Joaquín Vélez Navarro
4 Septiembre 2024 04:09 pm

Joaquín Vélez Navarro

De la adicción y otros demonios

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El vergonzoso y polémico discurso del presidente Petro durante la posesión de la nueva defensora del pueblo generó todo tipo de reacciones. Por un lado, un rechazo rotundo porque el mandatario se refirió a varias periodistas como “muñecas de la mafia”. Algo inaceptable. Como se pudo ver, las palabras de Petro incrementaron la violencia en redes contra distintas periodistas, lo que es sin duda lamentable y reprochable. Más cuando este tipo de declaraciones, que estigmatizan y son peligrosas, vienen del jefe de Estado. Por el otro, la intervención del presidente dio lugar a una cantidad de comentarios en donde se vuelven a poner sobre la mesa las supuestas adicciones del presidente. Se dijo entre otros que, para afirmar cosas tan ridículas como que Duque fue más dictador que Maduro (una afirmación que no tiene ni pies ni cabeza), Petro tenía que estar bajo la influencia de sustancias psicoactivas, y que antes de intervenir en público se debía someter a exámenes médicos. 

Este tipo de comentarios, aunque muchas veces son más una burla por lo delirante que es el discurso de Petro, son problemáticos y muestran una profunda desinformación sobre drogas y el uso de estas. El primer problema es la exculpación del presidente. Los comentarios sugieren que las barbaridades que dice Petro, sumado a sus trinos infortunados y los desaciertos de su gobierno, son causados por una supuesta adicción que tiene el mandatario. Al parecer, Petro no tiene ningún tipo de agencia y responsabilidad por lo que dice. Por el contrario, como lo sugieren quienes lo acusan de adicto y consumidor de drogas; las culpables son las sustancias que supuestamente consume más no el presidente. Parecería que, si Petro acepta el problema, recibe ayuda y se rehabilita, la situación sería distinta. Solo es posible decir cosas tan absurdas bajo un estado de alienación mental inducido por una sustancia. Como si no hubiera gente que también las dice en total sobriedad. 

Lo anterior no solo borra la responsabilidad política y personal que tiene el presidente por lo que dice y por sus acciones y omisiones, sino que lo excusa de sus errores. Esa narrativa, de presentar a las drogas como las culpables del actuar humano con el fin de exculpar a la persona, no es nueva. Se ha usado en otros casos para borrar la responsabilidad individual hasta en crímenes atroces. Tal fue el caso de Rafael Uribe, que buscó decir que el excesivo consumo de cocaína era el responsable de lo que le hizo a Yuliana Sambodi. El problema, en este y otros casos, está en determinar que la sustancia es la culpable y no la persona, pues se borra toda culpa. 

El segundo problema, que está relacionado con el anterior, es que todos los comentarios al respecto refuerzan estereotipos que se tienen sobre las drogas y sus consumidores. Al presentar las sustancias como causantes de las desatinadas afirmaciones del presidente, se estigmatiza tanto a las drogas como a los que las usan. Se olvida que un consumidor de drogas, aun siendo adicto a estas, puede ser una persona absolutamente funcional, coherente y exitosa. ¡Y decir cosas brillantes y que tengan sentido! 

Todas estas reacciones, y el debate que generan, tristemente, están llenos de prejuicios. Contrario a lo que muchos piensan, la adicción a una sustancia no hace que una persona sea incapaz de dar un discurso razonable. Ni que diga tremendos disparates. Hay muchos consumidores que, aún después de haber usado las sustancias, no se acercarían a afirmar todas las ridiculeces que Petro señaló en su discurso.  

No quiero romantizar el consumo de drogas en esta columna. Pero de ahí a señalar que son las culpables de los desaciertos o de lo que dice un gobernante, o que quienes las consumen son incapaces, hay un salto muy grande. Hoy queda aún más evidente la necesidad de cambiar el prohibicionismo de estas sustancias, por una aproximación que se enfoque en educación y salud pública. Más cuando varios de los que difunden y refuerzan falsos estereotipos sobre las drogas y sus usuarios, son quienes han abogado por acabar con la guerra contra las drogas.  
 

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