“En Colombia, la paz se hizo, la guerra terminó”: Sergio Jaramillo
Sergio Jaramillo
Crédito: OMAR NIETO
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El ex alto comisionado de paz acaba de lanzar la fundación Acordemos para poner al servicio de los demás los logros alcanzados en el país con el Acuerdo de Paz entre el Estado y las Farc. Dijo que aquí ninguno de los grupos ilegales de hoy busca la toma del poder, sino que, como máximo, sus cabezas buscan una especie de “jubilación”.
Por: Armando Neira
Pocos actos sociales logran una convocatoria tan diversa como la de la Fundación Acordemos. Hace unos días, en un salón de un hotel del norte de Bogotá, se sentaron a conversar dos premios nobel, varios exguerrilleros, líderes políticos, académicos y hasta un exdirector de la Policía Nacional.
Estaban Juan Manuel Santos, expresidente y premio nobel de la Paz; James A. Robinson, premio nobel de Economía 2024; Rodrigo Londoño, excomandante de las Farc; Otty Patiño, excombatiente del M-19 y hoy comisionado de paz de la administración del presidente Gustavo Petro; el general Óscar Naranjo, exvicepresidente de la república; Humberto de la Calle Lombana, senador y exjefe del equipo negociador del Estado que logró el Acuerdo de Paz, entre otros.
Todos respondieron a la invitación de Sergio Jaramillo Caro. El ex alto comisionado de Paz presentó la Fundación Acordemos. “El trabajo de Acordemos se basa en un programa de lecciones aprendidas del proceso de negociación entre el gobierno colombiano y las Farc-Ep (2010-2016), que constituye el sustento técnico a los procesos de asesoramiento y capacitación que realiza la organización a nivel internacional y nacional”, dijo Jaramillo. “Entendemos esta iniciativa como una forma concreta para retribuir al mundo el apoyo internacional recibido por Colombia en materia de paz”, agregó. CAMBIO lo entrevistó.
CAMBIO: Tras la firma del proceso de paz con las Farc y el fin del gobierno del presidente Santos, ¿qué ha hecho? ¿Dónde ha estado?
Sergio Jaramillo: Estuve un tiempo muy corto como embajador ante la Unión Europea y Bélgica, menos de ocho meses, porque renuncié cuando ganó Iván Duque. Salí el último día del Gobierno Santos. Desde entonces he estado asesorando negociaciones en diferentes partes del mundo y ayudando en lo que se puede acá.
CAMBIO: ¿En dónde?
S.J.: En Afganistán, por ejemplo, fuimos con Jonathan Powell, quien acaba de ser nombrado asesor de Seguridad Nacional del Reino Unido, los principales asesores de la delegación de la república en esa negociación “imposible” con los talibanes.
CAMBIO: ¿Imposible?
S.J.: Digo “imposible” porque Estados Unidos ya les habían entregado todo a los talibanes en el Acuerdo de Doha de febrero de 2020. También lancé, con unos amigos, una campaña de solidaridad con Ucrania.
CAMBIO: ¿Cómo y por qué surge Acordemos?
S.J.: Precisamente, dando tantas vueltas, me di cuenta de que las capacidades que habíamos desarrollado en las negociaciones de La Habana no eran inferiores a las que ofrecían centros europeos y americanos.
CAMBIO: ¿Aquí hay talento de exportación?
S.J.: En ninguna parte he visto un equipo más competente y dedicado que el que estuvo en la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, con el que el país tiene una deuda enorme. ¿Por qué ir a Ginebra, Bruselas o Washington para aprender de negociaciones de paz cuando en Bogotá hay gente que pasó por una negociación real? La idea de Acordemos es no perder ese conocimiento y ponerlo al servicio de los demás. Y mostrar que Colombia puede hablar de igual a igual en el escenario internacional.
CAMBIO: ¿Cómo y dónde, por ejemplo?
S.J.: Lanzamos Acordemos la semana pasada con una intervención de James Robinson, quien se acaba de ganar el Nobel de Economía y es uno de los miembros de nuestro consejo asesor. Pero en realidad venimos trabajando desde principios de año. Les hemos dado cursos de una semana sobre todos los aspectos de una mesa de negociaciones, con los responsables de cada tema, a la delegación del gobierno de Tailandia que está negociando con la guerrilla del BRN, y también a la delegación del gobierno de Nigeria que está negociando con Boko Haram.
