Ya preparada esta intervención se ha conocido la renuncia del ministro de Hacienda. No me referiré a esta renuncia en esta intervención. Ya será la justicia o las instancias políticas y disciplinarias las que se pronuncien sobre el tema.
Las palabras que voy a decir a continuación se refieren a la situación fiscal del país, que es supremamente compleja, y que le tocará frentear al nuevo ministro que se designe.
Ministro al cual le deseo -por el bien del país- el mejor de los éxitos.
Su buena gestión requerirá un alto grado de prestancia política, de credibilidad en los círculos nacionales e internacionales, de idoneidad técnica de parte del nuevo ministro y del equipo que lo acompañe.
La sostenibilidad fiscal venidera del país está en juego.
Presento a continuación una apretada síntesis de las ideas que expuse sobre la situación fiscal del país en el foro convocado esta semana por la revista CAMBIO sobre el tema.
- El Gobierno a través de los consabidos trinos del presidente Petro ha iniciado una enconada lucha contra los opositores a la reforma tributaria que se empieza a discutir esta semana en el Congreso. Los rayos y centellas presidenciales han caído en especial sobre el presidente del Senado Doctor Efraín Cepeda. Lo acusa de comprometer la recuperación de la economía al anunciar su voto negativo con relación a la reforma tributaria.
- Una buena parte del congreso -quizás la mayoría- comparte los puntos de vista del senador Cepeda. No es esta una buena época para caerles a los contribuyentes con una nueva catarata fiscal así ella contenga una reducción gradual de las tarifas de las personas jurídicas.
- El crecimiento de la economía sigue siendo especialmente débil, y no es por lo tanto prudente pensar en una nueva reforma tributaria en estos momentos.
- De otra parte: la famosa reforma tributaria que buscaba incrementar el recaudo en 12 billones de pesos ha sido objeto de monumental trasquilada en las negociaciones previas que el gobierno ha tenido con los ponentes, según ha trascendido. Aparentemente el nuevo recaudo que se lograría -en la hipótesis bastante improbable a la fecha de que fuera aprobada- no sería superior a 6 billones de pesos. Cifra esta insuficiente para enjugar el inmenso faltante de que adolecen las cuentas fiscales del país, que, a juzgar por los más serios observatorios fiscales, rodea los $ 50 billones.
- De allí que inclusive el decreto de recortes del presupuesto de la vigencia 2024 que ha anunciado el ministro de hacienda por $ 28,4 billones se juzgan claramente insuficiente para cumplir con la regla fiscal.
- E igual sucede con el presupuesto del año entrante (vigencia 2025) al que también habrá que hacerle un recorte de entre $ 40-$50 billones, pues los ingresos se encuentran sobredimensionados como aconteció en la actual vigencia.
- En síntesis: la reforma tributaria o ley de financiamiento cuyo debate empieza hasta ahora en el congreso (en el improbable escenario de que sea aprobada) no le hace ni cosquillas al descuadre de las finanzas públicas del país que es mucho mayor.
- Pero el problema no es solo de las cuentas fiscales; es también un protuberante impase de caja como quizás no lo había experimentado el país en muchas décadas. La cuenta del gobierno en el banco de la república -que es una buena medida de la liquidez guberna mental- está en niveles de apenas un tercio de lo que históricamente han sido los saldos de esta cuenta, que es como la cuenta corriente del Gobierno nacional.
- De allí que el Gobierno se haya convertido en el mayor “deudor moroso” del país: le debe a todo el mundo, a las distribuidoras de energía a quienes no les gira el valor de los subsidios que estas deben transferir a los usuarios de los estratos 1 y 2; le debe a las IPS a las que está adeudando en este momento más de 12 billones de pesos; le debe al Icetex; le debe a las universidades públicas a las cuales no les ha girado casi un billón correspondiente a la matrícula cero; le debe a las EPS; le debe a los contratistas de obras públicas; le debe a los concesionarios , le debe a todo el mundo…
- Esto no puede continuar así: el glu, glu, glu que conlleva la asfixia de muchos sectores hace presentir la quiebra de cadenas completas de empresas con el correspondiente perjuicio de los usuarios.
- En los programas de ajustes que se vislumbran de los anuncios que ha hecho el ministro de Hacienda, como de costumbre, la gran damnificada es la inversión pública que ya está en los huesos.
- Las cifras de la inversión como proporción del PIB son las más bajas desde que se llevan cuentas nacionales en el país. Y se pondrán peor.
- Se informó recientemente que una de las estrategias que está poniendo en práctica el ministerio de hacienda para cumplir con la regla fiscal, es inducir un estado comatoso en las finanzas públicas.
