Con los mismos ingredientes, Gustavo Petro cocina un sancocho tibio pensando en 2026

El presidente Gustavo Petro junto con Armando Benedetti en el consejo de ministros del 4 de febrero.

Crédito: Presidencia de la República - Andrea Puentes

24 Febrero 2025 06:02 pm

Con los mismos ingredientes, Gustavo Petro cocina un sancocho tibio pensando en 2026

La remodelación del gabinete apunta a que el presidente quiere dejar contentos a todos: los que amenazaron en renunciar y no lo hicieron, el que hizo implosionar el consejo de ministros y los partidos que se saborean por representación burocrática. Un sancocho ni frío ni caliente para que sea más fácil de tragar.

Por: Andrés Mateo Muñoz

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El sancocho político que sueña el presidente Petro se está cocinando a fuego lento. Hasta el momento se saben los ingredientes, pero no cómo ni en qué momento se incluirán en la preparación. El picante lo aportará Armando Benedetti, las papas calientes serán de los partidos tradicionales y habrá un sabor amargo por aquellos que amenazaron con irse y se devolvieron. La receta puede resultar en un plato estrella o en una preparación que deje asqueados a todos los comensales.

En el último mes Armando Benedetti ha transitado por tres cargos: dos oficiales y uno que todavía está por confirmarse. El exembajador pasó de asesor presidencial a jefe de despacho y ahora parece inminente su aterrizaje como ministro del Interior. Por otro lado, Alexander López podría ser la mano derecha del presidente en la jefatura de despacho y Susana Muhamad, que manifestó no poder estar sentada en la misma mesa con Benedetti, podría asumir Planeación Nacional. 

Las movidas en el tablero quieren dejar contentos a todos: a los rebeldes que no querían ver a Benedetti en la Casa de Nariño, y a los pragmáticos, que prefieren la negociación y la efectividad al fracaso rotundo. Sin embargo, al enroque le falta un hervor y cualquier ‘mal de ojo’ podría agriar el sancocho al que se aferra el petrismo para competir en 2026.

Benedetti: por la medalla que le falta

La designación de Benedetti como ministro –una distinción ausente en sus charreteras– no es precisamente una victoria del exembajador. Al fin de cuentas dejaría de tener oficina contigua a la del presidente y poder de coordinación con todos los ministros. Esa tarea recaería en Alexander López, uno de los líderes de la rebelión del 3 y 4 de febrero contra Benedetti, que quedó a la vista de todos en el consejo de ministros televisado.

Benedetti, que fue defendido por el presidente en horario triple A, ya no es la proteína del sancocho. Sin embargo, seguirá siendo un ingrediente fundamental y está lejos de ser un acompañamiento. Jugará en un terreno que conoce bien: el Congreso. Ya demostró que en la práctica está al frente de la política del Gobierno de Petro luego de la renuncia de Juan Fernando Cristo. En la última semana convocó a 100 congresistas petristas, liberales, conservadores y de la U, quienes acudieron a los encuentros sin importar las controversias que carga el cuasiministro. 

“Si es con quien toca hablar pues debemos acudir. Tampoco podemos encerrarnos en nuestras oficinas”, dijo un representante de la U que cenó con Benedetti en la Casa de Nariño.

Gustavo García, todavía ministro encargado, se ha mantenido al margen de los diálogos políticos. Más bien se ha hecho responsable del diálogo social y la interlocución con las regiones. Además, su renuncia protocolaria está en el escritorio del jefe de Estado.

Incluso el Pacto Histórico, que hace unos meses parecía renuente a tragarse el sapo de Benedetti, giró hacia una postura más moderada; hablan de diversidad, de resultados, de estrategia y hasta de lealtad.

'Armando Benedetti no acaba de llegar al Gobierno, él viene desde la campaña política de Petro. Benedetti acompañó al presidente Petro para sentarse con otros sectores que ayudaron a que Petro llegará al Gobierno': dijo el congresista Heráclito Landínez.

