
Gustavo Petro y Donald Trump.
Crédito: Colprensa - Reuters
Trump, un escollo inesperado en el tramo final del gobierno Petro
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Con el regreso del ultraderechista republicano a la Casa Blanca, la política de drogas y la cooperación militar volverán a estar en el centro de la relación Colombia-Estados Unidos. Y la Paz Total, una apuesta emblemática de Petro, será blanco de críticas del nuevo círculo de poder en Washington, según indican analistas consultados por CAMBIO. La derecha colombiana se alista para aprovechar, de cara a las elecciones de 2025, el cambio del juego político en una potencia que intenta mantener su hegemonía.
Por: Rafael Croda

Con respecto a la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, programada para este lunes 20 de enero, hay dos noticias para el mandatario colombiano Gustavo Petro: una mala y otra peor.
La mala es que la política de drogas volverá a estar en el centro de la relación Colombia-Estados Unidos en momentos en que los cultivos de coca en el país alcanzaron una cifra récord de 253.000 hectáreas y en que la producción potencial de cocaína llegó a 2.664 toneladas, más del doble que en 2020, según el más reciente informe de la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (Unodc, por sus siglas en inglés).
Este hecho avivará, quizás a niveles nunca vistos, las viejas presiones de Washington sobre Colombia para que reactiven las fumigaciones aéreas, la erradicación manual a gran escala y la lucha frontal contra los grupos del narcotráfico, lo que, a su vez, convertirá la política de Paz Total, la principal apuesta del gobierno de Petro, en una permanente fuente de tensiones con la administración Trump.
Eso por lo que respecta a la mala noticia. Pero hay una peor: la llegada del tenaz senador anti izquierdista Marco Rubio como secretario de Estado de Trump. El nuevo encargado de la política exterior estadunidense ha llamado a Petro “marxista de extrema izquierda” y “portavoz” de la milicia islámica de Hamas. También lo ha acusado de buscar “apaciguar a narcoguerrillas”.
Para expertos en relaciones internacionales y asuntos geopolíticos consultados por CAMBIO, estos hechos auguran una “relación tensa” entre Petro y la nueva administración republicana y configuran un escenario “muy adverso” para el tramo final de gobierno del mandatario colombiano, a quien le quedan 18 meses en el cargo.
Y esos meses, además, estarán marcados por las precampañas y campañas políticas para las elecciones legislativas y presidenciales del año próximo, y por los esfuerzos de Petro por mostrar resultados en sus apuestas emblemáticas –la Paz Total y la reforma a la salud— en un entorno político de confrontación y de baja popularidad entre los ciudadanos.
Un factor adicional que podría condicionar la relación entre Trump y el gobierno colombiano es la crisis política en Venezuela, donde Nicolás Maduro se aferra al poder mientras Petro hace malabares diplomáticos para mantener relaciones con el chavista sin reconocer las elecciones que este dice haber ganado en julio pasado.
“Trump va a complicar mucho a Petro en lo que le resta de gobierno y va a ser un factor gravitante en las campañas políticas para las elecciones presidenciales del año próximo, que ya están a la vuelta de la esquina”, afirma el profesor del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), de la Universidad Nacional, Juan Gabriel Gómez Albarello.
De acuerdo con el doctor en ciencia política de la Universidad Washington en San Luis, Misuri, Petro le apostó “todo” a la Paz Total y a la reformulación de la política antidrogas, y la llegada de Trump a la Casa Blanca lo sorprende sin que esas estrategias hayan producido algún resultado concreto.
Esto, dice el académico, facilitará que la administración Trump le quiera imponer de nuevo a Colombia “un enfoque militarista” contra el narcotráfico, de mucha represión y sin demasiado espacio para soluciones como la sustitución de cultivos ilícitos y la negociación con grupos armados involucrados en la producción y tráfico de drogas, como los que participan en el proceso de Paz Total, que, por demás, “no ha conducido a ninguna parte”.
Un país estratégico para Estados Unidos
La coordinadora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), Ana Esther Ceceña, señala que Colombia es un país “especialmente importante” para Estados Unidos por ubicación estratégica como “eslabón” entre el centro y el sur del continente y por la estrecha relación militar que han tenido las dos naciones.
Con Trump en la Casa Blanca –asegura la doctora en Relaciones Económicas Internacionales de la Universidad de Paris I–, Petro tendrá “un margen mucho más estrecho” para impulsar su agenda de cambios y “estará mucho más monitoreado” por los halcones de la administración republicana como Marco Rubio, el asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, y el director de la CIA, John Ratcliffe.
