Gabriel Silva Luján
16 Marzo 2025 03:03 am

Gabriel Silva Luján

Cómo evitar un choque de trenes

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Colombia ha sufrido grandes desmembramientos, perturbaciones y traumas originados en el exterior. La pérdida de Panamá inicia un camino infortunado en el que el entorno externo nos ha traído más sufrimientos que bondades. Ahora estamos enfrentados nuevamente a un fenómeno originado en el exterior que se ha convertido en la más grave amenaza que sufre el país. Me refiero a la economía de la ilegalidad y de las organizaciones criminales que han adquirido una fuerza, dinámica y preponderancia nunca antes vista. Y eso ocurre en el peor momento. Los recientes cambios políticos en los Estados Unidos anuncian que se está extinguiendo la voluntad de cooperación bilateral que existió por décadas en materia de lucha contra el narcotráfico y la ilegalidad.

Ese entorno adverso ya se está traduciendo en riesgos significativos para Colombia. La obstinación del gobierno con la política de 'paz total' contribuye a exacerbar esas amenazas.

Es evidente que dicha estrategia, además de fracasada, ha contribuido a una expansión sin precedentes del crimen organizado, de los cultivos ilícitos, y de otras actividades como el tráfico de personas, la minería ilegal y el lavado de capitales. Esa estrategia de tolerancia con el crimen y con sus cabecillas convertidos en gestores de paz, en el actual entorno con Washington, nos garantiza un peligroso choque de trenes con la actual Casa Blanca.
La administración Trump ha tomado decisiones en la lucha contra el crimen organizado internacional que representan un giro radical en cuanto el grado de severidad con que se piensa enfrentar ese fenómeno. La Casa Blanca, al designar a las estructuras criminales como organizaciones terroristas, queda facultada para hacer operaciones militares de carácter unilateral, imponer sanciones a los países huésped y usar todo un arsenal de medidas económicas de carácter excepcional para alcanzar el propósito de eliminar las organizaciones criminales ahora definidas como terroristas.

¿Qué posibilidades hay de que el gobierno Petro considere y acomode las nuevas prioridades y actitudes de la administración Trump? Más bien pocas. Por razones electorales, el Gobierno prefiere aferrarse a su talante ideológico alimentando una retórica confrontacional con los Estados Unidos. Por los lados de la Casa de Nariño y del Pacto Histórico están convencidos que esa actitud se justifica por los inmensos réditos electorales que puede generar así ponga en riesgo la estabilidad económica y política del país.

Algunos en la oposición también hacen cálculos simplistas y perversos en el sentido de que, eventualmente, una confrontación de la izquierda colombiana con los Estados Unidos, con todas sus consecuencias, puede ayudar a un giro hacia la derecha en la opinión pública. Se equivocan tanto como Petro cuando creen que jugar con candela en las relaciones bilaterales puede llegar a favorecerles.

Es de tal magnitud lo que está en juego que es urgente construir una política de carácter nacional, suprapartidista, en materia de relaciones bilaterales con los Estados Unidos. Este acuerdo abriría un camino para evitar que los nubarrones que se asoman en el horizonte se traduzcan en tormentas inatajables.

Es del interés de todos los candidatos, con excepción de los del Pacto Histórico, evitar que el asunto de las relaciones bilaterales y la retórica antimperialista se tomen la campaña. Para ello es indispensable crear un frente unido que construya un acuerdo fundamental sobre el manejo de las relaciones bilaterales. Una visión centrada en el pragmatismo y la defensa del interés nacional que ofrezca una salida al actual atolladero. Con este acuerdo en la mano se puede lanzar un intenso esfuerzo colectivo de diplomacia civil ante el gobierno de Trump, de manera que se entienda que Petro no es Colombia. Y que además, cualquier aventura militarista o acción unilateral estadounidense garantizaría la perpetuación en el poder de quienes han llevado al país a la situación que estamos viviendo.

Dictum. Felicitaciones a Roberto Steiner, saliente codirector del BanRepública, que con su sabiduría y perspicacia jugó un papel decisivo en la defensa de la independencia del banco central y en la construcción de una eficaz política monetaria.
 

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