A veces llegan cartas… todavía

Crédito: Freepik

27 Junio 2024 03:06 pm

A veces llegan cartas… todavía

A pesar del auge del correo electrónico, del internet y de las redes sociales, el tradicional sistema de correspondencia se resiste a desaparecer.

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Luego de seguir el mismo ritual que acostumbra hacer desde el siglo pasado, Álvaro Eraso Alvear pegó diez estampillas en el sobre de una carta que viajaría, el pasado 17 de mayo, desde Bogotá hasta la calle Drumul Taberei #17, en Bucarest, Rumania, en donde vive Marian Vasile. Algún anónimo cartero rumano debió entregársela en esa dirección, acaso luego de esquivar los ladridos de un furioso perro guardián, para refrendar una vez más que su oficio –lo mismo que la correspondencia escrita real y no virtual–, todavía existe a pesar del arte de magia de los genios algorítmicos del Whatsapp.

La carta viajó hasta el viejo continente gracias a los Servicios Postales Nacionales S.A., operador oficial de Colombia que trabaja bajo la marca comercial 4-72, y que precisamente en esos días anunciaba una reestructuración con el objetivo de salvar la empresa. En una entrevista concedida a Blu Radio, el gerente de la entidad, Juan García Estrada, detalló las causas de la crisis y las medidas que está tomando para superarla. “Nosotros llegamos hace seis meses a la compañía y encontramos una situación difícil. El negocio de correo ha migrado a la tecnología y el uso del papel y la tinta es prácticamente nulo. La pandemia también afectó severamente nuestra operación”, explicó.

Carta
Cortesía: Álvaro Eraso Alvear.

Para adaptarse a esta nueva realidad, 4-72 está ampliando su objeto social hacia nuevas tecnologías. “Estamos en una transformación digital. Tomamos la decisión de enfocarnos en lo virtual, porque ese es el mundo actual pasamos de tener un correo físico a uno electrónico y estamos migrando a negocios como nuevas tecnologías, software, hardware, comunicaciones, transporte, logística y gestión documental”, agregó.

Pero esa decisión no la comparte Álvaro Eraso, y lo hace debido no sólo a la devoción que les tiene a las cartas en papel, sino también a motivos meramente económicos. “En un courrier me hubiera costado el envío entre 120.000 y 180.000 pesos. Por 4-72 me costó menos de 25.000. Tarda más tiempo, pero llega”, señala.

Esa decisión debe alegrar al gerente de los servicios postales colombianos, que encontró una situación financiera precaria, según dijo, con un déficit que superó los 120.000 millones de pesos. Sin embargo, gracias al apoyo del Gobierno y a una capitalización de 70.000 millones aprobada por la asamblea de accionistas, la empresa ha comenzado a ver una luz al final del túnel.

“En estos últimos meses hemos comenzado a recuperar las finanzas. En el año anterior teníamos un déficit mensual de casi 12.000 millones de pesos. Hoy estamos casi llegando al punto de equilibrio y esperamos que en agosto podamos estar completamente equilibrados”, aseguró García Estrada.

Y aunque va a enfocar sus objetivos en un futuro más digital y diversificado, incluyendo el comercio electrónico, especialmente en el paquete internacional, también está revitalizando su servicio de filatelia y explorando la posibilidad de ofrecer estampillas digitales, adaptándose así a las necesidades del mercado moderno.

Pero sin dejar de lado el sistema ‘análogo’ de correo. En la pasada Feria Internacional del Libro de Bogotá, por ejemplo, 4-72 obsequió a los asistentes el envío de 10.000 postales. “Es para que no se pierda esa bella costumbre”, declaró el gerente.

La cartera del amor

Por fortuna para los servicios postales, la correspondencia escrita, antes que morir, no se rinde ante la tecnología y, por el contrario, se une a ella. Una prueba de ello es el portal web Cartas a la carta, en donde Carolina Calle escribe misivas de amor a domicilio y por solicitud expresa. Ella misma define su oficio del siglo XIX inserto en el XXI: “No soy ni puta ni poeta, pero me alquilo para amar a ratos. Zafo nudos de la garganta, traduzco silencios y escribo cartas de amor por encargo. Esto es periodismo al servicio del amor”, dice.

Carolina Calle nació en Medellín, y estudió Comunicación Social y Periodismo en la Universidad Pontificia Bolivariana. Se dedica a la escritura de crónicas periodísticas, a la docencia universitaria, a la realización audiovisual y a la creación de productos transmedia. En la actualidad alterna sus ocupaciones con el estudio de la Maestría de Cine Documental.

En 2013 creó la iniciativa Cartas a la Carta (cartaalacarta.wordpress.com), una agencia de periodismo narrativo al servicio del amor. Esta propuesta fue seleccionada por el Ministerio de Cultura para asistir al II Encuentro Nacional de Emprendimiento Digital C3+D, al tiempo que La Secretaría de Juventud de la Alcaldía de Medellín le otorgó el segundo puesto en el concurso Jóvenes Destacados por su innovación al periodismo en la ciudad.

Pero además de las razones amorosas, hay quienes defienden las cartas como elemento clave para el desarrollo personal del hombre. Y de la mujer, para no ofender a las feministas.

Uno de ellos es el escritor Simón Garfield, autor del libro To the letter – traducido al castellano como Posdata–, en el que afirma que “existe una integridad en las cartas que no existe en ninguna otra forma de comunicación escrita”. Y añade que “en parte, esto tiene que ver con la aplicación de la mano sobre el papel, con el paso del papel a través del carro de la máquina de escribir”. Para este experto, se trata de valorar las cartas como un objeto físico. Es decir, que es no sólo un texto que se transmite, sino un elemento material que ha sido forjado por las manos de una persona y llega a las manos de otra. 

Aun así, el autor no se muestra optimista en cuanto al futuro de las cartas. “La última llegará en esta generación”, aventura Garfield. Y concluye: “¿Cuándo llegará ese día memorable, esa última carta auténtica? ¿El próximo miércoles? ¿Dentro de un año? ¿Dentro de cinco años? No sabremos que era la última hasta meses o años después, cuando miremos atrás para valorar el pasado…”.

¿Será una carta de amor?

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