CAMBIO: ¿Fueron a Tailandia?
S.J.: En agosto hicimos un taller de tres días en Tailandia con el equipo de paz y los generales que están en la zona de influencia del BRN. Tenían una gran necesidad de apoyo en temas técnicos, como la construcción de un sistema de autorizaciones legales para la delegación del BRN, cosa que les explicó Mónica Cifuentes, y también en temas estratégicos, como la integración en un solo plan de las negociaciones y el componente militar, lo cual les explicó el general Mejía, ambos asesores sénior de Acordemos. Honestamente, no creo que ese tipo de capacidades las tenga nadie más.
CAMBIO: Ustedes van a dar consejos o soluciones, pero ¿cómo podría ser un caso concreto? Por ejemplo, el caso de Ucrania o Gaza.
S.J.: Ambos casos son extraordinariamente difíciles, pero hay cosas que se pueden preparar. Hace un mes organizamos en Egipto, junto con el Cairo International Center for Conflict Resolution, Peacekeeping and Peacebuilding (CCCPA), un taller sobre mecanismos de monitoreo y verificación. El tema central fue el mecanismo tripartito de Colombia, presentado por quienes lo construyeron. Si algún día se acordara algo similar en Gaza, cambiaría radicalmente la relación entre israelíes y palestinos.
CAMBIO: ¿Y en Colombia?
S. J.: En Colombia cocreamos hace unos años la Confluencia Nacional de Líderes Comunitarios, líderes en todo el territorio a quienes conocemos desde las negociaciones y con quienes lanzamos un proceso hace un tiempo para compartir lecciones, conectar a las comunidades con las autoridades y promover el Acuerdo Final.
CAMBIO: ¿Se trata de compartir el conocimiento?
S. J.: Sí. A nosotros nos ha apoyado mucho la Fundación Ideas para la Paz. Y así como apoyamos acuerdos en el resto del mundo, queremos ahora apoyar acuerdos al interior de las comunidades y de la sociedad en general para contribuir a la construcción de la paz e insistir en la implementación del Acuerdo Final. En nuestra visión, el centro de gravedad deben ser las comunidades y la gente, no los armados o los rearmados.
CAMBIO: Volviendo al lanzamiento de su fundación, ¿qué significa que dos colombianos como Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño puedan ahora sentarse a conversar tranquilamente en un acto social?
S. J.: Cierre los ojos y pregúntese si en 2010 alguien hubiera creído eso posible.
CAMBIO: ¿Por qué es tan difícil hacer la paz en Colombia? Llevamos más de medio siglo matándonos entre nosotros.
S. J.: No estoy de acuerdo. La paz se hizo, la guerra terminó. Hoy no nos estamos “matando entre colombianos”.
CAMBIO: ¿Cómo así?
S. J.: Hay algunos grupos enfrascados en disputas territoriales para controlar negocios ilícitos y extorsionar a la población, que es lo que siempre ha hecho el crimen organizado. Es cierto que para los habitantes de esas regiones puede parecer que es más de lo mismo. Pero la lógica estratégica tiene mucho más que ver con los clanes mexicanos que con la lucha armada histórica en Colombia.
CAMBIO: ¿Pero esos grupos existen, confrontan?
S. J.: Ninguno de esos grupos va tras la toma del poder ni tiene interés alguno en transformarse en nada que no sea una organización de "segundo piso" que controla el crimen y el territorio. Como máximo, las cabezas estarían interesadas en paquetes de jubilación para gozar de sus fortunas, sin ningún control posterior sobre sus propios hombres, quienes seguirán reciclándose al servicio del mejor postor.
CAMBIO: ¿Entonces?
S. J.: Por eso es tan importante enfocar las cosas con el lente adecuado. Hacen mucho daño quienes, de manera irreflexiva, siguen hablando del “conflicto armado” en Colombia, como si todo fuera lo mismo. No es así, y requiere estrategias diferentes.
CAMBIO: ¿Qué opinión tiene de la negociación de paz con el ELN? ¿Para dónde cree que va ese grupo?
S. J.: El ELN ya anunció en público y en privado que no va a firmar con este gobierno. Y si no es para terminar, ¿para qué están sentados con ellos? Al gobierno le queda más de un año y medio, tiempo suficiente para decirle al ELN hoy: o negociamos antes de que nos vayamos, o nos vamos ya de la mesa y depositamos en la caneca cualquier cosa que hayamos firmado con ustedes.