Sin agua e inundada de inseguridad: los pendientes de Galán con Bogotá

El mandatario local anunció como una victoria el fin del racionamiento en la ciudad.

Crédito: Colprensa.

13 Abril 2025 03:04 am

Sin agua e inundada de inseguridad: los pendientes de Galán con Bogotá

Justo cuando se cumple un año del racionamiento, el alcalde Carlos Fernando Galán levantó la medida que nació para atender la emergencia y se alargó. La meta era que el nivel de los embalses llegara al 70 por ciento de su capacidad. Hoy no alcanza ni el 45 por ciento. A propósito de esta fecha, CAMBIO analiza las cifras de este y otros temas claves en Bogotá, como la seguridad, las basuras y el avance de las obras. ¿Aprueba o se raja la administración de Galán?

Por: Claudia M. Quintero

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“Tenemos que llegar a finales de 2024 con embalses en un 75 por ciento”, dijo el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, el 7 de abril de 2024, cuando anunció el racionamiento de agua para la capital del país. Tras un año atravesado por quejas, tuberías dañadas y jornadas de 24 horas sin agua, el mandatario local levantó esa medida con un anuncio casi que de victoria. "Podemos dar por superada esa crisis", aseguró. Sin embargo, aunque hoy los embalses tienen más agua, el nivel no llega ni al 50 por ciento y aún quedan pendientes. 

Ese es uno de los puntos en los que más se raja Carlos Fernando Galán, según las mismas cifras y de acuerdo con ambientalistas y urbanistas. Como excusa del levantamiento de la medida, CAMBIO hace un balance, con datos de las mismas entidades oficiales, sobre el problema del agua y las deudas de la administración, pero también de la seguridad, los avances de las obras claves y las basuras en la capital del país

¿Bogotá sin agua? Las lecciones del racionamiento 

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Según las proyecciones del Distrito, el sistema Chingaza tendrá la capacidad suficiente para abastecer de agua a la ciudad en 2026 | Crédito: Colprensa. 

Bogotá, que en las regiones cálidas se conoce como ‘la nevera’, por ser fría y lluviosa, vivió este último año una de sus peores crisis de agua. Tanto, que la administración mantuvo por 12 meses el racionamiento, una medida de emergencia que buscaba hacerle frente a la temporada seca que golpeaba a la ciudad. Aunque desde la administración mencionan que esa restricción dejó buenos resultados, los ambientalistas son escépticos. ¿Qué dicen los datos?

En abril de 2024, cuando la temporada seca se sentía con más fuerza, los embalses del sistema Chingaza, que surten el 70 por ciento del agua de Bogotá, estaban en poco más del 16 por ciento, su peor nivel desde 1980, cuando entró en operación. Así lo aseguró el mismo alcalde. 

Según el mandatario local, la idea de imponer esa medida restrictiva era “lograr un cambio en el comportamiento de consumo” y que los embalses llegaran al 70 por ciento en octubre de ese mismo año. 

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Sin embargo, con corte al 31 de octubre de 2024, los embalses del Sistema Chingaza estaban en 44,9 por ciento, según cifras de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR). Es decir, 25 por ciento menos de lo esperado y, un año después, el nivel está en 40,8 por ciento. 

Racionamiento
Ilustración: Kim Vega. 

Las cifras de defensa de la empresa Acueducto de Bogotá 

En cuanto al consumo, la EAAB dice que, en 2024, por ejemplo, el gasto de los usuarios fue inferior en comparación con 2023. Para Natasha Avendaño, gerente de la empresa, el consumo de la ciudad hoy está en 16,24 metros cúbicos por segundo, casi dos dígitos menos que hace un año. "Se han ahorrado 46 millones de metros cúbicos entre todos. Esto equivale a casi 19.000 piscinas olímpicas", aseguró el pasado 11 de abril. 

Además, la EAAB dijo que, con corte al 11 de abril, el sistema Chingaza tiene cerca de 69 millones de metros cúbicos más que en 2024. 

¿Por qué llegamos a esto y qué va a pasar? 

Aunque es cierto que la crisis se acentuó por la temporada seca causada el fenómeno de El Niño, hay otra serie de factores que inciden directamente en el problema. Para Manuel Rodríguez Becerra, el primer ministro de Ambiente del país, la sequía responde a los efectos del cambio climático. 

