
Según Fenalco, el 36 por ciento de los micronegocios en Colombia están liderados por mujeres, generando el 24 por ciento de los ingresos totales de micronegocios.
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Tejiendo historia: el rol de las mujeres en la economía colombiana
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El rol de las mujeres en la economía colombiana ha sido clave para la economía nacional, aunque todavía persisten varios desafíos para el género femenino.

En 1920, Betsabé Espinal se ganaba entre 40 centavos y un peso a la semana, en su oficio de costurera en la Fábrica de Tejidos de Bello, Antioquia. Pero no estaba satisfecha. A sus 24 años, no le parecía justo que sus compañeros hombres, que hacían la misma labor, obtuvieran hasta 2 pesos con 70 centavos, y todo porque la irrupción del género femenino en el ámbito laboral era mal vista en ese entonces. Y eso que, en ese año, el 73 por ciento de la fuerza obrera en el Valle de Aburrá la conformaban mujeres, solteras en el 85 por ciento de los casos, e igual proporción se daba en las trilladoras de café y en las fábricas de cigarrillos, tareas en las que las familias campesinas encontraron una buena opción laboral para las hijas célibes, porque la sociedad clerical no veía bien que, por trabajar en las fábricas, las muchachas casadas descuidaran su familia y su sagrada misión de amas de casa. “La fábrica es enemiga de las mujeres, enemiga de su cuerpo, de su alma, agotadora de su salud y envenenadora de su virtud”, rezaba una publicación católica de la época, según lo reseña una crónica de Ricardo Aricapa publicada por la Agencia de Información Laboral (AIL).
Sin embargo, esa joven terminó tejiendo un momento histórico en la historia del país, al convertirse en una pionera en la lucha por los derechos laborales de las mujeres en Colombia. Lideró una huelga significativa porque las trabajadoras de la fábrica exigieron mejores condiciones laborales, incluyendo salarios iguales, reducción de la jornada laboral y el cese del acoso sexual. Gracias a su determinación y liderazgo, lograron un aumento salarial del 40 por ciento, regulación del sistema de multas, jornada laboral de 10 horas y más tiempo para el almuerzo, permiso para ir calzadas a la fábrica y el despido fulminante de los más conocidos y odiados ‘acosadores’ de la empresa.
Con su gesto, Betsabé Espinal fue también una precursora del rol protagónico que ha tenido la mujer en el sector laboral del país. Un papel que ha sido clave para la economía, a pesar de la marcada brecha de género que aún persiste en Colombia.
Una de las más notorias es la que se da en el acceso a productos financieros, que, por ejemplo, en 2021, todavía era de 6,8 puntos porcentuales, lo que indica que los hombres tienen más acceso a servicios financieros formales que las mujeres. El acceso a crédito es igualmente desventajoso para las mujeres: en 2020, el monto promedio de crédito concedido a las mujeres fue de 4,8 millones de pesos, mientras que para los hombres fue de 6,1 millones de pesos.
Es más: en el panel ‘Mujeres en el ecosistema de servicios financieros digitales’, realizado en diciembre de 2023 por el Ministerio de las Tecnologías y la Comunicación (MinTic), Gabriela Andrade, investigadora del BID, reveló que todavía un 31 por ciento de las mujeres en América Latina no tenía una cuenta bancaria.
Esa desigualdad debe ser combatida, según lo aseveran desde el mismo sistema financiero. “Desde sus hogares, emprendimientos, empresas y desde la ruralidad, las mujeres han impulsado la economía del país con visión, innovación y compromiso. Hoy, el desafío no es solo reconocer ese aporte, sino construir un sistema financiero que las escuche, las incluya y las potencie”, señala Luz María Velásquez, vicepresidenta de Negocios Personas, Pymes y Empresas de Bancolombia.
Y las cifras respaldan su aseveración. En Colombia, Las mujeres representan el 51 por ciento de la población y el 52 por ciento de la población en edad de trabajar. Sin embargo, su participación en la fuerza laboral es del 42 por ciento, mientras que los hombres representan el 58 por ciento.
De acuerdo con el Dane, las mujeres ocupadas representan el 40 por ciento del total de ocupados. El 55 por ciento de las mujeres ocupadas trabajan de manera informal, mientras que el 45 por ciento lo hacen de manera formal.
Los sectores económicos con mayor participación femenina, según un estudio de Fenalco, son el comercio y reparación de vehículos, con el 21 por ciento de las mujeres ocupadas, administración pública y defensa, educación y atención de la salud humana, con el 18 por ciento, actividades profesionales, científicas, técnicas y servicios administrativos (11 por ciento) e industrias manufactureras (11 por ciento).
En el estudio de ese gremio, que agrupa al sector del comercio, el 36 por ciento de los micronegocios en Colombia están liderados por mujeres, generando el 24 por ciento de los ingresos totales de micronegocios.
A pesar de esas cifras significativas, la mujer enfrenta numerosos retos debido a la brecha de género que aún persiste en Colombia, más de un siglo después de la justa propuesta de Betsabé Espinal. Por ejemplo, según Fenalco, ellas dedican en promedio 22 horas semanales más a tareas no remuneradas que los hombres. Además, la falta de acceso a servicios públicos esenciales como la salud, la educación y el cuidado aumenta su carga de trabajo no remunerado. “Las mujeres siguen enfrentando desafíos significativos en su participación laboral. Estos incluyen el acceso limitado a empleos, la sobrecarga de labores de cuidado no remunerado, la persistente brecha salarial y la falta de oportunidades de ascenso. Estas barreras no solo afectan a las mujeres a nivel individual, sino que también tienen un impacto negativo en la economía en su conjunto”, afirma una investigación de marzo de este año del Centro de Estudios del Trabajo (Cedetrabajo).
En su informe ‘La urgencia de un modelo económico que cuente con las mujeres’, explica que “la falta de políticas públicas eficaces y el debilitamiento del Estado han perpetuado un sistema que limita el acceso de las mujeres a empleo digno, educación y recursos. Con un mercado laboral marcado por la informalidad y la sobrecarga del trabajo de cuidado, las oportunidades para cerrar la brecha de género siguen siendo mínimas”.
Para la vicepresidenta de Negocios Personas, Pymes y Empresas de Bancolombia, es preciso actuar en cerrar esas brechas. “Cuando una mujer accede al sistema financiero no solo crece su negocio: se transforma su comunidad. De manera que invertir en su crecimiento y capacidades, no es solo un compromiso con la equidad, es una decisión inteligente para el desarrollo sostenible del país”, concluye.
