Martín Jaramillo Ortega
28 Noviembre 2024 03:11 pm

Martín Jaramillo Ortega

Diez años sin Chespirito

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Ayer se cumplieron diez años de la muerte de Roberto Gómez Bolaños. El señor que a punta de humor blanco supo marcar a generaciones enteras de latinoamericanos y quien, creo yo, si no es el mejor humorista de la historia, pega en el palo. 

Homenajes a la obra y el legado de Chespirito hay y habrá muchísimos, por eso hoy busco dedicar estas palabras al papel que jugó el fútbol dentro de su obra. Fue un gran defensor de este deporte. 

Exactamente hace una década estaba siendo velado por miles de personas en el Estadio Azteca. El mismo estadio en donde juega el equipo de sus amores, el América. Lugar también en donde se grabó El Chanfle, dos películas dirigidas y protagonizadas por él. Se trataba de la historia de Chanfle Segundo, el utilero de un equipo de fútbol que soñó con ser futbolista profesional y que por falta de suerte y picardía terminó como ayudante del Moncho Reyes, el director técnico interpretado por Ramón Valdez. El Chanfle solo buscaba llegar a fin de mes con algo de plata para poder arreglar el sofá en donde se sentaba Tere, su esposa, papel que fue interpretado por Florinda Meza, su esposa, también. 

Quizá los recuerdos más obvios sobre el fútbol en la obra de Chespirito están en El Chavo del 8. Cada vez que en La Vecindad iban a jugar fútbol –al futból– el Chavo pedía ser Enrique Borja, el centrodelantero mundialista de la Selección Mexicana, que en ese entonces jugaba para el América. Varios clásicos ante las Chivas vieron salir a Borja en hombros, casi que de forma similar a las faenas que daba Francisco 'Curro' Rivera en la Plaza de Toros de la Monumental. La cara de ilusión del Chavo y de Quico cada vez que se pedían ser Enrique Borja en los partidos con la pelota cuadrada del patio de La Vecindad nos hacía a muchos niños sentirnos identificados con nuestro respectivo ídolo. En mi caso, guardadas las proporciones, era Álvaro 'el Caracho' Domínguez.  

Ahora, el momento de El Chavo en donde se logra una verdadera reivindicación a lo que significa el fútbol lo protagoniza el profesor Jirafales enfrentándose a Doña Florinda. La escena transcurre mientras Don Ramón le saca una tarjeta roja a Doña Florinda por haberlo cacheteado. El golpe había sido como consecuencia de que Don Ramón había pateado a Quico. El presunto agresor se exculpaba argumentando que fue jugando fútbol.
–A mí el futból me importa un cacahuate. Además eso es algo que solamente le gusta la gente vulgar. – Aseveraba Doña Florinda.  

Acá llega el momento en que el profesor Jirafales se envalentona y defiende el fútbol. Puntualmente argumenta que jamás se pierde un partido de la Universidad. Como era de esperarse, el profesor Jirafales era hincha de los Pumas, el equipo de la Universidad Autónoma de México UNAM. A Doña Florinda no le queda más que hacer un acto de contrición y cantar junto al “Maestro Longaniza” el himno de del club universitario. Cachúm cachúm ra ra.

Otro caso digno de estudio es el de Don Ramón. Durante toda la serie argumentaba que “le iba al Necaxa”, equipo que dejó de existir, curiosamente, durante los años en que se grabó El Chavo. Para “Rondamón”, irle al Necaxa era símbolo de valentía: ¿qué más guapo que apoyar el equipo del que uno es hincha así haya dejado de existir? 

En todo caso, Chespirito, como el fútbol, sigue siendo un lenguaje universal. Supo unir generaciones y países enteros. Eso sí, como todo ser humano de bien, nunca dejó de lado su balón.  

PS: El abandono del Gobierno Petro hacia el deporte no cesa. Ya perdimos y el prospecto de carrera de Fórmula 1 de Barranquilla y por negligencia del Gobierno los Juegos Panamericanos de 2027. El presidente Gustavo Petro dijo que los recursos de esos Panamericanos se iban a invertir en los Juegos Intercolegiados y estos tuvieron que suspenderse por que el Ministerio de Hacienda no giró lo presupuestado. Ahora, para colmo, tampoco se va a poder hacer el Tour Colombia porque la Federación de Ciclismo dice que no hay plata. Por favor, no lo hagan tan evidente. 
 

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