“Petro va a estar muy asediado por estos personajes –plantea Ceceña--, que le van a buscar puntos débiles por todos lados. Su posición va a ser muy incómoda, tanto por la importancia estratégica que tiene Colombia desde el punto de vista geopolítico y militar, como por la vecindad con Venezuela".
El territorio colombiano ha sido la base de operaciones y entrenamiento de diferentes grupos de mercenarios que antes de la llegada de Petro al poder han contado, al menos, con la anuencia de los gobiernos de Estados Unidos y de Colombia para realizar incursiones armadas en Venezuela contra Maduro y contra jefes de las disidencias de las Farc.
‘Jesús Santrich’, ‘Romaña’ y ‘El Paisa’ murieron en diferentes ataques armados en el vecino país en 2021 y, en el año previo, mercenarios estadunidenses y exmilitares venezolanos partieron en lanchas desde La Guajira hacia costas de Venezuela para intentar derrotar a Maduro. La incursión fracasó.
Todo esto ocurrió en el gobierno del uribista Iván Duque, cuando se rompieron las relaciones con Venezuela. Petro las reestableció y cesaron las operaciones encubiertas lanzadas desde Colombia.
Ceceña afirma que, para Estados Unidos, “perder a Colombia como base de operaciones en esta región del mundo es perder mucho, y la administración Trump va a intentar recuperar ese tipo de cooperación militar que le sirve para hacer frente a los desafíos que se le presentan en América del Sur”.
Bloquear el despliegue de China en el mundo –señala la especialista en geopolítica– es un objetivo central de Estados Unidos en su batalla por mantener su hegemonía, y Colombia es una pieza central para ese propósito en esta parte del continente.
Maduro, quien el pasado 10 de enero juramentó por tercera vez como presidente de Venezuela a pesar de las pruebas de su derrota frente al opositor Edmundo González Urrutia en los comicios de julio pasado, es un obstáculo para los intereses geoestratégicos de Estados Unidos y ese hecho será particularmente gravitante con Trump y sus halcones en la Casa Blanca.
Los analistas consultados no creen que Trump esté interesado por la democracia en Venezuela, pero coinciden en que sí le preocupa la fuerte presencia china, rusa e iraní en el país suramericano que tiene las mayores reservas de petróleo del mundo, con 303.000 millones de barriles, así como enormes yacimientos de oro, coltán, hierro, cobre y litio, minerales esenciales en la industria tecnológica global.
Rubio, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, y el asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, consideran inadmisible la fuerte influencia china, rusa e iraní en Venezuela. “Este conjunto de variables geopolítica hace que, necesariamente, la relación entre Colombia y Estados Unidos pase por Venezuela, porque la administración Trump intentará reconfigurar el entorno de seguridad en la región para afrontar lo que ellos perciben como amenazas”, afirma la doctora Ceceña.
Tiempos difíciles para la relación Colombia-Estado Unidos
La presidenta de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (Wola, por sus siglas en inglés), Carolina Jiménez, anticipa que la relación entre los gobiernos de Trump y Petro será “bastante conflictiva” por los enfoques tan opuestos que tienen ambos políticos sobre temas como drogas y seguridad.
La doctora en Estudios Internacionales de la Universidad de Waseda, Japón, explica que, si bien el fentanilo ha desplazado a la cocaína como una prioridad de la lucha antidrogas en Estados Unidos, los sectores republicanos que controlan la Cámara baja y el Senado ven con extrema preocupación la llegada a su país de toneladas del alcaloide, del cual Colombia es el principal productor en el mundo.
“Hay una posición sobre drogas en la administración Trump que, en general, favorece la política de mano dura y que presiona por volver a métodos ya comprobadamente fracasados, como las fumigaciones aéreas de cultivos de hoja de coca”, indica.
Y dice que es previsible que el gobierno de Petro se oponga a realizar fumigaciones y que este tipo de asuntos puedan terminar en una escalada en la que Washington presiona, Colombia no acepta, y los republicanos aprietan por sanciones.
“Esto puede llegar a que Estados Unidos descertifique a Colombia por ´no colaborar’ en la lucha contra el narcotráfico, lo que generaría un quiebre diplomático importante entre los dos países”, señala Jiménez.
