
“No queremos políticos que tomen todas sus decisiones con el único objetivo de imponer sus ideologías, lo que queremos es que escuchen a la gente”
Malala, 2013
Respetado ministro designado Daniel Rojas,
Escribo esta carta con la ilusión de que durante su ejercicio al frente del Ministerio (MEN), escuche distintas voces que con experiencia han venido aportando a la educación del país. Y aunque según su hoja de vida, usted no ha trabajado en el sector, desde la presidencia de la Sociedad de Activos Especiales, SAE, mostró interés por mejorar la infraestructura educativa. Ahora, respetuosamente me atrevo a plantearle algunas reflexiones.
Este es un sector complejo que impacta a más de 12 millones de personas: 9.275.511 estudiantes de jardines infantiles y colegios (7.501.360 de colegios públicos y 1.774.151 en privados); 442.772 docentes y directivos docentes (329.690 en el sector público y 113.082 en el privado); 49.962 administrativos (29.637 en el sector público y 20.325 en el privado); 2.466.228 estudiantes en educación posmedia con cerca de 161.159 docentes en este nivel de formación. Hay 8.410 colegios públicos (43.581 sedes), 9.409 jardines infantiles y colegios privados, y más de 300 instituciones de educación superior. A ello se suma un creciente número de entidades de formación para el trabajo y el desarrollo humano. El Ministerio de Educación tiene 62 billones de pesos de presupuesto que deben ser ejecutados de manera transparente y oportuna.
Como usted sabe, Colombia es diversa, heterogénea y desigual. Y si bien, hemos avanzado en la universalización de la educación primaria y secundaria en los últimos 30 años, existen retos enormes para usted. El principal, será cumplir las metas del Plan Nacional de Desarrollo. Los rezagos son enormes y las deudas en acceso, calidad, equidad, pertinencia y permanencia han aumentado en los últimos años. Para mejorar la situación se requiere articular esfuerzos con los entes territoriales y los sectores público y privado. Por supuesto, hay que privilegiar la educación pública, pero es equivocado despreciar el papel de los privados. Y aunque son varias las preocupaciones que hay para mejorar la educación, le enumero cinco:
•Somos un país con una enorme desigualdad educativa y segregación escolar; personas de distinta clase social no se encuentran nunca en su trayectoria educativa. Colombia presenta enormes brechas en los procesos y resultados educativos según las zonas (rural-urbana), la ubicación territorial, el origen socioeconómico o el grupo poblacional. En pleno siglo XXI, menos del 20 por ciento de las sedes públicas del país opera en jornada completa o única (datos MEN, 2022). La asimetría es notable cuando se compara con la mayoría de los colegios privados, o con establecimientos a nivel internacional.
Se presentan enormes brechas asociadas a la “lotería de cuna”. El éxito de una persona no puede depender de la zona en que se nace, la condición socioeconómica o la ubicación territorial. Mientras el promedio del puntaje global de las pruebas Saber 11 de los colegios urbanos fue de 257 en 2023, la de los colegios rurales fue de 227. Es significativa la diferencia que existe entre las grandes ciudades y las del Pacífico o de los antiguos territorios nacionales. Usted debe hacer una apuesta clara por el cierre de brechas.
•Necesidad de fortalecer y diversificar la financiación para la calidad educativa y la primera infancia. La financiación pública es absorbida por los salarios docentes (83 por ciento comparado con el promedio de la Ocde del 63 por ciento), lo que deja recursos escasos para la calidad. Sigue siendo un reto enorme la financiación de la educación inicial y el prescolar de tres grados. Es urgente avanzar en calidad educativa y en la formación integral. Le propongo que para empezar, nos pongamos de acuerdo en el concepto y la ruta de calidad.
•Colombia requiere fortalecer un sistema de formación docente y mejorar las condiciones de permanencia y pertinencia. Una de las palancas de las mejoras en calidad educativa en el mundo son las capacidades docentes. Aquí hay una gran deuda. Y a esto se le tiene que agregar el sistema de salud de los docentes. Su implementación ha sido un verdadero desastre y no se ven soluciones a la vista. De otro lado, tenemos un alto grado de reprobación escolar y deserción. De acuerdo con datos Ocde (2016), cerca del 22 por ciento de los estudiantes de educación primaria ha repetido al menos un grado, al igual que el 29 por ciento de los estudiantes de educación básica secundaria. Es necesario garantizar las condiciones para que esto no siga ocurriendo.
