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La tradición en eterna primavera
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Esta semana, Medellín vive la ancestral Feria de las Flores, evento que evoca la biodiversidad de la región, rememora las formas de transporte y comercio del pasado y pone en el centro de atención uno de los símbolos culturales más importantes de Colombia: el silletero.
En 1840, en sus fichas de viaje, el diplomático colombiano Manuel María Mallarino relató para siempre lo que había que hacer para ascender por las montañas del Quindío y superar las trochas de la cordillera Central. “La ascensión se hace a lomo de hombre. Para eso iban los llamados silleros, fornidos mestizos de curtidas espaldas y musculosas piernas, más seguros que cualquier bestia de carga y, sobre todo, más cuidadosos, puesto que además de tener piernas tan fuertes como el acero, tenían la inteligencia necesaria para evitar algún desastre”, escribió.
Allí está el origen de las silletas. Varones formidables que las llevaban en el dorso para cargar personas, animales y cosas para dominar las montañas de Antioquia la grande y que, más adelante, sirvieron para llevar los productos de las cosechas a las ferias de pueblo. En los libros de historia figura el nombre de Braulio Ochoa como el primer cultivador de flores que tomó camino de Santa Helena a Medellín con una silleta florida a sus espaldas en 1925, aunque existen referencias de otros campesinos que aprovecharon este elemento de transporte desde 1918.
En honor a esos pioneros de la mensajería arriera es que cada año se realiza, en la ciudad de la eterna primavera –frase con la que definió a Medellín el barón alemán Alexander von Humboldt–, la Feria de las Flores. También en sus memorias, el compositor Luis Enrique Atehortúa Ruíz –fallecido hace un par de años– recuerda cómo fue el primer desfile de silleteros que se hizo en la capital de la montaña. “Salió más o menos a las once de la mañana, desde la entrada a la plaza de Guayaquil hasta Ayacucho. Cuando regresó, ya estaban marchitas las flores y las tuvieron que botar a las canecas. Los silleteros que desfilaron en el primer desfile tuvieron que caminar en medio de zorras, carretilleros, venteros ambulantes y carros. No fue un desfile organizado porque se hizo en forma improvisada. Pero ese fue el origen del desfile de silleteros”.
Fue entonces que, posteriormente, un primero de mayo de 1957, Arturo Uribe Arango, quien estaba encargado de la Oficina de Fomento y Turismo, invitó a desfilar al primer grupo de 50 campesinos que cargaban silletas con flores y hortalizas desde el corregimiento de Santa Elena hacia Medellín.
Este año, ese evento se llevará a cabo el domingo 11 de agosto y, a petición de los mismos silleteros, nuevamente habrá graderías a su paso. Se instalarán 41 de ellas, con un aforo total de 21.300 personas.
Ellas podrán observar a los campesinos que cargan esos ingeniosos instrumentos que se adaptan a la espalda con el fin de portar flores. Según la Alcaldía de Medellín, las silletas, construidas en madera, son un armazón que se sostiene mediante cuerdas o fajas a los hombros y la cabeza del cargador. Unas pequeñas patas, a manera de soportes, permiten una más fácil manipulación tanto al levantarla como al depositarla en el suelo.
“Destinadas a desaparecer, al igual que el arreglo floral que las componen, las variaciones de diseño y construcción responden a la intención del participante en el desfile, de acuerdo con aquellas categorías que ha establecido el espectáculo”, señala la Alcaldía.
Pero además de los arreglos florales, los asistentes también apreciarán la indumentaria especial de los protagonistas del desfile. De acuerdo con la Alcaldía, cada prenda y accesorio que lucen los silleteros en el desfile tiene un valor cultural y simbólico, que remite a la historia de pujanza, coraje y valentía de los antioqueños e inspira a seguir abriendo caminos de desarrollo y sostenibilidad.
La evolución del vestuario
Con base en la investigación sobre la cultura silletera que lideró la Universidad Eafit y la Alcaldía de Medellín, a los silleteros de Santa Elena se les diseñó un nuevo vestuario con las prendas auténticas que los campesinos antioqueños utilizaban a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el cual lucen desde 2015 en el Desfile de Silleteros.