La presidenta de Wola considera que la política de Paz Total también es “muy contraria” a la forma en que Trump y sus aliados creen que debe tratarse el problema de las guerrillas y los grupos armados involucrados en el narcotráfico. A ellos, afirma, no les gusta la negociación con esas estructuras, sino la lucha militarizada y “catalogar a estos grupos como terroristas”.
Jiménez recuerda que durante el primer gobierno de Trump (2017-2021) él nunca quiso sacar a la Farc de la lista de grupos terroristas, a pesar de que esa exguerrilla había firmado un acuerdo de paz con el presidente Juan Manuel Santos, en 2016.
“Creo que habrá muchas piedras en el camino de las relaciones entre los gobiernos de Petro y Trump –asegura-- y eso nos preocupa mucho porque se puede traducir en una reducción de la ayuda de Estados Unidos para implementar el acuerdo de paz, el desarrollo social y la protección de los derechos humanos, y en un aumento de cooperación militar”.
Las firmes posturas de Petro en la lucha contra el cambio climático también chocan con el negacionismo de Trump en esa materia.
También se esperan mayores presiones de Estados Unidos a los países de tránsito migratorio, como es el caso de Colombia, por donde cruzan miles de migrantes que buscan llegar al país del norte.
“Trump busca lidiar con el Darién (la selva panameña fronteriza con Colombia) y eso implica necesariamente un trabajo conjunto con Panamá y con el gobierno colombiano –dice Jiménez--. Hasta ahora, Petro ha colaborado con Estados Unidos en materia de migración, pero, a diferencia del presidente Joe Biden, Trump tiene un lenguaje xenófobo y deshumanizante frente a los migrantes, y esto es algo que no va a copiar el presidente Petro”.
La presidenta de Wola no descarta que las diferencias de enfoque tan marcadas en diversas áreas de la relación bilateral terminen por producir “un quiebre” en la comunicación bilateral.
Sostiene que Petro va a requerir de mucha habilidad para manejar sus relaciones con la nueva administración republicana, en la que Marco Rubio, un halcón con quien el mandatario colombiano ha sostenido fuertes enfrentamientos en el pasado, jugará un papel decisivo.
Oxígeno para la derecha colombiana
En la ceremonia de toma de posesión de Donald Trump, este lunes, estarán presentes varios personajes de la ultraderecha populista invitados por el entrante mandatario, entre los que se destacan los presidentes Javier Milei (Argentina) y Nayib Bukele (El Salvador), así como el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y el expresidente brasileño Jair Bolsonaro.
También estarán el líder del partido extremista español Vox, Santiago Abascal, y la senadora del uribista Centro Democrático, María Fernanda Cabal, quien ya figura entre los precandidatos presidenciales de la derecha colombiana.
Para el politólogo Juan Gabriel Gómez Albarello, la llegada de Trump a la Casa Blanca “envalentonará” a la derecha colombiana y le dará “oxigeno” para la campaña presidencial que se avecina.
Dice que, en ese sentido, el factor Trump “va a tener una incidencia definitiva en el proceso electoral” de 2025 en Colombia, porque la derecha local reproducirá su agenda en el país, sobre todo en temas como seguridad, que hoy es la principal preocupación de los colombianos, y Venezuela, por el nerviosismo que hay frente a una nueva ola migratoria y por el rechazo a la tiranía chavista.
El profesor e investigador del IEPRI de la Universidad Nacional señala que, a diferencia de lo que ocurrió en las elecciones presidenciales de 2022, que ganó Petro, en las de 2025 Estados Unidos “se la puede jugar” para que no llegue de nuevo la izquierda al poder y para que el deseo de seguridad que tienen los colombianos sea encarnado por el candidato que defina la derecha.
Gómez Albarello considera que para aprovechar la coyuntura y estar a tono con el discurso de mano dura que resonará a partir de este lunes desde la Casa Blanca, la derecha colombiana elegirá “un candidato lo más parecido posible a Trump”.
Petro ya reaccionó a la defensiva. El pasado miércoles, en su cuenta en X, cuestionó que a "la posesión de Trump vaya solo la extrema derecha, invitada por él, o como en el caso colombiano, por su partido, incluso la extrema derecha manchada con las masacres. No quieren hablar con la diversidad y, por tanto, quieren imponer”.
“No dialogar reconociendo la diversidad latinoamericana es la mejor manera de perder un continente y profundizar la decadencia del norte. Así que espero del nuevo gobierno de los EEUU diálogo y entendimiento civilizado y unas Américas compuestas de seres humanos iguales y libres”, escribió el presidente colombiano.
