
Uno de los retos más importantes de Colombia es acelerar su crecimiento económico. Históricamente, hemos sido el alumno promedio de la región en esa materia. No tenemos la inestabilidad argentina, ni la crisis venezolana, pero tampoco el crecimiento espectacular de Chile y nuestro par más cercano, Perú, nos gana en repechaje (Ver gráfica).
Tranquilos, pero seguros, pareciera que estuviéramos muy cómodos con nuestro crecimiento económico. Sin embargo, nuestra formula tradicional de exportación de productos petroleros y una sólida estabilidad macroeconómica, que atrae inversión al país y permite endeudarnos a tasas razonables, es insuficiente. De un lado, el mundo está cambiando en términos energéticos y nuestra gallina de los huevos de oro, las exportaciones petroleras, no va a durar para siempre (aunque sí más de lo que los críticos auguran). De otro lado, el crecimiento reciente ha sido insuficiente y la concentración de la riqueza llegó a un punto de tensión alto que hace necesario hacer más para crecer y repartir la torta económica.
En columnas pasadas he explorado algunas ideas para impulsar el crecimiento económico en el país. He propuesto aprovechar la transición energética para producir lo que otras naciones necesitan para descarbonizarse y he notado la importancia de reducir la tramitología para aumentar la productividad de las Pymes. Ahora quiero presentar otra idea: impulsar los servicios como motor de crecimiento económico.
Para comenzar, junto con la agricultura, los servicios impulsaron el crecimiento económico en el país en 2024. Además, el comercio global de servicios creció 5 por ciento en 2023, mientras que el comercio de mercancía decreció 1,2 por ciento. Pero los servicios también tienen dos grandes ventajas adicionales que justifican una estrategia económica a su alrededor. Primero, disfrutan de un potencial enorme de generación de empleo y, segundo, pueden superar los obstáculos de un mundo cada vez más proteccionista.
A diferencia de la manufactura, que fue el mayor generador de empleo para las clases medias, algunos servicios, como los de cuidado o de hospitalidad, no han sido automatizados por nuevas tecnologías, ni requieren conocimientos especializados para ser prestados. Por ejemplo, el ensamblaje de carros era una de las principales fuentes de empleo para mano de obra no calificada, pero hoy en día ese trabajo lo realizan robots en las líneas de producción. En cambio, servicios como el cuidado de personas mayores o la atención en hoteles dependen de la interacción humana y no han sido reemplazados por tecnologías avanzadas.
El reto es volver estos servicios productivos. Existe poca literatura al respecto, pero un artículo reciente de economistas de la Universidad de Harvard propone estrategias para hacerlo. Por ejemplo, propone proporcionar insumos públicos a pequeñas empresas, como capacitación en gestión, préstamos, habilidades personalizadas para los trabajadores, infraestructura o asistencia tecnológica. El artículo también sugiere otorgar herramientas digitales o tecnologías nuevas que complementen el trabajo de baja calificación, permitiendo que los trabajadores menos educados realicen tareas tradicionalmente reservadas para profesionales más calificados.
Pero no solo se debería impulsar una estrategia alrededor de los servicios capaces de absorber mano de obra no calificada. También debe impulsarse una alrededor de los servicios más sofisticados como los servicios financieros y tecnológicos. La demanda de estos servicios ha ido aumentando en los últimos años. Los países como Colombia pueden aprovechar sus salarios comparativamente más bajos para atraer empresas que están buscando mano de obra calificada a un mejor precio. Además, los servicios son menos susceptibles a restricciones comerciales, lo que facilita su comercio (outsourcing) en un mundo cada vez más proteccionista.
Estas ideas van más allá de la teoría. Otros países en vía de desarrollo ya las han empezado a implementar exitosamente. Por ejemplo, India se ha convertido en un líder global en exportación de servicios de TI. Filipinas también ha logrado un gran éxito con la subcontratación de procesos de negocios (BPO), posicionándose como un centro global para servicios de atención al cliente y tecnología. Irlanda ha aprovechado su competitividad salarial y su acceso a mano de obra calificada para atraer a empresas de servicios financieros y tecnológicos. Colombia debería seguir el ejemplo de estas naciones y apostarle a los servicios como una estrategia de crecimiento económico. Tenemos una ventaja comparativa en términos salariales, pero debemos entrenar nuestro capital humano y ayudarles a nuestras pequeñas empresas a ser más productivas y, así, más competitivas.
