
Estados Unidos - Colombia jugando con fuego. La opinión del exministro José Manuel Restrepo sobre la crisis entre Trump y Petro
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El economista y exministro de Hacienda José Manuel Restrepo escribe sobre los posibles efectos que tendrá las medidas que tomó el presidente Donald Trump contra Colombia por la negativa del presidente Gustavo Petro a recibir aviones con migrantes deportados.
Por: José Manuel Restrepo

Estamos asistiendo a un nuevo y triste capítulo de las relaciones comerciales y de inversión entre Colombia y USA. Esta relación recientemente se ha caracterizado por ser cordial y constructiva, manejada por canales diplomáticos y siempre con pragmatismo buscar el mejor beneficio de las partes. Ha sido además ejemplo de una relación bilateral, bipartidista, bicameral y multisectorial.
En un acto de irresponsabilidad adobado con sentimiento de falso nacionalismo, el gobierno Petro se opuso a recibir viajes de migrantes deportados de USA a Colombia, asunto que en este y otros gobiernos ya había sucedido sin ningún inconveniente (cerca de 17.000 deportados recibidos por Colombia en 2024). El resultado de este mensaje, fue la decisión del gobierno Trump de acudir a razones de seguridad, que contempla el TLC, para anunciar aranceles inicialmente del 25 por ciento y con incremento al 50 por ciento, así como medidas para-arancelarias más restrictivas sobre todos los productos exportados de Colombia a USA. Esto en adición a medidas para restringir la expedición de visas a USA desde el próximo lunes, así como la revocatoria de visas a miembros y amigos del actual gobierno colombiano, y eventualmente sanciones financieras en esta relación.
Estas medidas tienen un impacto relevante en la economía Colombiana. Estamos hablando de una relación de comercio que suma más de 40.000 millones de dólares, donde con decisiones como estas se afectan sectores claves de la economía como el floricultor, cafetero, frutícola, de pescado fresco, de materiales de construcción, y de confecciones. Pero también se trata de una afectación a la llegada anual de cerca de entre 2.000 y 5.000 millones de dólares en inversión extranjera directa. Esto significa cientos de empleos, y oportunidades de desarrollo productivo y tecnológico perdidas para el país. Significa también una afectación a más de 1,4 millones de colombianos, que anualmente viajan a USA, no sólo por razones de turismo, sino también de negocios. Pero sobre todo, abre la mirada de desconfianza entre dos naciones que históricamente han tenido vínculos sólidos y productivos. Lo anterior se suma a la decisión ya vigente de congelamiento de la llegada de recursos de apoyo o cooperación de USA a Colombia, que han sido vitales en temas de seguridad.
Piense puntualmente en el efecto que esto pueda tener a dos semanas del momento más importante para la exportación de flores (San Valentín) y a semana y media de una exportación significativa de aguacate como resultado del denominado evento del Super Bowl.
Algunos se preguntarán si este tipo de medidas se pueden imponer unilateralmente (aranceles), y la respuesta es que efectivamente es viable hacerlo por razones de seguridad, tal como lo contempla el propio TLC, que con estas medidas entra en un momento de crisis, porque la totalidad de los bienes perderían ese factor competitivo de cero aranceles en las exportaciones de Colombia a USA, y que nos ponen en desventaja frente a exportaciones de productos similares desde otros mercados del mudo. Nadie sabe la dimensión además de lo que significa perder un mercado en USA y luego volverlo a recuperar, después de que se supere un impasse diplomático. Ganar mercados es difícil, recuperarlos es mucho más complejo.
Es imperativo que el gobierno colombiano aborde esta crisis con una política exterior coherente y basada en el diálogo. En un mundo globalizado, ningún país puede permitirse el lujo de actuar en aislamiento, y mucho menos frente a una potencia económica como USA. Colombia, con tranquilidad y tino, debe priorizar la reconstrucción de relaciones bilaterales sóidas y predecibles, que permitan minimizar o eliminar los impactos de estas medidas y garantizar un futuro estable para nuestra economía.
