Crédito: Colprensa
La delincuencia se toma las calles, los barrios y las carreteras. ¿Qué hacer?
- Noticia relacionada:
- Policía
- Violencia de Género
- Ministerio de Defensa
La desfachatez con la que los delincuentes operan en las calles de las ciudades, en los barrios comerciales y las carreteras del país ha provocado que la ciudadanía pase del pánico a la defensa por mano propia.
Por: Javier Patiño C.
El pasado 3 de agosto, los conductores que transitaban por la carrera 50 en el barrio Normandía, en el occidente de Bogotá, fueron testigos del asalto a un ciclista por un grupo de jóvenes se abalanzaron sobre él para despojarlo de un maletín.
Para profundizar
Los delincuentes aprovecharon el cambio del semáforo, en la calle 53 con calle 75, para hacerlo caer y raparle el morral. Como el ciclista se resistió, el resto de la banda se lanzaron sobre él para golpearlo.
Alertados por los gritos, algunos transeúntes y conductores salieron en su defensa con palos y machetes y obligaron a la banda a huir del lugar.
Casos como este se han vuelto comunes en la capital y en otras ciudades del país. Redes sociales como TikTok, Instagram y Twitter están plagadas de videos sobre atracos que se cometen a plena luz del día, en zonas transitadas, sin que los delincuentes se preocupen de que los estén viendo o grabando.
Según la Secretaría de Seguridad, entre enero y agosto de 2023 se reportaron 73.804 robos a personas en Bogotá; la mayoría en Kennedy, Ciudad Bolívar, Santa Fe y Engativá.
Los indicadores en el resto del país también van en aumento. De acuerdo con las cifras del Ministerio de Defensa, en los primeros seis meses de 2023 se cometieron 188.976 asaltos, frente a los 154.380 reportados en el mismo período de 2022.
Un aumento del 22 por ciento, especialmente en Bogotá, Cali, Medellín, Bucaramanga y Cartagena.
El hurto a residencias aumentó 13 por ciento, al pasar de 15.560 casos en 2022 a 17.529 en el 2023, la mayoría en Antioquia, Valle y Bogotá.
La zozobra que viven los ciudadanos se ve reflejada en la última encuesta de percepción de inseguridad realizada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), que pasó de un 44 por ciento en 2020 a 52.9 por ciento en 2022. Sobre 2023 todavía no hay resultados.
El documento relaciona que el 55,6 por ciento de las mujeres encuestadas se sienten inseguras. En los hombres, el dato es de 50 por ciento. Bogotá y Cali son las ciudades con la mayor percepción de inseguridad. En la capital del Valle, alcanzó el 84,1 por ciento; y en Bogotá, el 83,8 por ciento.
Los atracos se presentan, sobre todo, en vías públicas, transporte público, cajeros automáticos, plazas de mercado, puentes peatonales, parques públicos y discotecas.
La extorsión se volvió común
Aldair Cano es un comerciante antioqueño que llegó a Barranquilla, Atlántico, para comenzar una nueva vida y montar una tienda en el barrio Rebolo. El negocio comenzó a ofrecerle ganancias luego de varios meses de esfuerzo. Pero ese premio lo convirtió en objetivo de extorsionistas.
“A mi tienda primero llegaron unos panfletos amenazantes en los que me exigían un pago de 200.000 pesos semanales para brindarme seguridad, a lo que no accedí; luego llegó una persona a amenazarme y a decirme que debía aceptar o tendría consecuencias, chantaje que no acepté. La respuesta fue un granada que acabo con mi negocio”, cuenta Cano.
El coronel Giovanni Cristancho Zambrano, director del Gaula de la Policía, le dijo a CAMBIO que la extorsión, en efecto, ha crecido en el país. El año pasado se reportaron 4.581 casos. En lo corrido del 2023 van 5.680 denuncias, un aumento de 24 por ciento. “De estos casos, el 81 por ciento de las personas no realizaron el pago de las exigencias; es decir que tan sólo el 19 por ciento de los afectados hicieron algún tipo de consignación y posteriormente hicieron su denuncia ante la presión delincuencial”.
Según las estadísticas de las autoridades, las ciudades más afectadas con este flagelo son Bogotá (716 casos), Medellín (504 casos), Barranquilla (482 casos), Cali (215 casos) y Cúcuta (174 casos).