Quien no lo conoce, que lo compre: las justificaciones del petrismo hacen ver a Benedetti como un experto en ejecución, un ‘hacha’ para acelerar el trámite de las reformas y culebrero capaz de convencer al que quiera. Pero en realidad no hay garantía de nada. En el Congreso el deslumbre por “Armando” –como lo conocen en el Capitolio– no es unánime, aun más entre los parlamentarios más curtidos.

“Le va a ir bien convenciendo a los chiquitos, pero a los que ya lo conocemos, no. Uno le acepta el saludo, el almuerzo, el café, pero ceder solo por su palabra es muy difícil”, dijo un senador liberal con varios periodos encima.

Por ello, la incredulidad hacia el mito de ‘Benedetti el todopoderoso’ pasará factura en el Senado. Ninguno de los tres ministros en propiedad que ha tenido este Gobierno (todos exsenadores) han podido saltarse esa talanquera, ni siquiera echando mano del colegaje. 

Además, la época electoral tampoco le favorece al próximo ministro. No todos quieren cargar en las elecciones con el peso de un acuerdo con el Gobierno y mucho menos con Benedetti de por medio. Cualquier chat, llamada y encuentro debe tratarse con extremo cuidado. Nadie quiere ser protagonista de un escándalo con audios incluidos. 

Pero a pesar de sí mismo, Benedetti insistirá en la necesidad de acordar con los partidos. En el presupuesto está mantener al Partido de la U en el MinTIC, a los conservadores en la cartera del Deporte y a los liberales en el Ministerio de Comercio o en el Ministerio de Vivienda. Por su parte, los verdes petristas ya están asegurados con el Ministerio deTrabajo y el Ministerio de Transporte. No obstante, todo depende del presidente, y cualquier bandazo tiraría al traste un acuerdo burocrático.

Los rebeldes se conforman con "perder es ganar un poco"

La noche anterior al famoso consejo de ministros televisado, Petro y Benedetti sabían de la rebelión de los ministros de izquierda. Lejos de ceder, el presidente los obligó a manifestar sus reproches en televisión nacional y sentó al exembajador a su lado. Lo defendió con uñas y dientes, lo comparó con Jaime Bateman y habló del sancocho como el antídoto del sectarismo. La respuesta de los ‘sindicalizados’ fue la de amenazar con renunciar.

Sin embargo, detrás de las cámaras las conversaciones han sido en otro tono. López y Muhamad nunca han considerado irse de manera irrevocable. Ambos pueden regresar en tanto el presidente así se los pida y dé muestras de ceder como parece haberlo hecho sacando a Benedetti de la Casa de Nariño. Lo mismo pasa con Gustavo Bolívar, quien solo se irá del gabinete si le dan luz verde a su precandidatura presidencial. 

Por otro lado, Augusto Rodríguez es el rebelde más difícil de tratar. Su relación con Petro supera los 30 años de antigüedad, está por encima del bien y del mal, y sabe de primera mano los pormenores de la campaña y el Gobierno. Los alcances de su poder se han visto en las últimas semanas; salpicó a Benedetti y a Xavier Vendrell con el escándalo de Papá Pitufo y filtró una foto de ambos sin otra intención que la suspicacia. Tampoco ha mostrado intenciones de irse y parece confiado en tener con qué enfrentar al próximo ministro del Interior que, por diseño institucional, será su jefe.

Es decir, de los rebeldes más visibles a la presencia de Benedetti, todos tienen un pie y medio dentro del Gobierno de Petro. A regañadientes o no, la supervivencia del proyecto los ha hecho entrar en una tregua frágil y retractarse de sus posiciones, que hace 20 días parecían tajantes, dignas e innegociables.

El año definitivo del Gobierno de Petro ya empezó y la intención del presidente es apostarles a quienes han hecho parte de su selecto círculo de confianza. El gabinete que se perfila será el más parecido a lo que fue su campaña: nombres emblemáticos de la izquierda, los sospechosos de siempre (Benedetti y Sarabia) y un puñado de leales. El problema es que una cosa es ganar votos y otra cosa es honrarlos.

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