La extraña desaparición de un agente infiltrado del Ejército en Santander hace más de 30 años

Militares desaparecidos.

Crédito: Colprensa.

15 Abril 2025 08:04 pm

La extraña desaparición de un agente infiltrado del Ejército en Santander hace más de 30 años

Luis Fernando Aranzales Caldas estaba dedicado a infiltrar al M-19, pero luego de un operativo en San Gil, no se supo más de su paradero. Su familia demandó a la nación señalando la presunta responsabilidad del Ejército en el hecho. ¿Qué dicen los informes de la época? ¿Por qué el Consejo de Estado se pronunció en este caso? Esta es la historia.

Por: Alejandra Bonilla Mora

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Su familia lo ha buscado en vano y sin descanso. Hasta hoy, nadie sabe qué le pasó a Luis Fernando Aranzales Caldas, quien trabajó desde el 16 de mayo de 1979 para el Ejército como informante y en 1983 fue nombrado agente de inteligencia, según el testimonio de la familia.

El expediente señala que él y su familia tuvieron que cambiarse de identidad y que, dentro de su misión, estaba "infiltrarse en la cúpula de la Regional de Oriente del grupo subversivo Movimiento 19 de abril -M19, y dar información de sus cabecillas y recuperar el armamento".

Una demanda que la familia radicó contra la nación para que se declarara al Ejército como responsable de su desaparición afirma que no volvieron a saber nada de él desde el 18 de junio de 1986, cuando partió en una misión en San Gil que terminó en una captura. Según la demanda, Aranzales fue visto por última vez en Socorro.

El Ejército reportó la desaparición, pero no pasó nada y, según la familia, cuando su pareja preguntó en la Quinta Brigada, mandos militares le dijeron que dejara de hacer preguntas. Luego, el Ejército endilgó la responsabilidad de la desaparición "por acción directa del enemigo" y la familia recibió amenazas. La demanda contra la nación hizo su trámite.

El Ministerio de Defensa dijo que Aranzales Caldas fue declarado muerto y señaló que no se puede culpar al Ejército de su desaparición, porque no hubo fallas en el servicio y, al contrario, señaló a la familia de querer lucrarse con la demanda.

El 30 de enero de 2024, el Tribunal Administrativo de Santander negó las pretensiones de la familia al concluir que no existen pruebas que demuestren o acrediten la participación por acción u omisión de los miembros del Ejército Nacional. También dijo que no hay pruebas de las amenazas ni de que los mandos militares lo hayan puesto en un riesgo diferente al que ya tenía como agente infiltrado.

La familia insistió y en el recurso de apelación aseguró que la desaparición fue "posterior a una misión desarrollada por el Ejército Nacional en el municipio de San Gil, que resultó con la captura del agente y un cabecilla del M-19, quienes fueron trasladados al municipio de El Socorro y que eso fue lo último que se supo del paradero de la víctima".

Además, la familia denunció que el Ejército, en vez de ayudarlos, se dedicó a perseguirlos y reconoció que a ellos les quedaba difícil presentar pruebas cuando la realidad es que no se sabe nada de la desaparición del agente. En todo caso, la familia dijo que "sí hay certeza de que la última vez que fue visto con vida estuvo acompañado por miembros del Ejército Nacional, (y) que lo habían retenido".

En fallo conocido por CAMBIO, el Consejo de Estado negó las pretensiones de la familia bajo los mismos argumentos: "no hay prueba directa ni existe uniformidad sobre hechos indicadores que revelen la forma en que Luis Fernando Aranzales Caldas desapareció, ni de los responsables de esos actos".

Según la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos-Colombia, las circunstancias del hecho en efecto están ligadas al operativo en San Gil en el que Aranzales, estando infiltrado y bajo otro nombre, habría sido capturado por hombres de civil. El Ejército dijo que no, que los detenidos esa vez fueron Camilo Perdomo Perdomo y Antonio María Silva Uribe.

El informe de Asfaddes fue elaborado con testimonios que fueron entregados a la Procuraduría en casete. El Consejo de Estado dice que el documento no presenta pruebas, que los testigos no fueron identificados. La investigación del Ejército que dio por muerto a Aranzales en una acción del enemigo tiene varios testimonios.

Uno fue el del entonces teniente coronel Luis Eduardo Urbina Sánchez (que luego ascendió a general y fue señalado y absuelto de varias desapariciones), quien el 27 de junio de 1986 manifestó:

"(Luis Fernando Aranzales) había salido el 18 como a las siete de la mañana de su casa al centro a encontrarse con un señor Gerardo, pero me mostraron un recorte de prensa donde figuraba el señor William Camacho diciéndome que esa foto correspondía a quien ellas (la familia de Aranzales) conocían por Gerardo (…), quien era cabecilla de la Regional de Oriente del M-19 (…) Sabiendo que estaba infiltrado en el M-19 y que estaba permanentemente en contacto con el cabecilla del grupo, hablé con las diferentes entidades de seguridad en procura de saber si alguien lo había capturado o si conocían de su paradero con resultados negativos".

Con todos estos elementos, el Consejo de Estado aseguró que "no se logró demostrar que la desaparición de Luis Fernando Aranzales Caldas fuera posterior a una misión desarrollada por el Ejército Nacional en el municipio de San Gil, que fue trasladado al municipio de El Socorro y que hay certeza de que la última vez que fue visto con vida estuvo acompañado por miembros del Ejército Nacional".

"No existe prueba que demuestre que la desaparición del señor Aranzales tuvo como origen el cumplimiento de las funciones propias de su cargo, ni que el Ejército Nacional hubiera sido omisivo en la observancia de obligaciones de protección y cuidado respecto de su agente. Adicionalmente, resulta trascendental tener de presente que desde el 16 de mayo de 1983 fue nombrado en el cargo de agente de Inteligencia y tomó posesión desde el 15 de junio siguiente. Al momento de asumir ese cargo, lo hizo de forma voluntaria y, por tanto, con pleno conocimiento de los riesgos a los que se exponía", señala la decisión conocida por CAMBIO.

Según el Consejo de Estado, Aranzales Caldas "era consciente del peligro que corría como agente infiltrado en la guerrilla del M-19, cuando manifestó que para el 8 de abril de 1986 tenía 'experiencia de más de nueve años de trabajo de este tipo' y que a pesar de que exponía la vida y había circunstancias que complicaban el desarrollo de sus funciones".

"En dicho informe ni en ninguna prueba del plenario se demostró que la víctima hubiera informado de estar en peligro, solicitar el retiro del campo, de las misiones o su traslado. Ni siquiera por parte de sus familiares se señaló eso, ni en los testimonios se mencionó algo así. Además, hay constancia de que Luis Fernando Aranzales Caldas y su esposa tenían constante comunicación con su jefe, el capitán Gilberto Castellanos Buitrago, quien fue el primero en escalar entre rangos del Ejército la desaparición del agente e iniciar todo el proceso investigativo correspondiente", agregó el Consejo de Estado.

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