Hace algunos unos días, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) presentó su tradicional informe “Panorama de la educación 2024” (Education at a Glance). El documento muestra los principales indicadores sobre acceso, permanencia, calidad y gestión de los sistemas educativos de los países miembros. Esta edición se centró en la equidad, profundizando en el análisis de las brechas que afectan los procesos y resultados educativos.
Dos noticias positivas para Colombia. La primera, el país mejoró y tiene una alta tasa de cobertura en educación básica y media. La segunda, se destaca la reducción de la cantidad de adultos sin educación media. En un mundo cada vez más competitivo, obtener el título de bachiller se ha convertido en un requisito mínimo para integrarse a la sociedad. El informe muestra que la proporción de personas entre 25 y 34 años sin educación secundaria superior disminuyó 9 puntos porcentuales entre 2016 y 2023. No obstante este avance, en el país cerca del 22% de los jóvenes en ese rango de edad no ha culminado dicho nivel educativo, una cifra que supera en ocho puntos porcentuales el promedio de la Ocde.
Lo malo para el país: las brechas de cuidado infantil, la reprobación y la repitencia escolar. Nuestra tasa de repitencia es la peor en primaria y la tercera más mala en secundaria. El 5,8% de los estudiantes de primaria, el 8,1% de secundaria y el 4,8% de media repiten grado. Los promedios de la Ocde son mucho menores: 1,5% en primaria, 2,2% en secundaria y 3,2% en media. La situación sería más grave si se tomara la tasa de reprobación, pues no todos los niños que reprueban el grado que cursan lo repiten. Algunos estudiantes que pierden el año abandonan. En Colombia, según datos del Ministerio de Educación Nacional, la tasa de reprobación en 2023 fue del 7,57% en los colegios públicos y de 1,2% en los. La situación es más crítica para algunas entidades territoriales y grupos poblacionales. En Vichada, por ejemplo, pierden el año 15 de cada 100 estudiantes de colegios públicos (sin incluir adultos). También se observan tasas altas en Rionegro (14,27%), Mosquera (13,58%), Guainía (12,91%), Riohacha (11,62%), Zipaquirá (11,68%) o Montería (11,41%). La situación es grave porque en contra de los lineamientos establecidos, hay niños y niñas de prescolar que están siendo reprobados en los colegios públicos y privados. Esto es inadmisible.
La reprobación escolar afecta las trayectorias educativas, porque guarda una estrecha relación con la deserción escolar. La Encuesta Nacional de Deserción Escolar que aplicó el Ministerio de Educación Nacional y la Universidad Nacional de Colombia en 2012, muestra que los niños que reprobaban tienen mayor probabilidad de abandonar el sistema educativo e interrumpir su trayectoria escolar. De igual forma, existe asociación entre las instituciones con alta reprobación y la deserción escolar.
Diversos estudios demuestran que la reprobación escolar no tiene efectos positivos ni en la calidad educativa ni en el desempeño académico de los estudiantes. La aparente exigencia no agrega valor al aprendizaje y, al contrario, incide de manera negativa en el bienestar socio-emocional de los niños, y en su rendimiento futuro. Nada más frustrante para un niño y su familia, que enfrentarse a la pérdida de un año académico. Imagínense decirle a un niño de seis años (primero de primaria) que como no cumplió con lo esperado, sus amigos pasan al grado siguiente y el tendrá que “repetir” lo que ya debió haber aprendido.
Cuando un niño reprueba perdemos todos. Además del niño, pierde su familia, los docentes, las instituciones, y el conjunto del sistema. Más que un problema del niño es un síntoma del fracaso de los adultos, de la política educativa y del sistema educativo.
