
En el Concejo de Bogotá cursa un proyecto de acuerdo que, argumentando la austeridad en el gasto, busca eliminar el Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico (Idep), la Agencia Distrital para la Educación Superior, la Ciencia y la Tecnología (Atenea), la operadora distrital de transporte La Rolita y la Agencia Analítica de Datos (Ágata). La propuesta carece de rigurosidad jurídica y técnica, y desconoce el papel que estas entidades han jugado en Bogotá. Y menosprecia sus potencialidades en los ámbitos educativo, científico, tecnológico y de movilidad. Lejos de lo que argumenta el concejal Daniel Briceño, quien presentó el proyecto, estas organizaciones son ejemplo para el país y aportan significativamente al desarrollo de la ciudad. El Idep fue creado en 1994 (por Jaime Castro). Uno de sus inspiradores fue Antanas Mockus. Las otras tres entidades fueron creadas durante el periodo 2020-2023 (por Claudia López) y ya tienen resultados importantes.
Lo primero que parece desconocer el concejal es que, según el decreto ley 1421 de 1993, la competencia del Concejo “para crear, suprimir y fusionar secretarías y departamentos administrativos, establecimientos públicos, empresas industriales o comerciales y entes universitarios autónomos y asignarles sub funciones básicas” únicamente es suya si el proyecto se discute a iniciativa del alcalde mayor. Es decir, no es competencia del Concejo suprimir entidades si previamente no ha sido presentada una iniciativa por parte del alcalde de la ciudad. Error elemental.
Desde el punto de vista técnico surgen varios interrogantes: ¿por qué el concejal quiere acabar con algunas entidades a priori, sin un análisis detallado del quehacer de cada una? ¿Se hizo un estudio sobre la eficiencia en el gasto, o un análisis de costo/beneficio? ¿Se han examinado de forma rigurosa las funciones, los logros y aportes de estas entidades al desarrollo de la ciudad y los beneficios para sus usuarios? ¿Se ha tenido en cuenta el rol de la investigación en los procesos de desarrollo del país? ¿Es este un ejercicio de populismo que toma como bandera, el adelgazamiento del Estado y que puede ser atractivo en medio de una campaña política?
La Rolita se creó en 2020 y empezó a funcionar en 2022 como el operador público de transporte de Bogotá. Atiende diariamente a 54.000 pasajeros y a más de 34.000 pasajeros en el TrasmiCable. Administra también la red de cargadores eléctricos de la ciudad. La Rolita ha logrado demostrar que desde lo público se puede prestar un servicio de calidad y a bajos costos para la administración, haciendo además una apuesta por la transición energética. Cuenta con una flota de más de 200 buses, 100 por ciento eléctricos. Y como si esto fuera poco, La Rolita hizo una gran apuesta por la equidad de género. En un sector tan masculinizado como el transporte, el 56 por ciento de sus trabajadores en la operación de buses, son mujeres: operadoras, mecánicas y equipo administrativo. Y aunque fue declarada su nulidad de operación en octubre de 2024, el contrato sigue vigente y el Distrito busca que el concejo ratifique la autorización para que La Rolita siga funcionando. ¿Por qué se quiere acabar con un operador público que es símbolo de equidad, inclusión, sostenibilidad y eficiencia en la prestación del transporte de la ciudad?
La agencia Ágata es una empresa mixta con impacto en la ciudad y buenos resultados financieros. Surge como respuesta a la creciente necesidad de avanzar en la analítica de datos y en el uso de la inteligencia artificial (IA). Ha desarrollado, entre otros, un modelo de IA que le permite a la Secretaría de Salud advertir si un niño recién nacido o una madre gestante está en riesgo de fallecer, para tomar acciones preventivas. La Secretaría de Desarrollo Económico hoy cuenta con un modelo de IA que le permite ayudar a los ciudadanos a conseguir empleo, y a las empresas a encontrar el talento que necesitan. Desde el punto de vista de negocio ha tenido resultados interesantes. Hasta 2023, venía sobre cumpliendo las metas del plan de negocios que definieron sus principales socios: la ETB y el Grupo Energía Bogotá. ¿Por qué se quiere acabar con la institución que nos permite prepararnos para el futuro?
