"Raúl Carvajal encarna la resistencia contra el ninguneo del Estado": Ricardo Silva Romero y su libro sobre la historia de los militares que mataron militares

Crédito: Fotoilustración: Yamith Mariño Díaz

2 Octubre 2023 11:10 am

"Raúl Carvajal encarna la resistencia contra el ninguneo del Estado": Ricardo Silva Romero y su libro sobre la historia de los militares que mataron militares

El escritor Ricardo Silva Romero conversó con CAMBIO sobre la historia de un hombre que pasó 15 años de su vida tratando de demostrar que su hijo era un falso positivo en el Ejército. Una historia de los militares que mataron militares a la que el país todavía no le ha puesto suficiente atención.

Por: Pía Wohlgemuth N.

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El libro del duelo es la historia de Raúl Carvajal, el hombre que detuvo su vida para dedicarse a investigar y hacer visible la verdad sobre la muerte de su hijo, que murió asesinado en el Ejército porque se negó a cometer un “falso positivo”. 

Carvajal se paró en una esquina del centro de Bogotá, y allí montó su propia "resistencia contra el ninguneo del Estado", que se negó una y otra vez a reconocer que su hijo, soldado del Ejército, murió asesinado por sus propios compañeros, y no por la guerrilla, como se lo hicieron creer. 

En entrevista con CAMBIO, el escritor explicó cómo llegó a Carvajal y cómo la historia de él es el espejo de un país al que todavía le cuesta enfrentarse a sus propias atrocidades para poder dejarlas atrás. 

CAMBIO: ¿Cómo llega a esta historia, por qué decide dedicarle un libro a Raúl Carvajal, que llevaba tanto tiempo ante los ojos de todos, en pleno centro de Bogotá?

RICARDO SILVA: Me impresionó mucho la historia de Raúl desde que cruzó el país desde Montería hasta Bogotá con el cadáver del hijo, que había muerto cinco años antes, y se parqueó en la Plaza Bolívar, puso el cadáver a sus pies y se sentó a esperar a que le dieran razón.

Quería que le reconocieran que el asesinato de su hijo no había sucedido en un combate con las Farc, sino que había sido asesinado de una manera muy extraña. Quería que le reconocieran que todo el aparato del Estado estaba mintiendo. Logró llamar la atención de todo el mundo. Se enfrentó con políticos, con presidentes, con instituciones, y, finalmente, asumió la esquina de la Jiménez.

Él estaba en coma cuando Santos habló en la Comisión de la Verdad y ofreció disculpas. Raúl murió a la espera de un reconocimiento claro del país, del Estado, de la acción sobre la fabricación, la mentira que había del caso de su hijo. Y entonces yo escribí una columna sobre él en el periódico El Tiempo, pero apenas terminé me quedé pensando que me hacía falta algo más, los detalles de lo que había sido esa historia de 15 años, desde 2006 al 2021, de esperar el reconocimiento de semejante horror. 

CAMBIO: ¿Cómo fue la reportería sobre la vida tan íntima de ese hombre que siempre se vio tan solo en esa lucha?

R.S.: Desde 2018, cuando empezaron a salir artículos sobre la compañía Atila 1, que fueron soldados que se negaron a ejecutar falsos positivos, había estado pensando que esa era una historia importante. En medio de la degradación de la guerra, había habido esos 19 soldados que se negaron a cometer un falso positivo. Todos fueron degradados, desgraciados y humillados. La investigación está hecha con testimonios de la Policía Nacional, testimonios de la gente, de la familia, fotos y archivos de prensa. Hay que decir que, a pesar de las críticas, los medios de comunicación cuentan las noticias, las historias están contadas en los periódicos.

CAMBIO: ¿La familia cómo se da cuenta de que les están mintiendo sobre la muerte de su hijo?

R.S.: De muchas maneras la familia se da cuenta de que ellos están mintiendo. En la primera llamada, les dijeron una cosa; en la segunda llamada, otra; en la tercera llamada, otra. Primero les dijeron que fue en un combate con el ELN; después, con las Farc; primero, en un lugar; luego, en otro. Parecía que no se ponían de acuerdo con las versiones, no les querían dejar ver el cadáver, les tocó pelear para confirmar que en el cuerpo no se veía lo que ellos habían dicho: que era un asesinato cometido por un francotirador de la guerrilla, de lejos. Esto era un asesinato hecho de cerca. Todas estas mentiras los alertaron a ellos para darse cuenta de que había algo extraño ahí. Además, el hijo de Raúl llamó unos días antes a la casa a decir “yo me acabo de negar a cometer un falso positivo y yo creo que algo me va a pasar”. Él llamó a advertirles que se había metido en ese lío y todos quedaron en vilo. Pero, además, don Raúl se dedicó quince años a esto, habló con las Farc, con el Ejército, con soldados retirados.

