Los efectos de la ‘guerra fría’ entre el presidente Petro y las cortes
Posesión de José Joaquín Urbano Martínez como magistrado ante la Corte Suprema y no ante el presidente Petro.
Crédito: Colprensa
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La relación entre el jefe del Estado y los altos tribunales se ha ido deteriorando cada vez más. ¿Cuáles son las consecuencias políticas de esta tensión? Análisis
Por: Armando Neira
La relación entre el presidente Gustavo Petro y las cortes se ha deteriorado paulatinamente. Aunque es positivo que las ramas del poder público mantengan una distancia que garantice su independencia y los frenos y contrapesos que requiere una democracia en un Estado social de derecho, también es fundamental fomentar una relación armónica entre ellas. Sin embargo, por lo que se observa, este no es el caso actual.
Los capítulos son varios. El más reciente, ocurrido hace apenas unas horas, es el rechazo de la Corte Suprema de Justicia a la condecoración Orden Nacional al Mérito en el grado Cruz de Plata que había anunciado el Gobierno. La respuesta fue categórica: “En aras de preservar la independencia de los poderes en Colombia, no”.
Esta condecoración, que iba a otorgar el Gobierno nacional, llegó al alto tribunal mediante una carta de invitación y notificación emitida por la Cancillería el pasado jueves 5 de diciembre.
¿La elección de esta fecha es casual? Ese mismo día tuvo lugar la inédita posesión del magistrado José Joaquín Urbano Martínez ante el presidente de la Corte Suprema, Gerson Chaverra Castro, y no ante el presidente de la república, como tradicionalmente se hacía.
Una posesión sin Petro
Un mes atrás, el 7 de noviembre de 2024, Urbano Martínez solicitó que se le permitiera posesionarse ante la Corte, y no ante Petro. Su solicitud generó un ruido natural, ya que no existían antecedentes similares.
Aunque Chaverra Castro negó que tuviera intenciones de provocación y aseguró que su solicitud se ajustaba a la ley, el mensaje quedó flotando en el ambiente.
Al volver la vista atrás, son varios los roces que permiten hablar de una 'guerra fría'. Uno de los primeros fue la propuesta presidencial de que el secretario jurídico posesionara a los magistrados de las altas cortes. Aunque esta iniciativa no se materializó, generó un primer malestar, ya que fue percibida como un desplante.
Desde entonces, las recriminaciones hacia los fallos judiciales han sido constantes. Además, el presidente Petro ha insinuado que desde distintas ramas del poder público se fomenta un “golpe blando” o un bloqueo institucional, expresiones que reciben el aplauso de la galería y de los seguidores de base, pero que causan un evidente malestar por lo que significan entre las instituciones.
Las tensiones se agravaron con las manifestaciones de petristas ante el Palacio de Justicia, la descalificación de Petro al presidente de la Corte Suprema por su color de piel y su origen político, así como los roces recurrentes con la Corte Constitucional.
“Estos episodios reflejan el delicado estado de las relaciones entre el Ejecutivo y la rama judicial”, señaló el analista Gabriel Cifuentes.
Este experto consideró que, aunque los cuestionamientos reiterados del Ejecutivo a las decisiones judiciales podrían ser legítimos en casos puntuales con fundamentos jurídicos sólidos, se han vuelto una constante cuando los fallos incomodan al Gobierno. “Lo más preocupante es que se busque politizar estas decisiones, cuestionando la independencia de los tribunales”.
Por su parte, las cortes, ya prevenidas, han adoptado una postura corporativa y defensiva que, en ocasiones, parece innecesaria y podría agravar los conflictos, dijo Cifuentes. “Se espera del jefe de Estado un respeto absoluto hacia la independencia judicial, mientras que de la justicia se espera una actitud más ponderada”, argumentó este observador de la realidad política.
Que el Ejecutivo y la rama judicial permanezcan atrincherados no le conviene al país ni a la democracia. La ruptura entre ambas partes, cada vez más evidente, debería resolverse de forma institucional y fuera de la tribuna pública. De lo contrario, existe el riesgo de politizar una relación que debe mantenerse dentro del marco del lenguaje institucional y el respeto mutuo.