El Idep es un centro clave para la investigación educativa en Bogotá, con un impacto notable en la formación docente y en el conocimiento educativo y pedagógico aplicado a la realidad de la gestión escolar y el aula. Hace dos años fue reconocido como parte del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) y ha sido un referente en el ámbito educativo. La propuesta de eliminarlo por razones de austeridad es incomprensible, especialmente en el actual contexto de crisis en la innovación y la ciencia en Colombia, con una inversión en I+D baja. El Idep ha sido muy bien valorado por expertos, gremios, redes de investigación y, por supuesto, por maestros y maestras, quienes lo ven como un pilar para el desarrollo educativo de la ciudad. La Misión de Sabios de 2019 recomendó crear un instituto de investigación en educación en Colombia, similar al Idep. La Misión de Educadores y Sabiduría Ciudadana de Bogotá (2021), que recogió las voces de más de un millón de personas, reconoció su papel estratégico al referirse al Instituto como el “músculo” educativo de la ciudad.
La investigación educativa es fundamental para mejorar las prácticas educativas y pedagógicas, y el Idep se ha destacado por realizar una investigación vinculada a la realidad escolar, incluyendo actividades en terreno, acompañamiento a docentes y articulación de redes de conocimiento educativo y pedagógico. Además, su producción académica incluye más de 1.100 documentos.
En lugar de eliminarlo, Bogotá debe fortalecerlo con más recursos, siguiendo el ejemplo de otros países que han consolidado los centros de investigación educativa. Si no hay investigación, difícilmente tendremos avances significativos en el sector. Y algo muy importante: el Idep se ha destacado por ofrecer a las maestras y maestros de la ciudad espacios de innovación y reflexión pedagógica para atender con pertinencia las necesidades de los contextos educativos de los colegios distritales. Es un referente de innovación educativa y del desarrollo pedagógico en el país, que se complementa con el fortalecimiento de capacidades de los docentes. En la investigación e innovación realizada con la participación de maestras y maestros puede estar la clave para avanzar en la dirección correcta. La pregunta es: ¿por qué acabar con un activo fundamental para la transformación educativa cuando más se necesita?
La Agencia para la Educación Superior, la Ciencia y la Tecnología (Atenea) fue creada en 2020 y después de un arduo proceso de estructuración (que contó con el acompañamiento del Concejo de Bogotá) empezó a funcionar en noviembre de 2021. Surgió principalmente porque entendimos dos cosas. La primera, que en pleno siglo XXI las ciudades deben liderar la implementación de estrategias que cierren las brechas de talento y promuevan la inclusión social y productiva. Históricamente, la financiación de la educación superior ha recaído principalmente en el Gobierno nacional, con intervenciones limitadas a nivel local. Esta mirada ha cambiado y ciudades modernas como Bogotá están adoptando un enfoque proactivo, invirtiendo en programas de acceso a educación posmedia y formación para el trabajo a gran escala. La falta de acceso, especialmente para jóvenes vulnerables, perpetúa las desigualdades y limita el potencial de desarrollo económico y social.
La segunda, fuimos conscientes de que las ciudades modernas deben invertir recursos en proyectos de ciencia, tecnología e innovación de alto impacto, y deben generar las condiciones para desarrollar proyectos a gran escala. En un mundo donde el conocimiento es el principal motor de crecimiento, las urbes deben priorizar la creación de entornos que atraigan y desarrollen talento creativo e innovador. La agencia Atenea, al articular el ecosistema de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) y financiar proyectos de formación del talento humano, juega un papel crucial en este sentido.
En un poco más de tres años de funcionamiento, los resultados son de gran impacto. A diciembre de 2023 se logró beneficiar a 41.075 estudiantes en educación superior (Jóvenes a la U) y a 35.216 personas con programas de educación para el trabajo y cursos cortos (Todos a la U). En total fueron 76.291 beneficiarios. Se establecieron alianzas con más de 50 Instituciones de Educación Superior (IES). Aunque se privilegió a las públicas, se trabajó con las privadas, demostrando que es posible fortalecer el sistema mixto que tenemos en el país. Se ofrecieron más de 900 programas de formación: técnicos profesionales, tecnológicos y profesionales universitarios. La capacidad de inclusión del programa se refleja en estos datos: 8 de cada 10 beneficiarios son la primera generación de su familia en acceder a educación superior, 8 de cada 10 beneficiarios son egresados de colegios oficiales de la ciudad, el 60 por ciento de los beneficiarios son mujeres, el 56,5 por ciento vive en los territorios más vulnerables de la ciudad y el 53,4 por ciento vive en condiciones de pobreza extrema o moderada.
