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Coincido con las muchas voces expertas que afirman que embarcar a Colombia en un proceso para cambiar su Constitución sería inoportuno, innecesario e incluso inconveniente. La solución a nuestros principales problemas -pobreza extrema (miseria), inseguridad, corrupción, muy bajo crecimiento económico y la pésima calidad de la educación– no es cambiar la Carta Magna. Pero sí creo que se pueden hacer diálogos para ponernos de acuerdo en aspectos claves de respuestas eficaces a esas enormes dificultades, que se están agravando.
Estos son, a mi juicio, algunos de los diálogos que con respeto, mente abierta y pragmatismo, se deberían llevar a cabo para sacar a Colombia del peligroso remolino en el que estamos inmersos:
- Diálogo entre los políticos (honestos, serios) y los tecnócratas. Hay mucha gente preparada -con muy buena formación académica, experiencia y deseos de aportar– que no está siendo escuchada. Pero también es cierto que hay muchos técnicos que no le prestan atención, con sentido de urgencia, a la injusta realidad social que buenos líderes quieren cambiar en sus regiones.
- Diálogo entre el Gobierno y los partidos de oposición. La esencia de la democracia consiste en debatir -con altura y con argumentos– entre fuerzas políticas que piensan distinto pero que pueden tener la sensatez, inteligencia y patriotismo para ponerse de acuerdo en cambios fundamentales. La política magnánima (con generosidad de espíritu) no es una batalla a muerte entre ideologías distintas sino un ejercicio de construcción colectiva -donde se rota el poder según la voluntad popular- a lo largo de los años.
- Diálogo entre los empresarios y los trabajadores. La productividad de Colombia es la más baja entre las 38 naciones de la Ocde (a pesar de que somos el país en donde más horas se trabaja en el mundo). Hay muchas diferencias conceptuales entre los economistas pero todos coinciden en que la baja productividad es el mayor lastre del crecimiento alto y sostenido que necesita el país para superar la pobreza, sanear las finanzas públicas y tener empresas competitivas a nivel internacional.
- Diálogo entre los ciudadanos. Es indispensable que nos sentemos a conversar de manera serena con quienes tienen ideas diferentes a las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender sus motivaciones, por conocer a fondo lo que sustenta su forma de pensar. Dejar de estigmatizar (los que apoyan a la izquierda son guerrilleros y los que defienden a la derecha son paramilitares ) y aprender de diversos puntos de vista –porque la verdad revelada no la tiene nadie.
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