En la línea 165, donde la comunidad denuncia las extorsiones, se reciben alrededor de 300 llamadas diarias; 100 tienen que ver con casos de intimidación para exigir pagos, lo que representa el 33 por ciento. El resto, son inoficiosas.
La extorsión campante también se puede medir en arrestos. “Durante el año 2022 fueron capturados 1.328 extorsionistas, y en lo transcurrido de la presente vigencia llevamos 1.387 capturas, en especial de delincuencia común y grupos al margen de la ley”.
Según Cristancho, la policía ha implementado una estrategia con tres componentes: uno investigativo, otro de inteligencia y, por último, la campaña ¡Yo no pago, Yo denuncio!, encaminada a prevenir, disuadir y contrarrestar el accionar criminal en sus diferentes modalidades delictivas.
Los robos masivos en las carreteras
A la delincuencia en las calles y la extorsión a comerciantes se suma la inseguridad en las carreteras. En no pocas ocasiones, el mal estado de las vías y los deslizamientos de tierras que atascan el tráfico son utilizados por grupos de hasta 20 personas para robar a los conductores a mansalva.
De acuerdo con testimonios de camioneros, en las principales vías del país se ven personas armadas con machetes, palos, varillas, dispuestos a obligar a los conductores a detenerse para asaltarlos –y en algunos casos, herirlos– para quitarles sus pertenencias.
El problema se acrecienta por la falta de capacidad de las autoridades para responder de manera rápida a contener los hurtos. “Los delincuentes, cuando llegan a los peajes, son ahuyentados por la Policía, pero se alejan unos pocos kilómetros, donde esperan a los vehículos para asaltarlos”, denunció un conductor a CAMBIO.
En la última semana, una de la vías con mayor casos de hurtos ha sido la Ruta del Sol, en la que se han registrado en varios videos la modalidad de atraco: atravesarse en la mitad de la vía, arriesgando sus vidas con tal de hacer detener a los camioneros.
Los organismos de inteligencia identificaron que en la extensa zona que va desde el peaje de Aguas Negras hasta el municipio de Puerto Salgar, aproximadamente 120 kilómetros, es común ver a grupos de caminantes que interceptan camiones y vehículos.
“En los últimos días ya hemos dado unos resultados importantes, logrando la captura de cinco de estos delincuentes, la aprehensión de un menor de edad y la recuperación de alguna mercancía hurtada”, asegura el coronel Óscar Andrés Lamprea, director de Tránsito y Transporte de la Policía.
Las autoridades han ubicado varios puestos de control, para garantizar la libre movilidad por la vía y requisar a los transeúntes en busca de alguna amenaza que pueda ser interceptada.
¿Cuál puede ser la solución?
El descaro con que operan los delincuentes, tanto en las calles de las ciudades, como en las carreteras y en los barrios comerciales ha llevado a la gente a pasar del pánico a la reacción contra los agresores, a tal punto que muchas de las personas agredidas han tratado de impartir justicia por su propia mano.
Tal ha sido la impotencia frente a la ineficacia de la justicia legal.
De acuerdo con un análisis de datos realizado por la revista Semana sobre registros de la Fiscalía, en los últimos trece años, de las más de 16 millones de noticias criminales ocurridas en el país en ese período, solo el 4 por ciento llegó terminó en algún tipo de condena. El 70 por ciento no pasó de la indagación.
"El problema es que la justicia en muchos casos deja a los delincuentes libres, por un mal procedimiento en la captura o la falta de pruebas por parte de la Fiscalía, lo que lleva a los jueces de garantías a dejarlos en libertad y que vuelvan a delinquir", afirma el coronel retirado Hugo Sabogal. En, consecuencia, el coronel propone, no solo una respuesta más oportuna de la Policía, sino un trabajo mancomunado entre las fuerzas el orden y la comunidad en dos frentes: evitar la justicia por mano propia, y la prevención del delito.
Por el momento, la Jefatura Nacional de Servicio de la Policía aseguró que se han dispuesto unidades especiales contra el crimen en las principales ciudades del país, un mayor número de uniformados expertos en inteligencia y un aumento de la presencia en las calles para garantizar la tranquilidad a los ciudadanos.
Pero ante la avalancha de atracos, esa tranquilidad se vislumbra muy lejana.