Sumado a lo anterior, en octubre de 2023 la Universidad de los Andes publicó una evaluación de impacto de la tercera cohorte del programa. Se destacan tres conclusiones importantes. Primero, el programa aumenta la probabilidad de matricularse en educación superior en un 80 por ciento. Segundo, con base en los niveles de educación, tiene un impacto positivo en matrícula en los tres niveles de educación superior (técnico profesional: 230 por ciento, tecnológico: 55 por ciento y profesional universitario: 109 por ciento). Y tercero, en temas de calidad, se aumentó la probabilidad de que un joven se matricule en un programa acreditado en 60 por ciento, y en 77 por ciento la probabilidad de que esté matriculado en una universidad de alta calidad. Finalmente, la ciudad modificó sustancialmente su tasa de tránsito inmediato a la educación superior, pasando del 46,6 por ciento en 2019 al 52,2 por ciento en 2023.
Además, desde Atenea se estructuró un programa serio de apoyo a la investigación de la ciudad, que incluyó el Centro de Desarrollo Tecnológico de Producción de Vacunas y el Campus de CTeI.
La actual administración ha continuado demostrando resultados muy favorables para la ciudad. La meta es clara: aumentar el tránsito inmediato a la educación posmedia (incluyendo superior, educación para el trabajo y cursos cortos) del 64 por ciento al 70 por ciento. Con el programa Jóvenes a la E (antes Jóvenes a la U) se tiene como meta para el cuatrienio ofrecer 32.000 cupos en educación posmedia (22.000 cupos para superior y 10.000 más para educación y formación para el trabajo). De estos, ya se ofertaron los primeros 8.000 cupos. El programa ha logrado que los jóvenes que reciben su beca, hayan realizado más de 2,1 millones de horas de retribución social con las pasantías sociales. Solamente en 2024, Atenea apoyó de forma directa a las instituciones de educación oficial de la capital y ha comprometido para ellas 510.000 millones de pesos para el cuatrienio, lo que beneficiará a 9.300 jóvenes. Con el programa ‘Talento Capital’, la agencia promovió el fortalecimiento de habilidades y competencias a través de la formación de ciclos cortos para los ciudadanos en sector estratégicos como construcción, BPO, habilidades digitales e inglés, impactando a 7.352 personas y mejorando sus perfiles laborales. La agencia además, está diseñando mecanismos alternativos de financiación como créditos parcialmente condonables y pagos contingentes al ingreso.
En las tareas del fortalecimiento científico de la ciudad, bajo el liderazgo de Atenea, hoy está funcionando el Consejo Distrital de Ciencia, Tecnología e Innovación de Bogotá (CODECTI), y con una inversión de 140.000 millones de pesos se hizo el lanzamiento del programa Bogotá Científica, que apoya alianzas estratégicas entre universidades, centros de investigación y sector privado. El programa tiene tres líneas de acción: el financiamiento de ecosistemas científicos en temas prioritarios como bioeconomía, salud e IA, el impulso a tecnologías emergentes y el fortalecimiento de programas doctorales y posdoctorales. Se están consolidando ecosistemas científicos y programas de investigación en IA con las IES públicas de la ciudad (la Universidad Nacional y la Distrital). En 2024 se lanzaron dos convocatorias, una dirigida a temas de salud mental y otra orientada al aprovechamiento de la inteligencia artificial. Y este año, desde la agencia, se otorgarán por primera vez becas para estudiantes de doctorado en 7 universidades de la ciudad. También se destaca la iniciativa BankPro, con la que se busca fortalecer la formulación de proyectos y acceder a financiamiento para CTI. Se busca optar por recursos de hasta 154.000 millones de pesos del Sistema General de Regalías. Con esta iniciativa se aumentaría la inversión en Ciencia, Tecnología e Innovación en Bogotá del 0,4 por ciento al 1 por ciento del PIB.
La pregunta final frente a Atenea es ¿cuál es el interés de acabar con estos programas tan valiosos que benefician principalmente a los jóvenes, y tienen grandes impactos para la ciudad? ¿Habrá de por medio un interés puramente político y electoral?
Esperaría que el Concejo de la ciudad analice estas cifras y realidades y no caiga en el discurso populista y mal utilizado de la austeridad en el gasto. La creación de las cuatro entidades contó con el concurso de las y los concejales de la época. Sus aportes fueron valiosos y enriquecieron la estructuración de La Rolita, Ágata, el Idep y Atenea. Ellos entendieron su importancia para Bogotá. Por supuesto que se espera que las entidades ejecuten eficientemente sus recursos; para fortuna nuestra, estas cuatro instituciones lo han hecho bien. El proyecto que se presentó al Concejo no es solo débil técnicamente, es además inoportuno y abiertamente ilegal. Con seguridad, los mismos concejales así lo entenderán.
