Marisol Gómez Giraldo
28 Octubre 2024 03:10 pm

Marisol Gómez Giraldo

El alcalde Galán y el doble rasero en la política

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Es difícil, al menos para mí como exconcejala de Bogotá, abstenerme de plantear algunas reflexiones sobre el proyecto para obtener un cupo de endeudamiento por 13 billones de pesos que presentó al Concejo el alcalde Carlos Fernando Galán. 

Y es difícil eludir del tema, porque fue precisamente tras mi apoyo a un cupo de endeudamiento por 10,8 billones de pesos que solicitó en 2020 la entonces alcaldesa Claudia López, que descubrí, con decepción, que Galán no era diferente a los políticos tradicionales, que anteponen sus ambiciones personales a los intereses de los ciudadanos y que no aceptan, dentro de su partido, puntos de vista distintos a los suyos.

La historia sobre el costo que pagué por mi independencia como concejala de su partido -independencia que él elogiaba cuando me invitó a encabezar su lista al Concejo de Bogotá en 2019-, quedó relatada en el capítulo 9 del libro Una periodista en las entrañas de la política, que escribí tras apartarme de la política electoral para dejar testimonio sobre la manera como se ha pervertido ese oficio.

Pero lo que en esta coyuntura específica me mueve a referirme al tema, es el doble rasero que ha mostrado Galán. Con la ventaja que suelen tener los políticos: la memoria corta que tenemos todos y que facilita que las incoherencias pasen inadvertidas. Salvo para quienes han tenido experiencias como la que viví yo.

En 2020, cuando me correspondió ser una de las tres ponentes del proyecto para el cupo de endeudamiento presentado por Claudia López, me di a la tarea de hacer lo que tanto Galán como yo habíamos prometido en la campaña, él para la Alcaldía y yo como su cabeza de lista al Concejo: actuar con base en la información y la evidencia y pensando siempre en el bienestar de los bogotanos. 

Para elaborar mi ponencia consulté a expertos como el exministro de Hacienda José Antonio Ocampo, analistas de riesgos de agencias internacionales y al director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía. Quería asegurarme sobre la conveniencia de que el Distrito adquiera deuda por 10,8 billones de pesos, que era el cupo más alto hasta ese momento en Bogotá en un solo proyecto.  

Lo cierto es que la capital vivía entonces una crisis social y económica sin antecedentes, como consecuencia del aislamiento obligatorio al que nos condujo la pandemia del covid-19. Además, se preveía una caída importante del recaudo. Efectivamente, en 2020 la economía de la capital se contrajo en una cifra histórica: en 6,6 por ciento.

Esa situación, y la urgencia de adelantar obras para generar empleo e inyectarle recursos públicos a la economía, hacían parte de la argumentación de la entonces alcaldesa López para pedir un cupo por 10,8 billones.

Y los expertos que consulté coincidieron, no solo en que ese cupo de endeudamiento era viable porque Bogotá tenía la capacidad para pagarlo, sino también en que la crisis generada por la pandemia justificaba un crédito de esa envergadura.

Pero el concejal Galán no escuchó los argumentos de los expertos, que yo le expuse, ni consideró que la crisis social y económica que tenía Bogotá (había hambre, aumento de la pobreza y un creciente desempleo) ameritaba un cupo de endeudamiento por ese monto. Su posición era que yo debía reducir el cupo de endeudamiento porque a él le parecía muy alto. 
Desde luego, Galán y el otro concejal del Nuevo Liberalismo votaron en contra de mi ponencia, que al final fue aprobada por la mayoría del Concejo.

Como lo deduje después, detrás de la postura de Galán estaba su aspiración de ser el próximo alcalde de Bogotá. Y un alto cupo de endeudamiento para que Claudia López ejecutara obras, le daría a ella la posibilidad de lucirse como alcaldesa y limitaría la capacidad financiera del Distrito cuando él llegara a ser alcalde, como efectivamente ocurrió.

Lo extraño es que el cupo de endeudamiento que ahora está pidiendo el alcalde Galán es superior en 2,2 billones al que pidió en su momento Claudia López. Y es evidente que la situación económica de Bogotá no se parece a la que le generó la pandemia.

Es apenas lógico entonces preguntar por qué un cupo de endeudamiento por 13 billones, como el que solicita, le parece necesario hoy, pero no le pareció justificado uno de 10,8 billones en 2020, cuando había una crisis social sin precedentes.

Claro que a Bogotá le urgen obras para contrarrestar los crecientes problemas de movilidad y para superar los retrasos en obras de infraestructura con rezagos históricos, como el Metro. En eso el alcalde Galán tiene toda la razón. Su secretaria de Hacienda, Ana María Cadena, ha dicho que todavía Bogotá soporta ese cupo de endeudamiento.

Lo extraño es que las mismas razones fueron expuestas por el secretario de Hacienda, Juan Mauricio Ramírez, en 2020, cuando se solicitó el cupo de endeudamiento que Galán no respaldó.

Lo obvio es que el hoy alcalde tenía razones políticas y no técnicas, y que estaba pensando en sus aspiraciones personales y no el interés de los ciudadanos de Bogotá. 

No soy ingenua y sé que la generalidad de los políticos actúan así. Pero Galán me había invitado a ser si cabeza de lista al Concejo con la promesa de actuar siempre en función del bienestar de los bogotanos, sin mezquindades.

Tras mi apoyo al cupo de endeudamiento pedido por Claudia López, nunca volví a tener ningún tipo de diálogo político con el hoy alcalde de Bogotá. Fue evidente que mi independencia le resultó incómoda.

Decir en público una cosa y hacer en privado otra –el doble rasero— es usual en la política  colombiana, pero no hay que resignarse a esa anomalía.

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