Así, para contribuir con la preservación de la cultura silletera y del Desfile de Silleteros, en el Acuerdo Municipal 035 de 2017 se estableció el vestuario como uno de los ítems que los jurados evalúan para premiar a los participantes del desfile en cada una de las categorías de las silletas.
Es un traje que, por sus telas y diseño, es cómodo, fresco y elástico, para facilitar el recorrido de los silleteros en el desfile.
Accesorios, complementos y vestuario del silletero:
Camisa. Elaborada en algodón, es de color crudo y tiene cuello de banda o artesano, que hoy se conoce como tipo Nehru o Mao, y botonadura escondida, cubierta con una tapa perilla que lleva unas presillas, para no dejar ver los botones. Sólo resalta el botón de la parte superior, de color dorado, como la usaban los artesanos hace un siglo.
Pantalón. Elaborado en dril, tiene un estilo clásico y es en tono azul verdoso oscuro, y posee bolsillos laterales, para que se ajuste a las necesidades utilitarias de los silleteros.
Sombrero aguadeño. Muy tradicional en Colombia, especialmente en Antioquia y el Eje Cafetero, también representa la cultura de los arrieros y es fabricado de palma de iraca.
Ruana. De acuerdo con el diseñador del traje, Camilo Álvarez, esta prenda “es un desarrollo artesanal de la ruana de Sonsón y fue fabricada en Boyacá. Es bicolor porque el rojo y el negro era muy común, y tenía muchos símbolos y usos: negro para el luto y rojo para las fiestas”.
Carriel. Artesanía colombiana con más de un siglo de historia. Es un tipo de bolso de cuero con bolsillos interiores, usado tradicionalmente por los hombres de Antioquia desde la época colonial.
Paruma o tapa pinches. Viene de la indumentaria del arriero y es una especie de delantal grueso de cuero o lona, utilizado para proteger el pantalón y cubrir el ‘pinche” o pene, que usualmente se encontraba fuera de sus pantalones para orinar fácilmente en sus recorridos. Cae a la rodilla y suele ser blanco, sin adornos y con un bolsillo central.
Funda del machete. Accesorio típico de la indumentaria del campesino antioqueño para portar el machete, herramienta que los campesinos usan todavía en las actividades de la tierra y el campo, desde finales del siglo XVIII y con mayor auge en los inicios del siglo XIX, la cual fue clave para abrir los caminos al desarrollo y la industrialización del departamento de Antioquia.
Calzado. Cotizas o alpargatas con mayor soporte que brindan más comodidad, y de color crudo con suelas blancas o negras.
Una feria muy rentable
La Feria de las Flores es un evento que genera actividad económica para Medellín. Las cifras del certamen del año pasado así lo muestran.
De acuerdo con la Alcaldía de Medellín, más de 2,5 millones de personas participaron de sus eventos y gozaron con más de 7.000 artistas, una cifra histórica para esta celebración local. Asimismo, se generó una derrama económica de más de 61 millones de dólares.
Además, se registró un 81% de ocupación hotelera, el registro más alto de los últimos cuatro años. Más de 50.000 viajeros ingresaron a través de los puntos de Migración Colombia, lo que incrementa los 49.000 del año pasado.
En el Desfile de Silleteros, la afluencia de público itinerante y expectante rondó los 1,3 millones de personas, lo que significó un aumento respecto a la cifra obtenida en el 2022. También, se incluyeron cuatro cupos nuevos en el desfile, por lo que 524 silleteros exhibieron sus piezas artísticas.
La inversión en silleteros superó los 3.716 millones de pesos, discriminada así: entre la premiación, los pagos por silleta y la alimentación, 1.700 millones; la zona de bienestar, los apoyos administrativos, la logística y otros auxilios, 1.427 millones; del mismo modo, hubo una bolsa con más de 250 millones para todas las actividades de los silleteros en los barrios y, durante todo el año, más de 339 millones se usaron para la comercialización e internacionalización.
En el marco de las celebraciones no ocurrió ningún homicidio. El hurto a personas presentó una reducción del 57% frente a la feria del año pasado. Comportamiento similar tuvieron las lesiones personales producto de riñas, que bajaron un 57%, los hurtos de celulares que disminuyeron un 71% y los hurtos a residencias, que mermaron un 73%.
Son cifras que hablan más que mil palabras y que hacen más eterna la primavera en la ciudad.