En muchos países la práctica de reprobación escolar ha sido reemplazada por estrategias pedagógicas centradas en el estudiante, o por la promoción automática. O, eventualmente, la decisión de aprobar o reprobar está asociadas ciclos o niveles educativos y no al año escolar. La mayoría de países desarrollados le apuestan a procesos de acompañamiento específicos, que reconocen los ritmos desiguales del aprendizaje. Es necesario aceptar la heterogeneidad en el ritmo de aprender. En muchos países, los de prácticas ejemplares en calidad, existen procesos de nivelación y recuperación de aprendizajes que permitan garantizar trayectorias educativas continuas.
En Finlandia, que es reconocido internacionalmente por la calidad de su sistema educativo, los estudiantes con dificultades no repiten el año, sino que avanzan al siguiente grado y durante los primeros meses del nuevo grado escolar, reciben apoyo personalizado y adaptaciones curriculares para que puedan nivelarse con sus compañeros. En Noruega la legislación establece la promoción obligatoria, en Islandia sólo se reprueba si la familia así lo decide. En Reino Unido o Dinamarca, la reprobación sólo ocurre en casos excepcionales. En Corea del Sur o Suecia, los alumnos reciben apoyo pedagógico extra con clases o planes personalizados. En Uruguay y Paraguay eliminaron la reprobación para disminuir la deserción escolar. Argentina avanza en este mismo sentido. Ya lo hizo el gobierno de Buenos Aires. El propósito fundamental de todas las estrategias es garantizar aprendizajes significativos para todos, reconociendo sus ritmos desiguales.
El hecho de que en Colombia aproximadamente 600.000 niños reprueben cada año debe llevar a una discusión no solo sobre la efectividad del gasto público, sino también sobre los aspectos relacionados con el currículo, las estrategias pedagógicas, la formación docente, los sistemas de evaluación o el bienestar emocional de las niñas y niños. En los últimos 15 años no ha habido un diálogo significativo sobre el tema. El último hito fue el Decreto 1290 de 2009, que modificó las condiciones de evaluación y promoción en el país, y cuyo impacto fue negativo para miles de niñas y niños. Antes del decreto la tasa de reprobación era inferior al 5%. Y después del decreto, dos años más tarde, se duplicó. Hoy, después de 15 años las tasas continúan muy por encima a las que se tenían antes del Decreto.
El tradicional enfrentamiento entre los gobiernos nacionales y Fecode no ha permitido avanzar en estas discusiones. El actual gobierno, a pesar de sus buenas relaciones con Fecode, tampoco parece interesado en el tema. De hecho, no es un asunto de la política educativa del actual gobierno, ni una meta en la que se esté trabajando. Ni siquiera las palabras reprobación o repitencia escolar aparecen en las más de 800 páginas del Plan Nacional de Desarrollo. Afortunadamente los entes territoriales como Bogotá (la de menor tasa de repitencia), Cauca o Meta, con sus propios recursos, han creado herramientas pedagógicas que impactan positivamente la reprobación y deserción escolar.
Es hora de volver a traer el tema de la reprobación a la discusión de la política pública educativa. La enorme frustración y el bienestar emocional de las niñas y los niños y sus familias lo exige. ¡No son cifras. Son vidas!
Posdata: el pasado 14 de septiembre se llevó a cabo en las instalaciones de la Universidad Nacional, UN, la “Asamblea Nacional y Popular por las Reformas Sociales, la Paz y la Unidad”. Un evento eminentemente político y proselitista que contó con la intervención del presidente Gustavo Petro, algunos de sus funcionarios y dirigentes del Pacto Histórico. ¿Necesitamos alguna prueba adicional para entender que desde hace meses se viene violando la autonomía universitaria en el país? Las universidades son espacios académicos que deberían estar al margen de las prácticas politiqueras y de los intereses particulares de los gobiernos de turno. Somos la universidad del Estado. Que eso no se olvide.
De otro lado, se esperaba mayor coherencia del Consejo Superior en la elección de decanos y decanas en la UN. Sorprende que los consejeros que reclamaron el respeto de la consulta para la designación del rector, ahora hayan escogido decanos que perdieron en las consultas.