Un historial de desencuentros
Pero, ¿cómo se llegó a este punto? La enumeración de casos es extensa. La tensión comenzó a incrementarse debido a los desplantes del presidente Petro hacia las cortes que los dejaba esperando en citas previamente concertadas.
Por ejemplo, Petro no asistió a la posesión de los magistrados Juan Carlos Cortés, de la Corte Constitucional, y la barranquillera Marjorie Zúñiga, de la Corte Suprema de Justicia.
En aquella ocasión, Vladimir Fernández, entonces secretario jurídico, tomó el juramento apoyado en un decreto que se improvisó y que ocasionó que la cúpula judicial optara por no asistir a la ceremonia protocolaria.
A esto se sumó el asedio y la presión ejercidos sobre la Corte Suprema para que eligiera al fiscal general, mientras simpatizantes petristas ondeaban banderas del M-19 frente al tribunal.
Para los magistrados, la exhibición de las banderas del M-19 por parte del presidente y sus seguidores en actos puntuales ha causado un impacto negativo. “En medio del asedio, me dolió verlas. Representaban que no hay reconocimiento ni solicitud de perdón por los hechos de 1985, que fueron muy dolorosos para la administración de justicia”, comentó el magistrado Chaverra Castro, sobre las banderas del M-19 ondeadas por manifestantes.
A la lista de desencuentros se suma el hecho de que ningún magistrado de la Corte Suprema asistiera a la Casa de Nariño para la posesión de Claudia Ester Expósito, nueva magistrada del Consejo Superior de la Judicatura, elegida por la misma Corte a finales de agosto.
¿Cómo leer este mensaje? En los pasillos del Palacio se comentó que probablemente era una muestra de incomodidad por parte de Petro, quien criticó al presidente de la Corte, Chaverra Castro, en un evento en Chocó: “El magistrado Chaverra, conservador él, poco afín a mis ideas, creo (…) hace que poco entienda de por qué los hombres negros pueden ser conservadores”, dijo.
Un cuestionamiento a toda la justicia
Además, el jefe del Estado ha mostrado su insistencia en crear una Comisión Internacional contra la Impunidad, propuesta que volvió a presentar recientemente, ha sido interpretada como un cuestionamiento al sistema judicial del país.
“La tensión que existe entre las cortes y el presidente Petro no sé si ha tocado fondo, pero ha caído bastante bajo”, señaló el analista político Víctor Solano. “Para empezar, hay que entender que no se les pide que sean los mejores amigos, pero sí que haya cordialidad en una relación en la que, implícitamente, debe preponderar el respeto por las personas y por las decisiones”, aseguró.
El caso de Petro, sin embargo, no es el primero. “En la época reciente, diversos gobiernos se enfrentaron con las cortes”, recordó el analista Pedro Viveros. “Uribe tuvo disputas cuyas réplicas todavía hoy se sienten”, dijo.
“En esta oportunidad, la falta de formas por parte del Ejecutivo ha llevado a un desencuentro motivado por el desconocimiento del candidato a la Procuraduría analizado por las cortes y el desplante hacia el presidente de la Corte Suprema por su origen político y racial, ahondaron este desencuentro”, agregó Viveros.
Para este analista, lo positivo es la fortaleza institucional del país, que permite al poder judicial ejercer su independencia. Lo negativo es la falta de coordinación que se requiere para superar los inmensos problemas judiciales y de orden público, que siempre exigen el concurso de ambos poderes trabajando en conjunto.
“El muy continuo intervencionismo previo del presidente a las decisiones de la justicia socava la tranquilidad de las cortes. El país no quiere un presidente que ignore a las mismas, pero sí que se dedique a las misiones del Ejecutivo, porque las misiones de la justicia le corresponden a otro poder. Esta tensión, que se ha vuelto estructural y politizada, mina la credibilidad de los colombianos en las instituciones”, agregó Solano.
¿Puede haber reconciliación? “Ojalá que el estudio del proyecto de reforma judicial que se tramita ante el Congreso sirva de escenario para superar este nuevo desencuentro”, dijo Viveros.