¿Podría caerse el negocio de los fusiles Galil por la ruptura de relaciones con Israel?

Crédito: Ejército Nacional

3 Mayo 2024 03:05 pm

¿Podría caerse el negocio de los fusiles Galil por la ruptura de relaciones con Israel?

La decisión tomada por el Gobierno del presidente Gustavo Petro podría afectar la producción del fusil insignia de las Fuerzas Militares. Esta es la historia de un arma que ha marcado la industria militar de Colombia.

Por: Javier Patiño C.

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La historia del fusil Galil se inició a finales de 1967, durante la guerra de los Seis Días, cuando el ejército israelí advirtió que los fusiles FAL, de origen belga, no cumplían con las necesidades que exigían los combates. El arma era demasiado larga y el mantenimiento muy exigente. Además, era difícil de controlar en modo automático y propensa a atascarse con el polvo y la arena del desierto.

Ante las quejas de los uniformados, el ejército realizó un concurso entre ingenieros en armas, en el cual los finalistas fueron dos rivales: Uziel Gal, quien creó el subfusil Uzi, y Yisrael Galil, quien diseñó un fusil de culata plegable y bayoneta tipo FAL que mezcla el mecanismo del AK-47 ruso y el RK 62 finlandés. El ganador fue el Galil.

“El arma, en su tamaño original, no fue bien recibida entre las fuerzas especiales de Israel, que confiaban más en el AK-47 –que habían ensayado tras quitárselos a sus enemigos en la guerra del Yom Kippur– debido a su fiabilidad”, afirma el coronel en retiro Álvaro Estupiñán.

Con el paso de los años, agrega, el arma fue modernizándose para ser más plegable, con un punto de mira iluminado con tritio, un destapador en la parte inferior del guardamano, un bípode que puede emplearse para cortar alambre y un alcance efectivo de 400 metros.

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La llegada del Galil a Colombia

En 1990, las Fuerzas Militares colombianas utilizaban fusiles G3, M-14 y FAL, de calibre 7.62. Estas armas no volvieron al país porque Alemania, el fabricante del H&K G3 (de uso mayoritario), descertificó a Colombia por violaciones a los derechos humanos.

La industria colombiana fabricaba las municiones 7.62 mm, y se quedó con el problema de contar con la munición, pero no con las armas ni los repuestos.

“Alemania descertificó a Colombia por violación de derechos humanos y suspendió la venta de armas y respuestos, pero  aquí en el país se entendió el calibre 7.62 era el que atentaba contra de los derechos humanos, algo que no era para nada cierto”, cuenta Javier Miranda, experto en armas. 

El caso es que, en 1992, el Ministerio de Defensa, para solucionar el problema, ordenó unificar todas las armas de la fuerza pública (Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Policía) y también la munición, de calibre 7.62 a 5.56. Tras esta determinación, realizó una convocatoria entre las empresas de armamento en el mundo, a la invitación se presentaron Colt de Estados Unidos, Stery de Austria, H&K de Alemania; FN Herstal de Bélgica e IMI de Israel (hoy IWI).

“La ganadora fue Israel Military Industries (IMI), que producía los Galil y ofrecía transferencia de tecnología, es decir que dotaba a los uniformados de los nuevos fusiles y, además, le otorgaba a Colombia licencia para fabricar los fusiles, con la gran ventaja de que la empresa israelí compraba lo que sobraba de la producción. Eso no se lo ofreció nadie más, y si bien no fue un factor decisivo no deja de ser menos importante”, dice Miranda.

“En 1995 se unificó la producción de fusiles con municiones 5.56, para acoplarse a la normatividad de la industria militar mundial de los países OTAN”, afirma el experto en armas.

