Juan Camilo Restrepo
7 Marzo 2025 03:03 am

Juan Camilo Restrepo

De Murillo Toro a Trump

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Manuel Murillo Toro calculaba a mediados del siglo XIX que el 50 por ciento de las rentas públicas se perdían por razón del contrabando. No es descabellado pensar que si las amenazas de Donald Trump de imponer aranceles desmesurados a buena parte del mundo se hacen realidad (medida que inmediatamente acarrearía aranceles defensivos por parte de todos los afectados), los países con administraciones aduaneras débiles, como nosotros, veríamos inmediatamente una disparada del contrabando no muy lejana a la que observaba para su tiempo el doctor Manuel Murillo Toro.

Los aranceles altos son el mejor caldo de cultivo para el contrabando. De allí que la mayoría de las naciones hayan abandonado el instrumento de los aranceles como estrategia útil para dirigir las políticas comerciales.

Los consumidores de los Estados Unidos ya se han dado cuenta de la anacrónica malformación del comercio internacional a que conducirían las amenazas de Trump en caso de volverse realidad. Serían ellos -vía elevación de precios- los primeros afectados con una guerra arancelaria. Por eso, un 40 por ciento de los encuestados respondieron no estar de acuerdo con esta arma arrojadiza que utiliza Trump en todas sus intervenciones.

Al comienzo se creyó que era uno más de los trucos negociadores del magnate para obtener resultados diferentes a los propiamente arancelarios. Pero con el correr de los días se va viendo que las amenazas de castigar con aranceles a todos los interlocutores que no se pliegan a sus caprichos se están volviendo realidad.

México, Canadá, China y la Unión Europea ya están preparándose para recibir la gota fría de los aranceles trumpianos. Y buena parte de ellos, como Canadá y China, han anunciado que inmediatamente se les impongan aranceles a sus exportaciones hacia Estados Unidos, responderán con igual moneda a las importaciones provenientes de los Estados Unidos. 

De Trump se puede esperar cualquier cosa. Hasta las peores. Así como no tuvo ningún inconveniente en humillar innecesariamente al presidente de Ucrania, Volodímir Selenski, en la ya famosa reunión de la semana pasada la Casa Blanca, así tampoco tendrá recelo en hacer volar en mil pedazos los débiles restos de multilateralismo que aún subsisten para ordenar el comercio internacional. Veremos qué sucede en las semanas venideras.

El entusiasmo de los seguidores del MAGA está llegando a tales extremos que ahora no faltan quienes propongan eliminar el impuesto a la renta (Income Tax), para sustituirlo con los enormes recaudos que esperan obtener con los aranceles desmesurados que anuncia Trump.

Hay que recordar que una de las causas de la gran depresión de los años treinta del siglo pasado fue precisamente una fiebre generalizada de elevación mundial de los aranceles que llevó -como está documentado por los académicos que han estudiado la gran recesión de entonces- a una contracción sin precedentes del comercio mundial que se convirtió en el caldo de cultivo de la gran depresión.

Países como Colombia, con instituciones aduaneras débiles y saturados de Pitufos por todas partes, llevamos la de perder en una guerra comercial planetaria, pues sería fatal tener que entrar en una carrera de aranceles retaliatorios en el evento de que llegáramos a ser castigados por los aranceles del señor Trump. Ya hubo una instrucción del presidente Petro al ministro de Comercio Exterior en el sentido de que si los Estados Unidos nos subían los aranceles, nosotros debíamos responder con la misma moneda. 

Si ese escenario llegara a darse, no es impensable que la mezcla de aranceles altos y de los Pitufos por todas partes, nos hicieran volver más temprano que tarde a índices de contrabando como los que observaba con desaliento el presidente Murillo Toro a mediados del siglo XIX.

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