CAMBIO: Él mismo se convirtió en investigador...

R.S.: Claro, y él mismo fue atando los cabos y vio que, por ejemplo, los tobillos y las muñecas del cadáver tenían marcas. Son detalles que están en el libro y demuestran que todo lo que les dijeron en el primer momento no era verdad. Y que si bien la justicia no ha terminado de decirnos qué pasó, en todo caso sí sabemos que ese asesinato no fue como lo dijeron. Se sabe que no hubo combates con la guerrilla en ninguno de los lugares en donde le dijeron a don Raúl, eso siempre queda registrado y no existen esos registros. Él recolectó todo esto durante 15 años y era lo que relataba en la esquina. Es una persona brillante, que logra llamar la atención de la sociedad y que estemos todos hablando esto. Él tenía todas las fotos del cadáver, una reconstrucción de los hechos, no era un señor chiflado en una esquina.

CAMBIO: ¿Cree que las personas lo veían como un señor chiflado?

R.S.: Yo creo que mucha gente lo llegó a pensar, porque estuvo más de diez años en la esquina, en el centro de Bogotá, que es un lugar tan extraño y lleno de figuras particulares. Desde el siglo XIX Bogotá tiene personajes de película y, de alguna manera, se fue convirtiendo en otro de esos personajes. Si uno pasa por ahí y ve un señor en un camión con unas pancartas, pues sí lo puede ver como una caricatura, como un loquito. Pero si uno se paraba más cerca, entendía que era un tipo muy lúcido.

CAMBIO: ¿Qué refleja de Colombia la historia de él? ¿Qué nos dice de este país?

R.S.: Esa es una pregunta importante, me parece muy pertinente porque es por eso que yo me metí en el trabajo de hacer una novela, porque no es una crónica, no es un libro de denuncias. Y me parece que él muestra a un padre en un país sin padres, un país donde los padres se van. El hombre te cuenta la vida de su hijo, en un país muy machista que nos ha enseñado a negar la guerra, la violencia, a seguir adelante sin haber hecho la reflexión, a negar el duelo. Es un hombre que demostró que el Estado miente, que el Estado no da la cara. Él hizo que la gente al menos se enterara de que ese horror sucede. Me interesa él porque su familia es muy bella, es gente muy conmovedora, muy unida. Me interesa su figura porque hizo amistades en Bogotá y él sintió que la capital lo acogió. De otros pueblos lo sacaban a sombrerazos, lo sacaban.

CAMBIO: Bogotá suele ser vista como hostil, ¿no? Es interesante que acá lo hayan acogido...

R.S.: Es una ciudad enorme, de diez millones de personas. Difícilmente va a ser amable, pero él lo agradecía, porque encontró compañía y una audiencia que pasaba todos los días por ahí. Una parte de la gente lo veía con respeto y lo quería. En el estallido social, terminó siendo apodado el Padre de la Resistencia. Los muchachos que salían allá se lo llevaban al monumento de Los Héroes y él allá agitaba su bandera de Colombia, y lo querían como a un papá todos esos muchachos que protestaban. Yo siento que él encarna algo muy importante, la resistencia contra el ninguneo del Estado, de la sociedad que no tiene tiempo para la compasión. Esta sociedad ha sido capaz de vivir y de prosperar, al mismo tiempo de una guerra de 60 años, en vez de detener la guerra y negarse a seguir antes de que se acabe. Este señor dijo “yo no juego este juego y no sigo hasta que alguien me ponga cuidado”. 

CAMBIO: Es una historia impresionante.

R.S.: Lo es, es como la noticia que sacó CAMBIO sobre los militares que mataron militares. Es una noticia que viene contándose desde don Raúl, él fue quien alertó, así como este movimiento contraguerrilla Atila 1. Don Raúl y su hijo resumen algo que no se ha examinado en la Jurisdicción Especial para la Paz. La JEP tiene un caso de los asesinatos que se han hecho pasar por muertes en combate, que fue exactamente lo que se hizo con Raúl Carvajal, y que claro que no fue así. Su historia muestra que en Colombia también hay muchos soldados decentes. Conocer las historias de ellos es muy importante, porque es notar que hubo un montón de gente que no estuvo de acuerdo.

CAMBIO: ¿Esta historia, cree, demuestra que sí hubo órdenes directas de cometer falsos positivos y no solo de omisión, como a veces se ha dicho?

R.S.: Estos testimonios son justamente de órdenes que no se cumplieron, son muy admirables. Es desobedecer para obedecer a la vocación militar de obedecer al país.

 

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