Los avances desarrollados por ingenieros colombianos fueron presentados al gobierno israelí, el cual exaltó el trabajo realizado por Indumil, autorizó la fabricación nacional de fusiles Galil AR y se convirtió en el más grande comprador de piezas colombianas Galil desde hace diez años. Por ese mismo momento y con todo el apoyo de la ingeniería colombiana nació la versión ACE del fusil desarrollado por Israel.

En la versión ACE, el Galil pesa mil gramos menos que el original AR (3,9 kilos). Doce piezas de acero fueron reemplazadas por piezas de plástico y otras 31 rediseñadas para aumentar la precisión. 

El coronel Estupiñán dice que la industria colombiana hizo del ACE un fusil más ergonómico, con una culata de seis posiciones, retención en el último cartucho (lo que facilita la recarga) y rieles de especificación militar, lo que facilita la instalación de miras nocturnas con tecnología de punta. 

“Es un fusil de asalto adecuado para los tipos de terreno y demás elementos que un militar debe afrontar en suelo colombiano, pues es un arma hecha específicamente para resistir casi cualquier cosa, como su hermana mayor el Galil AR, que a su vez es hija del AK-47 rusa”, agrega.

En opinión de Javier Miranda, la tecnología colombiana permitió que los cerca de 750.000 uniformados que integran la fuerza pública tengan un armamento de última tecnología, similar a la de países desarrollados como Israel y Estados Unidos, y que al tener una fábrica nacional en Colombia, estemos como país a la altura de cualquiera en la región.

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La decisión de Israel

El presidente Gustavo Petro anunció este miércoles 1 de mayo, durante las marchas en conmemoración del Día de los Trabajadores, que desde el 2 de mayo se suspenderían las relaciones diplomáticas con Israel. Esta decisión afecta el apoyo que reciben las Fuerzas Militares colombianas.

La fabricación del fusil Galil, en particular, ha sido un punto crucial en la relación armamentaria entre ambos países.  Armamento que le ha dado ingresos importantes a la industria militar por la producción y exportación a varios países en el continente.

Miranda dice que, en principio, esta decisión no afectaría mucho a Indumil. “El único repuesto que estamos comprando de Israel es el cañón, pero eso no quiere decir que la industria militar no esté en capacidad de fabricarlo en un cien por ciento”. Sin embargo,  importar armamento y dejar de fabricarlo localmente, afectaría una gran cantidad de empleos en la estatal miltar.

Caso diferente sucedería con la línea de fusiles Galil ACE, un arma también fabricada por ingenieros colombianos  pero aún bajo autorización de Israel. De acuerdo con Indumil, el Galil ACE, de calibre 5.56, con una cadencia de 700 tiros por minuto, es usado "como arma liviana y personal para combate urbano y rural de alta resistencia y excelente desempeño en extremas condiciones climatológicas".

Para el coronel retirado, cabe la posibilidad de que Israel tome la decisión de quitarle la patente a Indumil para la producción de los Galil, lo que llevaría a la parálisis, afectando la distribución a varias entidades oficiales.

“La pérdida de la patente también se vería reflejada en los negocios que Colombia tiene con otros países, como Perú, Paraguay, Guatemala, Honduras y Panamá, a cuyos ejércitos les vende fusiles Galil producidos en el país. Incluso, con el apoyo de Israel, Colombia los ha comercializado en Egipto, Turquía, República Checa y Argelia”, asegura.

Por su parte, Miranda opina que el objetivo de desalinearse de Israel sería utilizado por el Gobierno Petro para apartarse de la doctrina OTAN y acercarse más a Rusia, Venezuela, China e Irán en búsqueda de nuevos mercados.

“Estos países tienen sus propias líneas de fusiles, los AK-47, AK 113, AK 101, todos calibre 5:56, que podrían ser adquiridos por Colombia. Así que, teóricamente, sería como cambiar de un supermercado para irse a otro. Obviamente, eso tendría unas implicaciones diplomáticas, con multas que pondrían en peligro la pertenencia de Colombia en la Otan”, concluye el experto en armas. 
 

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