
El próximo gobierno no solamente tendrá que enmendar los errores cometidos por el actual y los daños de sus reformas e intentos de cambio. Tendrá que llegar también con una propuesta social y económica que satisfaga las aspiraciones de cambio de la población más vulnerable y menos privilegiada sin menoscabar el desarrollo, el crecimiento y la estabilidad macroeconómica.
El principal problema social de Colombia es la mala distribución del ingreso, de oportunidades, de acceso a educación de buena calidad y al mercado laboral formal. La baja escolaridad y la precaria calidad de la educación pública, sobre todo para las familias que operan en la informalidad, son obstáculos insuperables que impiden escapar de la pobreza en Colombia. No sorprende entonces que el coeficiente de Gini de Colombia sea el segundo más alto del mundo después de Sudáfrica.
En América Latina, Colombia y Brasil tienen los coeficientes de Gini más altos, ambos por encima de 50, cuando la mayoría de los países pares en la región lo tienen entre 40 y 50, y en naciones como Vietnam y Tailandia son inferiores a 40.
Si me pidieran identificar qué está asociado con la mala distribución del ingreso y con la pobreza, diría que la estructura del mercado laboral pesa mucho en ese resultado. Es necesario reducir el desempleo y la informalidad, simultáneamente uno a la vez. Colombia tiene una tasa de desempleo muy cercana a 10 por ciento y una informalidad del orden de 55 por ciento. Chile, por ejemplo, con un Gini de 44 por ciento, tiene un desempleo de 8,7 por ciento e informalidad de 28 por ciento. En Malasia, el desempleo es de 3,5 por ciento, en Vietnam es de 2,1 por ciento y en Tailandia oscila alrededor de 1 por ciento. Aunque la informalidad es muy alta en estos últimos, es baja en Malasia.
Si uno de los candidatos que todavía no ha hecho conocer qué es lo que pretende hacer ofreciera que buscaría reducir el desempleo a 4 o 5 por ciento y la informalidad a 35 por ciento, seguramente me interesaría conocer cómo se propone hacerlo. E imagino que derogaría la reforma laboral que finalmente logre aprobar este Gobierno y tendría una estrategia para crecer aceleradamente.
Debería ver cómo, en su periodo, puede ofrecer educación pública de buena calidad a los niños y jóvenes de familias que viven en la informalidad y, muy importante, ofrecer educación pública remedial a los adultos del sector informal y capacitación, probablemente a través de plataformas virtuales.
El otro tema ineludible para cualquier candidato es el de seguridad. Colombia no tiene un Estado que funcione. Lo más sintomático es que nunca ha tenido pleno control del territorio y presencia efectiva en las fronteras o en toda la República, ni capacidad de llegar con servicios públicos para atender necesidades básicas en todo el territorio. Esto no se puede seguir ignorando, especialmente porque se ha perdido terreno. Durante este Gobierno, y posiblemente en el anterior, se han fortalecido lo grupos armados, criminales o subversivos que controlan buena parte del territorio y han florecido las actividades que les generan rentas ilegales y dinamizan sus actividades militares, como el tráfico de personas, la minería ilegal, el narcotráfico, el secuestro, el boleteo y la deforestación para ganadería en parques nacionales.
Inexplicablemente, el Gobierno le admite al Clan de Golfo que tenga control de poblaciones enteras y el negocio de pasar gente a Panamá, que perjudica las relaciones con un gobierno amigo, y crea problemas con Estados Unidos. Eduardo Pizarro escribió un muy buen artículo en El Tiempo del domingo pasado sobre este tema crucial, que no puede omitirse en las plataformas de los candidatos a la presidencia.
Algo muy importante va a ser el manejo de las relaciones exteriores. Los candidatos se van a enfrentar a un mundo nuevo en el que Estados Unidos puede cesar de pretender que ejerce una hegemonía benévola en el continente y que lo tienten ambiciones imperiales. Muy probablemente no va a fomentar inversión en Colombia o comercio. Esto va a resultar crítico, porque si nos proponemos mejorar las condiciones de vida de la población y las del mercado laboral, vamos a necesitar capital que necesariamente viene de afuera. Y no podremos mantener la política de mirar siempre al norte y menos con exclusividad.
