucha se ganó el respeto y admiración de sus alumnos y colegas.
Constantemente reflexionaba sobre cómo mejorar la calidad de vida de sus semejantes. Aprendió a “mirar el mundo a través de los ojos de los otros” para construir acuerdos, no consensos, que son el mínimo común denominador, como solía decir. También dominó como pocos la habilidad de “mirar el mundo por donde no lo estaban viendo los demás,” para proponer ideas innovadoras que defendía con gran entusiasmo. Con el fin de impulsar estas ideas creó en 1973 el Instituto SER de Investigación con el apoyo de un grupo de empresarios. Durante cerca de 30 años el Instituto desarrolló formas innovadoras para mejorar la administración de justicia, la gestión hospitalaria, la calidad de la educación básica y media, así como los sistemas de transporte masivo de las grandes ciudades como Transmilenio para Bogotá. El empleo del pensamiento sistémico, el uso de tecnología y el trabajo interdisciplinario fueron los principios que Eduardo puso en práctica en el Instituto, adelantándose en varias décadas a la organización de este tipo de centros de pensamiento.
Desde la dirección de Colciencias gestionó un empréstito del BID para apalancar el desarrollo de los grupos de investigación en Colombia. Sus intentos fallidos por llegar a la alcaldía de Bogotá y años después a la de Purificación, le mostraron la complejidad de los procesos electorales.
Fue gobernador del Tolima en la época del enfrentamiento con el narcotráfico (1989 – 1990) y fue invitado a ser parte de la primera Misión de Sabios con Rodolfo Llinás, Manuel Elkin Patarrollo, García Márquez y otros cinco destacados colombianos. Desde allí defendió la idea de impulsar el desarrollo del país desde lo local con la creación de una red de Institutos basados en la innovación. Para mostrar su compromiso con esta estrategia fundó el instituto de innovación regional Innovar en Purificación, su pueblo natal. Fue, tal vez, el proyecto al que más tiempo, esfuerzo y recursos le dedicó.
En suma, Eduardo Aldana fue un tolimense que se hizo a pulso, un académico destacado y querido por sus estudiantes pero, sobre todo, fue un hombre sabio que dejó una huella en todos aquellos que tuvimos el privilegio de trabajar a su lado. Trazas de estas huellas se pueden consultar en los siete volúmenes que la Universidad de los Andes y la Universidad de Ibagué publicaron en 2015 con una selección de sus escritos bajo el título de “En Rescate del Olvido”.