A los anteriores problemas se suman otros que señala el ambientalista y profesor Camilo Prieto: “la raíz está en el crecimiento urbano desordenado de la ciudad, que, entre otras cosas, ha aumentado significativamente la demanda de agua sin una planificación acorde, además de que hay un deterioro progresivo de ecosistemas estratégicos como los páramos de Chingaza y Sumapaz, no hay suficiente tratamiento de las aguas residuales y existe una falta de políticas públicas que garanticen la seguridad hídrica a mediano y largo plazo”. 

A esos fenómenos, que vienen de tiempo atrás, se suman un fenómeno de El Niño fuerte y la ausencia de soluciones a largo plazo que no se propusieron en administraciones anteriores. La suma de todos estos factores llevó a la ciudad a la crisis actual. 

Por eso, expertos como Becerra, Prieto, Martín Martínez y el exministro Ricardo Lozano, consideran que el racionamiento no fue una medida efectiva. ¿La razón? Porque fue una medida de urgencia que se extendió. Además, porque consideran que en realidad no logra generar un cambio en los hábitos de consumo. Así, es cierto que durante el racionamiento el gasto de los usuarios bajó, pero fue por la restricción que impuso la EAAB. Es decir, nadie asegura que el consumo de los usuarios no suba ahora que no hay racionamiento. 

Además, porque dicen que esa medida no tiene efectos directos en la escasez de agua, porque no se garantizan soluciones de abastecimiento. "Pensar que el racionamiento es una solución en sí misma es como creer que un pañito de agua tibia puede resolver una enfermedad crónica –detalla Prieto–. Deben sumarse estrategias mucho más amplias que incluyan la modernización del sistema de distribución, una mejor gestión de las aguas residuales, la protección de las fuentes naturales de agua y, sobre todo, una transición hacia un modelo de ciudad que respete los límites ecológicos y promueva una cultura de consumo responsable". 

Mientras esto ocurre, algunas zonas de la ciudad se inundan, como la Autopista Norte, que fue construida sobre el humedal Torca-Guaymaral, donde hay toda una discusión sobre el proyecto de ampliación.

Es cierto que en la rueda de prensa del pasado 11 de abril se mencionó desde la administración que vienen trabajando en medidas de largo plazo, como la adecuación de la planta Tibitoc como respaldo de suministro de agua para Bogotá, entre otras medidas que pretenden dar seguridad en el suministro a largo plazo. No obstante, los académicos consideran que se deben tomar medidas más efectivas. 

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En 2024, Bogotá no caminó segura 

Otro de los temas que más preocupa a los habitantes de Bogotá es la inseguridad. La más reciente medición de ‘Bogotá Cómo Vamos’ indica que casi el 50 por ciento de los encuestados aseguró sentirse inseguro. Las cifras les dan la razón. 

En 2024, el primer año de administración de Carlos Fernando Galán, en la ciudad se registraron 1.200 homicidios, 11 por ciento más que en 2023, el último año de Claudia López. Con esa cifra, la tasa de homicidios llegó a 15 por cada 100.000 habitantes:  la más alta de los últimos ocho años. 

Este es el indicador más grave, porque es un delito que atenta contra la vida y se aleja de lo que se establecía en el Plan Distrital de Desarrollo, que proponía reducir la tasa a ocho por cada 100.000 habitantes. 

Entre el último año de López y el primero de Galán las extorsiones también crecieron, como lo demuestran cifras de la Policía Metropolitana de Bogotá. En 2023 se registraron 1.524 casos mientras que en 2024 la cifra llegó a 2.497. Un aumento del 64 por ciento. 

A diferencia de esos dos indicadores, entre 2023 y 2024 los hurtos a personas disminuyeron. Pasaron de 158.700 casos a 129.224: una reducción del 19 por ciento. 

Seguridad
Ilustración: Kim Vega. 

¿Por qué crecieron los homicidios y las extorsiones? 

La administración local defiende sus estrategias y argumenta que algunos de los indicadores subieron por las medidas que comenzaron a implementarse. En entrevista con CAMBIO en enero de este año, el secretario de Seguridad, César Restrepo, señala que “esas cifras reflejan que la dinámica institucional llegó a golpear a las estructuras criminales y eso generó violencias internas en las organizaciones, que materializan principalmente el delito”. 

Restrepo agrega que lo anterior se sustenta en que la mayoría de los homicidios reportados fueron crímenes de sicariato, y el 60 por ciento de las víctimas tenían antecedentes judiciales. Una explicación similar tienen para las extorsiones. Según ellos, este es uno de los delitos con mayor subregistro y que lo que hicieron desde 2024 fue “incentivar a las víctimas a denunciar”. 

