Velia Vidal
18 Marzo 2023

Velia Vidal

El diario

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A nuestras espaldas caía el sol. Los asistentes al lanzamiento de la nueva edición del Diario del Alto San Juan y del Atrato de Eduardo Cote Lamus (Fondo de Cultura Económica, 2023), en Quibdó, apreciaban la gama de verdes de la selva combinadas con anaranjados, azules, grises y rosados de muchos tonos en constante movimiento, como el río. Mis palabras, las de Ramón y Pedro, hijos del poeta autor del Diario, se combinaban con unos cuantos truenos que anunciaba, a lo lejos, la lluvia que caería unas horas después. 

Celebrábamos la publicación del libro y evocábamos el viaje de 1958, entonces decidí escribir esta columna al respecto, pero al enfrentarme a la página en blanco descubrí que mis letras más sinceras sobre este texto las dejé en Meandros: la presentación que tuve el privilegio de redactar para esta edición. Así qué compartiré un fragmento de ella, como una invitación a emprender a este viaje que es al mismo tiempo pasado, presente, realidad, fantasía, narración y poesía. 

“Conocí el Diario del Alto San Juan y del Atrato cuando regresé a vivir en el Chocó. Había vivido en Cali y Medellín unos veinte años y mi retorno estuvo acompañado por esta lectura, que fue al mismo tiempo revelación y memoria. Fue un viaje al pasado, no solo por las fechas del diario sino porque presentaba evidencias de una estructura social ya desaparecida. Fue un viaje en el presente porque muchas de las circunstancias descritas persisten, sobre todo las relacionadas con la exclusión; también porque la selva conserva su enigma, esas cosas que solo sabe el mago, y la naturaleza sigue siendo testimonio de la creación. Aquí hay verdad. Una verdad que habitaba mi cuerpo y mi mente a través de la memoria biológica y la construida con las narraciones y las vivencias de la infancia y la adolescencia; de modo que la lectura fue también como mirarme al espejo.

Este Diario me reveló otra forma de ver y de narrar aquello con lo que me sentía una y, quizá por eso, jamás había mirado desde lejos. El trueno y el rayo, la lluvia, los ríos y el mar, la selva, eran todos míos; no sabía yo, a esas alturas de la vida, que podían convertirse en literatura: poesía, cuento, guion, coplas, cartas, diario.

Entonces, como el trueno y el rayo, la lluvia, los ríos y el mar, la selva, el Diario se hizo muy mío. Ya perdí la cuenta de las veces que lo he leído, de las que lo he recomendado, de los viajes a los que me ha acompañado. 

(…) 

En el curso de esta danza sinuosa entre el Diario y yo, luego de cada meandro ha aparecido una sorpresa. Al emprender el viaje de esta nueva edición, los hijos del poeta encontraron algunas fotografías y el cuaderno en el que lo empezó. Me emocionó leer las mismas frases tantas veces repetidas, escritas de su puño y letra. Las imágenes corroboraron aquello que ya sabíamos: que muchos paisajes lucen igual y que los reclamos de las gentes de nuestra tierra siguen siendo los mismos. Las fotos no mienten, se trata de un Chocó aún muy rural y con carencias, habitado como siempre por gente digna. Lejos de lo que sigue pasando hoy tras el lente de muchos fotógrafos, no encontramos aquí una mirada miserable sino el fiel retrato de un viaje donde visitantes y la gran mayoría de anfitriones lucen a la misma altura. Un encuentro en el que se evidencia que los políticos conversaron con afros e indígenas, que se sentaron a su lado y los escucharon. Ya todo estaba dicho en las letras, pero fue emocionante poner imágenes reales a unas circunstancias que tantas veces imaginé.

(…)

Aún en medio de las tragedias de esta tierra, o quizá precisamente por ellas, leer el Diario hoy es como deslizarse suavemente en un chingo, a canalete, sobre el Atrato, mientras la brisa roza la cara. Se siente la fluidez de un texto en el que el autor no oculta los problemas ni ahorra adjetivos para describir la belleza. Contrario a la tendencia de los viajeros de su época, Eduardo Cote Lamus no nos ve como extraños; mira a los ojos, al mismo nivel, y construye una narración para chocoanos y visitantes de cualquier latitud, en la que los primeros nos vemos tratados con justicia y los segundos serán seducidos por un lugar extraordinario”.

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