- “Una fuente de Hacienda explicó (El Tiempo de 4 de diciembre, pág. 1.8) que el choque fiscal que enfrenta el país hizo necesario recurrir a una medida heterodoxa: “inducir la no ejecución” mediante un racionamiento de la entrega de caja -que se hace en virtud del programa anual de caja o PAC-,de manera que se atiendan solo las necesidades prioritarias; por ejemplo, el pago de salarios”.
- Esta es una manera artificial y artificiosa de cumplir la regla fiscal: asfixiando la inversión pública y disparando la no ejecución presupuestal. Como los recortes de 28 billones de pesos anunciados no son suficientes (pues los recaudos están desplomados y el Gobierno no se atreve a decretar un recorte rotundo en el gasto como se requeriría para cumplir la regla fiscal y rodear de credibilidad la gestión de las finanzas públicas),entonces ahora se recurre a asfixiar la poca inversión que queda, haciéndola imposible al no suministrar el PAC, es decir caja, para realizar las obras, Induciendo un coma artificial en la inversión pública.
- De allí las abultadas cifras de inejecución presupuestal. Inversión pública que está por lo demás en los niveles más bajos de la historia, desde que se llevan cuentas nacionales.
- Cuando la situación de un paciente está en situación desesperada, uno de los procedimientos que se aplica es generar un coma inducido. Ahora estamos teniendo que aplicar algo análogo en el campo de las finanzas públicas.
- La inversión es el ADN del crecimiento futuro. Si no hay inversión ahora, no habrá crecimiento mañana.
- Y la inversión privada tampoco atraviesa por un buen momento. Ha caído también a niveles impensados. El desplome de las cifras de la manufactura y de la minería, lo mismo que en petróleos y gas, no arrojan un panorama alentador.
- Un país como es el caso de Colombia creciendo en el mejor de los casos al 2% no resiste unos incrementos en los gastó público y en la burocracia superiores al 20% anual, como viene sucediendo.
- El ajuste hay que hacerlo, pero en los gastos de funcionamiento: no en los rubros de la inversión y de la formación bruta de capital.
- Mas allá de las cifras fiscales -todas malas- de que disponemos a la fecha, el manejo fiscal y presupuestal denota un gran desorden y una increíble improvisación por parte del Gobierno. Estamos en el mes de diciembre, y esta es la hora que terminó este año sin que se pudiera discutir el presupuesto nacional en el congreso para la vigencia del 2024. Ahora vendrá un decreto adoptándolo, pero sin deliberación alguna de las cámaras como lo ordena la constitución.
- El gobierno se empecinó en que en el monto del presupuesto a discutir se sumara la cuantía del presupuesto básico con el hipotético producido de la ley de financiamiento. Es decir, que se sumaran peras con manzanas.
- Las peras resultaron insuficientes, pues el recaudo de las rentas fiscales se desplomó debido a la desaceleración económica; y las manzanas-que nunca fueron otra cosa que un ingreso contingente dependiendo de una reforma tributaria que apenas- ya terminando el año- empieza a discutirse en el Congreso, es un ingreso contingente.
- Vale la pena anotar que la mayoría de los contenidos de este incierto e inoportuno proyecto de reforma tributaria tienen que ver con el impuesto a la renta, o sea, con impuestos de periodo que, si no son aprobados antes del 31 de diciembre del 2024 (en caso de que apenas lo fueran en gracia de discusión el año entrante) no podrían entrar en aplicación sino hasta el 2026.
- En síntesis: a la crisis de las cifras fiscales propiamente dichas se le junta ahora una gigantesca crisis de caja.
- Tanto el presupuesto de la agónica v vigencia del 2024 como la del 2025 requieren recortes del orden de 40-50 billones de pesos por año si es que queremos cumplir con la regla fiscal, como hasta ahora ha dicho el Gobierno que es su compromiso.
- Pero estos recortes no pueden seguir recayendo en amplia medida sobre la inversión. Estaríamos estropeando el crecimiento futuro del país si así se procede.
- Colombia saldrá adelante. No somos un país inviable ni carecemos de recursos para superar las dificultades.
- Pero ha llegado el momento de decir la verdad. De no seguir ofreciendo gastos o subsidios nuevos que no tengan una fuente de financiamiento segura. De no seguir cuadrando las cifras a base de comas fiscales inducidos.
- Y de hacer los recortes necesarios sin golpear gravemente la inversión pública como viene haciéndose. Para lo cual es ineludible recortar el gasto de funcionamiento. Con fino pero decidido bisturí.