Gabriel Silva Luján
28 Julio 2024 03:07 am

Gabriel Silva Luján

El ejemplo de Biden y el 2026

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

La agitación y la inquietud se han apoderado de la política estadounidense. En el curso de un mes ocurrieron un intento de asesinato contra Donald J. Trump; la convención del Partido Republicano; la inédita renuncia de Biden a su aspiración y ahora el ascenso indiscutido y vertiginoso de la candidatura presidencial de la vicepresidente Kamala Harris. Esta peligrosa turbulencia tiene una explicación. La sociedad civil sabe bien que está en juego el futuro de la democracia. No hay que elaborar mucho para darse cuenta de que la magnitud de lo que está en juego por allá no es muy distinto a lo que está en juego por acá.

Trump fue el autor intelectual y gestor de la toma del Capitolio. Trump fue quien llenó la Corte Suprema de magistrados de ultraderecha que echaron para atrás fallos y legislación que defendían la igualdad y las libertades públicas. Trump ha dicho que será dictador “por un día” y usará al extremo el poder de la Casa Blanca. Trump ha hablado de “venganza” contra todos los “traidores” que le impidieron llegar al poder. Trump ha anunciado que usará la rama judicial para sus fines políticos. Trump ha afirmado que barrerá con los empleados públicos de carrera y llenará los cargos de seguidores y fanáticos.

En general lo que se espera de un gobierno Trump es un debilitamiento de las instituciones democráticas, un ascenso del populismo, una consolidación del caudillismo y como resultado de todo ello, un deterioro de las instituciones y de las libertades públicas. Es tal la amenaza que Trump representa para la democracia que el presidente Joe Biden ha preferido sacrificar sus aspiraciones. Biden con una gallardía inmensa y con un sentido patriótico excepcional reconoció que no tenía las condiciones personales para derrotar a Trump.

Colombia se enfrentará a dilemas similares en las elecciones presidenciales de 2026. La contienda electoral dentro de dos años no solo es sobre quién gobernará a Colombia. Se trata ante todo de si continúa en el poder un presidente, un partido, y una visión de las instituciones, cuyo objetivo es menoscabar la libertad. En Colombia, como en Estados Unidos, se decidirá entre mantener el curso del debilitamiento institucional y de violencia por el que vamos, o si se prefiere la vigencia de la democracia.

A pesar de que la mayoría de los colombianos se identifica con el centro, en 2022 el país se vio finalmente forzado a escoger entre dos candidatos extremos. Esto fue así porque el “Centro Político” aglutinado parcialmente en la “Coalición de la Esperanza” se equivocó en materia grave. Eso no puede volver a pasar. Se debe encontrar una vía eficaz hacia un candidato único con la sabiduría, la convocatoria, el poder y el carisma suficientes para derrotar la consolidación del petrismo en el poder.

Y hay que aprender de las lecciones que enseña lo ocurrido con Biden. El retiro de la candidatura de Biden tiene dos explicaciones muy concretas. La principal el sentido de responsabilidad con su país y con la democracia que ha imbuido siempre la vida pública del actual presidente de los Estados Unidos.

El otro factor, menos altruista pero igualmente poderoso, fue el financiero. Biden se quedó rápidamente sin oxígeno económico una vez se hizo evidente que no tenía las condiciones personales para derrotar al agresivo y caradura candidato republicano. En Estados Unidos los ciudadanos no tienen que esperar al día de las elecciones para hacer valer sus preferencias políticas. Pueden influir de manera directa votando con sus aportes. La candidatura de un desconocido como lo era Barack Obama, al que los grandes donantes no se volteaban a mirar, se volvió viable y triunfadora con la avalancha de millones de contribuciones minúsculas que le dieron viabilidad y confirmaron su potencial. Eso mismo se puede replicar en Colombia.

Sin embargo, nada reemplaza la obligación moral de renunciar cuando ya no se es viable. Mucho de eso le hizo falta a la “Coalición de la Esperanza” en 2022. Los candidatos del centro no pueden aferrarse a sus aspiraciones trasnochadas a costa de hundir las posibilidades de derrotar al petrismo. Hay que aprender de Biden a renunciar a las ambiciones personales cuando estas se interponen en el camino a la victoria:

“Nada puede impedir la salvación de nuestra democracia. Eso incluye la ambición personal. Por eso he decidido que la mejor manera de avanzar es pasar la antorcha a una nueva generación. Es la mejor manera de unir a nuestra nación”. Y de salvar a Colombia, digo yo.
 

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas