
El secreto está en dejar que los rendimientos se reinviertan y no retirarlos.
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¿Qué es el interés compuesto y cómo aplicarlo en sus ahorros a largo plazo?
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En entrevista con CAMBIO, tres expertos explican qué es el interés compuesto y por qué es una de las herramientas financieras más poderosas para hacer crecer el dinero. Más allá de fórmulas y tecnicismos, este principio puede ser la clave para construir un ahorro sólido a largo plazo.
Por: Juan David Cano

En el mundo de las finanzas personales, hay un concepto que genera asombro tanto entre inversionistas novatos como entre expertos: el interés compuesto. Aunque su nombre puede sonar complejo, su lógica es sencilla. A través de este mecanismo, el dinero no solo crece, sino que se multiplica de manera acelerada en el tiempo. Y lo mejor: no se necesita ser millonario para aprovecharlo. Solo hace falta disciplina y paciencia.
"El interés compuesto refiere al arte de hacer que el dinero trabaje para usted con el paso del tiempo. A diferencia del interés simple, que se calcula solo sobre el capital inicial, el interés compuesto permite que los intereses que usted gana también comiencen a generar nuevos intereses", explica Héctor David Nieto Martínez, director del programa de Finanzas de la Universidad El Bosque.
El secreto está en dejar que los rendimientos se reinviertan y no retirarlos. Con el paso del tiempo, ese pequeño gesto tiene un efecto desproporcionado sobre el crecimiento del capital invertido. Por eso, muchos comparan este fenómeno con una bola de nieve que se desliza cuesta abajo: comienza siendo pequeña, pero a medida que avanza, va sumando más nieve y creciendo a un ritmo acelerado.
Así lo describe también Santiago Espinosa González, profesor de finanzas aplicadas a Bloomberg en la Universidad de La Sabana: "básicamente, lo que el interés compuesto nos da a todos aquellos que hacemos inversiones es la posibilidad de multiplicar el dinero de nuestra inversión cada año de manera acelerada".
El ejemplo que plantea Espinosa lo deja claro: "si el primer año invierto 100 pesos a una tasa de rentabilidad del 10 por ciento, obtendré 10 pesos de ganancia. Es decir, al cabo de un año tendría 110 pesos. Sin embargo, en el segundo año, al tener 110 pesos invertidos, la misma rentabilidad del 10 por ciento ya no generará solo 10 pesos, sino 11. Así, al final del segundo año tendría 121 pesos, y así sucesivamente, año tras año".
Las recomendaciones de los expertos sobre el interés compuesto
Más allá de la teoría, lo importante es la forma en que se pone en práctica. Nieto insiste en que "lo ideal es comenzar cuanto antes, mantener el dinero invertido en instrumentos que generen rendimientos —como cuentas de ahorro programado, fondos de inversión o CDT con reinversión automática— y evitar retiros frecuentes. Enseñar este tipo de conceptos desde etapas tempranas —en el colegio, la universidad, o incluso en el entorno familiar— puede marcar una diferencia enorme en la salud financiera de las personas a futuro".
Julio Sarmiento, coordinador académico de la maestría en Banca y Finanzas de la Universidad Javeriana, hace énfasis en la diferencia sustancial entre capitalizar los intereses o retirarlos cada mes. Según él, esta es la clave que muchas veces pasa desapercibida: "El interés compuesto es, simplemente, la capitalización de los intereses causados, pero no pagados. Es decir, cuando yo invierto en un instrumento de inversión que me permite dejar los intereses que me deben pagar dentro del mismo instrumento, y ese instrumento sigue generando intereses sobre esos intereses no retirados, se va generando un crecimiento exponencial de los intereses recibidos".
Sarmiento ofrece un ejemplo muy gráfico: "imagínese que usted tiene 100 pesos en una cuenta que le paga el 2 por ciento mensual, y el interés es compuesto. El primer mes usted recibe 2 pesos de intereses. Pero no se los consignan a su cuenta corriente, sino que se quedan en la misma cuenta de inversión. Entonces, en el mes dos, ya no se calculan los intereses sobre 100 pesos, sino sobre 102 pesos. Eso que no retiró es clave".
Lo interesante es cómo, al pasar los años, esa diferencia pequeña se convierte en una brecha inmensa. "Uno podría pensar: ‘Bueno, tengo un 2 por ciento de interés mensual durante 12 meses, eso es 24 por ciento anual. Así que recibiré 124 pesos’. Pero no: con la capitalización de intereses no se obtienen 124 pesos, sino 126.82 pesos. Esta diferencia, aunque parezca pequeña, es clave para entender el poder de la inversión a largo plazo", afirma.
Pero la verdadera dimensión se ve en horizontes aún más largos. Sarmiento agrega: "Si usted invirtió 100 pesos y le pagaron el 2 por ciento mensual durante 10 años sin retirar ningún interés, entonces pensaría que ganó un 240 por ciento, es decir, que obtendría 340 pesos. Pero, con el interés compuesto, no obtiene 340, sino 1.076 pesos. Y si hacemos el ejercicio a muy largo plazo, por ejemplo, 30 años, en lugar de recibir 820 pesos (que sería el resultado del interés simple, retirando los 2 pesos cada mes), con interés compuesto el valor final sería de 124.756 pesos”.
Esa es la verdadera diferencia. "Cuando uno invierte a largo plazo, lo que más impulsa el crecimiento de la inversión es la capitalización de intereses, o sea, el interés compuesto. Esto no cambia la rentabilidad mensual (que sigue siendo del 2 por ciento), pero sí cambia radicalmente el valor final de la inversión", concluye Sarmiento.
En un país donde buena parte de la población no está familiarizada con los instrumentos financieros, comprender este principio puede ser una herramienta de transformación. No se trata de fórmulas mágicas ni de apuestas de alto riesgo. Tampoco es necesario ganar mucho dinero para comenzar a ahorrar con inteligencia. Lo importante es comenzar cuanto antes, dejar que el tiempo haga su parte y permitir que el interés compuesto haga su magia.