Más allá de los argumentos oficiales, los expertos consideran que Bogotá es insegura por varios factores. En primer lugar, porque es la ciudad a la que más llegan personas de distintas zonas. A esto, Henry Cancelado, experto en seguridad, le agrega que Bogotá tiene cerca de ocho millones de habitantes y, aunque hay oportunidades, estas no son suficientes para todos. 

Las luchas entre bandas son otro problema. Según Cancelado, “hay un cambio en el mercado de la droga a nivel mundial y Colombia es un país más consumidor. Lo que significa que también crece el mercado. Entonces, en Bogotá vemos bandas de microtráfico que se benefician de ese gran cambio”. Un ejemplo de ello es lo que ocurre en el barrio San Bernardo, donde bandas como Los Venecos y Los Costeños se disputan el control de la venta de drogas. Cancelado y otros expertos en seguridad coinciden en que esas disputas inciden directamente en el aumento en homicidios y extorsiones. 

Un 2025 con leves mejorías

En este 2025, Bogotá comenzó con mejores cifras en algunos indicadores. Por un lado, las extorsiones bajaron 21 por ciento con respecto a los tres primeros meses de 2024, y los hurtos a personas disminuyeron 9 por ciento con respecto al mismo periodo del año anterior. 

No ocurre lo mismo con los homicidios, que siguen en aumento. Solo en los tres primeros meses de 2024 crecieron 13 por ciento con respecto al mismo periodo de 2023. 

Galán recoge frutos de obras como el metro 

Otro indicador para medir la gestión de una administración es el avance de las obras. En Bogotá, las más importantes son la primera línea del Metro, así como TransMilenio por la carrera 68 y la Avenida Ciudad de Cali. Es una realidad que hay avances significativos en estas obras, que vienen de administraciones anteriores. Sin embargo, cada una tiene sus matices. 

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Primera línea del Metro, con avance de más del 40 por ciento 

El Metro es la obra insignia que los capitalinos esperan desde 1987: hace 38 años. La espera se alargará hasta 2028, cuando comenzaría la operación, según las cuentas de la Empresa Metro de Bogotá (EMB). 

Tres años antes de la fecha límite, el avance está en 43,02 por ciento, según el más reciente informe de la compañía, con corte a febrero de 2025 –en una rueda de prensa, el alcalde mencionó una cifra más alta, pero al cierre de este artículo, ese informe aún no estaba publicado–. Sin embargo, hay un retraso del 3,94 por ciento porque a esta fecha esperaban tener un avance del 46,96 por ciento. 

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Ilustración: Kim Vega. 

Para la administración local, esas cifras muestran una buena gestión, pero hay expertos y voces en el Concejo de Bogotá que afirman que hay matices. ¿Por qué? Por un lado, porque en esas cuentas se miden las cifras globales. Es cierto que la suma de todos los componentes implica que el avance está cerca del 50 por ciento. Sin embargo, en otros componentes vitales, como el viaducto, las cifras no son tan alentadoras. Sin eso, el metro no es funcional, como dicen del equipo de la concejal Donka Atanassova, del Pacto Histórico. 

Cuando se revisan las cifras de estructuras instaladas, las diferencias ente lo planeado y lo ejecutado son claras. Por ejemplo, con corte a febrero, debían haberse instalado 142 vanos, pero solo se habían instalado 98. Lo mismo ocurre con otras de las instalaciones. 

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Informe de interventoría del Metro de Bogotá. Foto: Captura de pantalla. 

Al comparar los avances que se han logrado en esta administración frente a las cifras de 2023, el último año de Claudia López, se observa que ahora hay más avances, pero la diferencia entre lo esperado y lo ejecutado es mayor. Esto, en la medida en que para ese entonces se tenía un avance programado de 30,46 por ciento, mientras que lo ejecutado estaba en 28,98 por ciento. Es decir, había una diferencia de 1,48 por ciento. No obstante, la Empresa Metro de Bogotá asegura que en cuanto al viaducto no se presenta ningún retraso. 

Por su parte, Carlos Alberto Moncada, profesor e investigador en proyectos de transporte y quien fue miembro independiente de la junta directiva de la EMB, explica que es cierto que las obras van por buen camino y que “todo está en proceso para entrar en operación en 2028”. 

Las obras de TransMilenio por la carrera 68 y por la Avenida Ciudad de Cali

Además del Metro, otras de las obras claves en Bogotá son las de TransMilenio por la carrera 68 y por la Avenida Ciudad de Cali, dos construcciones que reportan retrasos significativos.  