•Estamos muy por debajo de los indicadores internacionales. El 71 por ciento de los estudiantes colombianos se encuentran en niveles de bajo desempeño en la prueba Pisa. El porcentaje correspondientes de los países de la Ocde es 31 por ciento. A su vez, tanto en Pisa como en las pruebas nacionales Saber, los resultados de calidad se estancaron hace cerca de diez años, y han empeorado en algunas áreas. Debemos avanzar en procesos de evaluación multidimensional. Uno de los factores asociados al logro son las recursos físicos y de infraestructura. Los datos reportados por los rectores de instituciones educativas públicas, y los directivos docentes sugieren que la carencia de infraestructura educativa, el material educativo y las dotaciones desigualmente distribuidas, dificultan los procesos de aprendizaje. Ministro, incentive el trabajo que viene desarrollando el Fondo de Financiamiento de Infraestructura Educativa desde hace varios años y entienda que la educación de calidad implica ir más allá de las construcciones.
•En educación superior y posmedia se agrava la desigualdad. Mientras la tasa de tránsito inmediato de la educación media a la superior es superior al 53 por ciento en Bogotá, no llega al 20 por ciento en Amazonas o Vaupés. El Plan Nacional de Desarrollo se propuso aumentar esa tasa y crear 500.000 cupos nuevos. Según el último reporte se han logrado 64.729 cupos nuevos. Es decir, apenas se ha cumplido con el 13 por ciento de la meta y llevan dos años de gobierno. Por sus intervenciones (y publicaciones en redes sociales) sabemos que considera que “Entregarle los recursos de la educación pública de Bogotá a universidades privadas es corrupción amparada por normas diseñadas a propósito para defender negocios privados con recursos públicos. Secuestrada por los negocios” (Red social X, antes Twitter, 6 de mayo de 2024). ¡Grave error Ministro! Con esos recursos públicos, se privilegió la educación pública de la ciudad y se beneficiaron 40.000 jóvenes en menos de cuatro años. Lo invito a revisar las cifras y a escuchar las opiniones de rectoras y rectores de las universidades públicas y privadas de la ciudad, así como a los beneficiarios de Jóvenes a la U y sus familias. El sistema es mixto y sin el trabajo con las instituciones privadas, no podrán cumplir las expectativas y metas. Créame y permítame insistir, es posible fortalecer la educación pública y trabajar con los privados. Esto no es excluyente. También es necesario cambiar el concepto de educación superior y pasar a un modelo de educación posmedia. Las expectativas de la juventud han cambiado dramáticamente en los últimos años. El sistema educativo debe ofrecer opciones a la juventud, acordes con sus intereses y realidades. Incentivar modalidades como bootcamps, certificaciones, técnicos y tecnólogos; es imperativo. La educación superior y posmedia está en mora de repensarse.
Ministro, sin lugar a duda, más que pensar en constituyentes, es hora de materializar lo que ya está definido en la Constitución Política Colombiana, en la Ley General de Educación y en la normatividad de los últimos 30 años. Requerimos avanzar cuanto antes en la reforma a la Ley 30 de 1992 y al Sistema General de Participaciones. Estas fueron las promesas de campaña del Gobierno del Cambio y que pueden lograrse en el llamado “Acuerdo Nacional”. En la discusión de la Ley Estatutaria no se reconoció la complejidad del sistema educativo, y se despreció la necesaria articulación del sector público y privado. Tampoco se tuvo en cuenta la diversidad de visiones y posiciones sobre la educación. Ojalá ministro, se aprenda de los errores.
Y recuerde, ministro, con el ejemplo también se enseña. Bájele a los trinos (post), a las ofensas y a las palabras soeces. Modere su discurso, por favor. Este talante en nada contribuye a hacer de la educación el principal punto de la agenda del país. Respete la normas y la institucionalidad. Frente a los enormes retos, esperamos que los servidores públicos escuchen, trabajen por unir el país y logren los cambios que se necesitan. Sus afirmaciones agresivas y descalificadoras no contribuyen al acuerdo nacional. No favorecen la construcción colectiva. En sus manos está la educación, que es la mejor bandera para hacer posible que seamos una sociedad mas equitativa e incluyente.
¡Bienvenido al mundo de la educación!
Posdata. Me ilusiona la llegada del ministro Juan Fernando Cristo al Gobierno nacional. Saber que una de sus principales preocupaciones será la implementación del Acuerdo de Paz y que buscará que en el trámite de las reformas sociales se recurra al consenso, es una gota de esperanza en este convulsionado panorama político. Ojalá pueda ser el ministro de la paz.