Los 17 kilómetros de la 68 debían entregarse entre febrero de 2025 y febrero de 2026, pero en enero de este año el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) confirmó lo que se veía venir: las obras se entregarán máximo en el tercer trimestre de 2027. 

Es cierto que los retrasos no son solo un problema en esta administración. En respuesta a CAMBIO, el IDU afirma que en enero de 2024 el avance de las obras era del 42,57 por ciento, mientras que, con corte al 31 de marzo de 2025, la cifra va en 62,82 por ciento. 

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La pandemia, el confinamiento y el alza de los insumos son algunos de los factores que han generado retrasos en las obras | Crédito: IDU

Se esperaba que las obras de la Ciudad de Cali se entregaran máximo en diciembre de 2022, pero al cierre de la administración de Claudia López los avances apenas iban en el 49,98 por ciento. Era evidente que la fecha de entrega cambiaría. Ahora, con corte al 31 de marzo de 2025, el avance es solo del 79,67 por ciento y la nueva fecha de entrega está programada máximo para el cuarto trimestre de este 2025. 

La empresa explica que, en estos dos casos, por ejemplo, los retrasos se han generado por varios factores: la pandemia, el confinamiento y el alza de los insumos con hierro, acero y cemento. Pero también dicen que “algunos están asociados a la entrega de predios que no fueron gestionados desde la pasada administración”. 

Para el académico Carlos Alberto Moncada, estas obras sí llevan un retraso evidente -que se sustenta en las cifras- y eso tiene efectos directos sobre la ciudadanía. El IDU ya adelanta procesos sancionatorios en etapa probatoria en contra de los grupos que han presentado fallas en la entrega de las obras. 

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Los bogotanos pierden una hora y media, en promedio, para movilizarse en la ciudad | Obras en la Avenida Ciudad de Cali. Foto: IDU. 

Esas demoras afectan a los capitalinos que no solo llevaban esperando esas nuevas rutas de TransMilenio, sino que ahora deben enfrentar trancones, porque se cruzan varios frentes de obras y cada vez los tiempos de viaje de los usuarios en Bogotá son más largos. El Observatorio de Movilidad de la ciudad indica que el tiempo promedio de viaje en transporte público es de 79 minutos. Se pierde una hora y media para ir de un lugar a otro. 

Basuras: ¿un tema de percepción o un problema real? 

Otra de las quejas de los capitalinos es el tema de las basuras en las calles y, de manera especial, el alcantarillado público. Según la Empresa Acueducto de Bogotá, solo en 2024 retiraron más de 93.000 toneladas de basura en tuberías, pozos y canales.

Además, en el Concejo de Bogotá se denuncia que, solo entre julio de 2024 y enero de 2025, se han registrado 123.154 PQR a la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP), la empresa encargada de la recolección de basuras en la ciudad. 

CAMBIO consultó a la UAESP para preguntarle por este tema y al cierre de esta edición no habían emitido ninguna respuesta. 

Sin embargo, para Johana Jiménez, representante de la empresa de Limpieza Metropolitana (Lime S.A.), es cierto que el número de reclamaciones que llega a la UAESP es alto. Dice que el 90 por ciento está relacionados con la facturación y no corresponden a la problemática que se muestra en fotos y videos en redes sociales. 

Jiménez explica que, aunque es cierto que cada vez se ven más llantas o escombros, ese tipo de residuos no van a rellenos sanitarios ni siguen el curso de los otros residuos. Añade que “el proceso que compone la recolección de residuos domiciliarios no presenta problemas, está controlado. Todos los vehículos tienen GPS y tienen rutas que se cumplen a diario en toda la ciudad, además hay personas que barren las vías y recogen regueros”. Es decir, la experta menciona que el problema se basa en que los carreteros y las volquetas tiran esos residuos en algunas zonas abandonadas. 

En síntesis, es cierto que, durante la administración de Galán, Bogotá ha reportado algunos avances significativos en materia de obras, pero también es cierto que la seguridad ha empeorado, en contravía al plan distrital ‘Bogotá camina segura’, que prometió el alcalde. Además, académicos y ciudadanos piden políticas públicas más eficaces para atender el problema del agua, que no acaba con el fin del racionamiento. La realidad es que la ciudad necesitará mucho más que pañitos de agua tibia para enfrentar los problemas que más preocupan a los ciudadanos: el agua y la seguridad. 

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